jueves, 29 de marzo de 2012

MI LECTURA DEL #29MHUELGA GENERAL

Desde mi punto de vista, la jornada de hoy es mucho más importante y mucho más fundamental que el mero hecho de una convocatoria de Huelga General. Es el comienzo del despertar de una clase social trabajadora que pronto empezará a entender cual ha sido el significado de esta protesta, por más que las lecturas de unos o de otros la conviertan en un éxito o en un fracaso.
Para mi, la convocatoria de huelga era necesaria, sea más o menos secundada, porque tal barbarie promulgada contra los derechos más básicos de los trabajadores debía ser respondida desde el campo laboral. El seguimiento podía más o menos estar cantado: demasiada gente pendiente de su único sustento y con demasiado miedo a perder su puesto de trabajo, iba a elegir el camino de la resignación agachando la cabeza; demasiada gente todavía inconsciente de la realidad social que se nos viene encima y creyendo que con su trabajo podrán huir de la “cremá” o incluso salvar a España; demasiado poder del piquete empresarial que con la Reforma Laboral en la mano, ni siquiera habría necesitado despegar la boca para saber que muchos de sus esclavos estaban ya bajo su control.
Sin embargo, la jornada del 29 de marzo no es sólo una lucha sindical y una lucha por los derechos de los trabajadores. Es una lucha social a la que se han unido muchos otros colectivos con conciencia, que además de pensar en el derecho al trabajo y a las condiciones dignas en su ejercicio, representan muchas reivindicaciones individuales de justicia, pues no debemos perder de vista que esto es sólo el principio de un ataque frontal del capital contra las clases más desfavorecidas que en breve habrán perdido su derecho a una educación de calidad para sus hijos, a una asistencia sanitaria gratuita que les permita sobrevivir en este mundo y para la que todo un sistema de derechos escritos en papel mojado, habrá quedado reducido a la posibilidad o no de poder pagárselos. Todos los que hoy nos ven como bichos raros, en breve plazo se darán cuenta de por qué intentábamos hacerles entender que era necesario decir que no estamos dispuestos a permitir que pasen por encima de nosotros. Pronto serán muchas más personas las que se darán cuenta de que quienes nos gobiernan, no gobiernan para nosotros sino para otra clase que se considera superior y que no entiende de humanidad sino de intereses económicos, que en realidad, son los suyos nada más. Para entonces, este 29 de marzo de 2012, se habrá convertido ya en el principio de la lucha por la justicia social.
En el momento en que estoy escribiendo esto, la jornada de huelga no ha hecho prácticamente más que comenzar; sin embargo, todo parece dar a entender que será pacífica, respetando los derechos de todos, dando una lección de dignidad a nuestra clase política que siempre pretenderá utilizar como arma nuestras provocaciones violentas para enviar a sus sabuesos a aplastarnos y quitarnos además nuestra más poderosa razón, la misma razón de nuestra reivindicación. Esta claro que siempre habrá unos cuantos que no respeten pero, por más que intenten hacer una lectura violenta en base a estos comportamientos, nadie les creerá si ellos se han sentido respetados.
Quedan además las manifestaciones de esta tarde. Espero que no sean manifestaciones de trabajadores, sino manifestaciones de todas esas familias que sufren las consecuencias de la falta de trabajo, de la opresión, de la ausencia de derechos. De todas esas personas que no han podido ir a la huelga por unos u otros motivos (presión, necesidad, ausencia de trabajo, posición social, etc. etc.) pero que también son y serán víctimas.
Por eso ahora les hago un llamamiento a todos ellos en el nombre de la justicia y de la paz social para que salgan pacíficamente a la calle a defenderse, a decirles que somos personas, que tenemos familias, que ni somos esclavos ni somos objetos. A todas estas personas les diría que no piensen en siglas ni en banderas sino sólo en mostrar que no están dispuestos a renunciar y que están dispuestos a luchar.
Aunque pretendan hacer cómo que nos ignoran, nos temerán, porque no hay más fuerza que la de la razón ni más camino que el de la reivindicación. Tenemos que demostrarles que, o gobiernan para nosotros, o nosotros, que somos los verdaderos detentadores de la soberanía según nuestra Constitución, vamos a conseguir que dejen de ostentar su poder en nuestro país y no vamos a esperar ni un año, ni dos, ni tres, ni cuatro para que mientras nos lo quiten todo.

miércoles, 28 de marzo de 2012

CIENCIAS NATURALES, COMO LA VIDA MISMA

Hay días en que uno se atreve a recordar; a mirar hacia su pasado, hacia su niñez, hacia su adolescencia. Te atreves a intentar sentir aquellas sensaciones que te dieron felicidad, que te hicieron confiar, que te hicieron rendirte, que te hicieron soñar. Días en los que crees que no es suficiente tocar el presente y soñar un futuro sino que necesitas entender porque hoy, eres quien eres.

No es que hoy sea uno de esos días para mi porque el presente me tiene demasiado atrapada, demasiado preocupada y demasiado insegura... pero aun así, he echado una miradita hacia atrás y he recordado las clases de Ciencias Naturales..... añoranza!... la verdad es que el nombre era bastante bonito.

Lo primero que se me ha venido a la cabeza, han sido las personas. Tampoco es extraño, es lo que más me preocupa ahora. Y he recordado una división que no recuerdo a qué respondía pero que, en general, nos dividía en personas, animales y cosas.

Entonces estaba todo muy claro. Las personas eran seres humanos que tenían sentimientos e inteligencia. Los animales, carecían de inteligencia, por supuesto, y también de sentimientos, aunque eran seres vivos. Las cosas carecían de todo, de inteligencia de sentimientos y además no eran seres vivos.

Lo cierto es que si me pongo un poco a pensar, seguro que podría hacer una descripción más técnica, pero no es esa mi intención.

Mi intención era llamar la atención con respecto a la evolución del entendimiento humano con respecto a aquellas simples divisiones.

Ahora, las cosas, como el dinero, han cobrado vida. No sólo es el dueño de nuestros sentimientos sino que además gobierna nuestras vidas y prácticamente es capaz hasta de anular hasta nuestra inteligencia.

Y de los animales, ¡qué os voy a decir! Ya no se duda de su inteligencia y, afortunadamente, nos vamos dando cuenta de que además tienen sentimientos. Sienten el dolor, el miedo, el cariño, la paz.....

Bueno, no os mareo más. Creo que a las personas, habremos de conocerlas nosotros mirándonos a nosotros mismos; pero existen; están ahí.

Vaya! Que estoy segura de que dentro de cada uno de nosotros hay una persona y un ser humano capaz de pensar y de amar.

Post-data: Hoy en tweeter me han llamado comeflores y, estoy pensando... que me está empezando a gustar.

Besos

jueves, 22 de marzo de 2012

HOY NECESITO ABRIR UNA PUERTA A LA ESPERANZA

Hoy necesito paz, tranquilidad, sosiego. Hoy necesito hablar de ideales, de sentimientos, de cosas positivas. Hoy necesito transmitir solidaridad.
Hace poco tiempo que navego por la red con una motivación: la justicia. Debe ser porque estudio derecho, porque intento entender el concepto, porque intento interiorizarlo, porque me gustaría que sirviese para algo.
Leo muchas cosas. Le veo sentido. Se supone que es una forma de regular las relaciones sociales y en la práctica, lo es, pero me deja vacía, incompleta, decepcionada y sí, por qué no decirlo, triste.
Por eso hoy quiero hablar de otras cosas que el derecho no puede comprender.
El derecho no entiende de sentimientos, no entiende a las personas individualmente. El derecho sólo es derecho: ¿una ciencia? ¿una disciplina?; leyes, normas, instrucciones...., reglas por doquier pero el derecho no es humano. Es una creación que el hombre pone a su servicio pero no es realmente humano.
Los sentimientos sí son humanos. Los buenos y malos sentimientos son humanos. Pero los sentimientos están dentro de las personas y el derecho está fuera.
Por eso hoy tengo ganas de hablar de solidaridad, de respeto, de amor, de ayuda, de tolerancia, de responsabilidad, de humildad, de amor propio y de amor a los demás, de dignidad, de ayuda, de empatía; sí, por qué no, de empatía, de ponerse en el lugar del otro, de intentar entenderle, de intentar ser feliz viendo su felicidad y no queriendo ser más o mejor que nadie.
Por eso hoy tengo ganas de sentirme humana, de ayudar a los demás sin esperar nada a cambio, sólo por la satisfacción personal de hacer el bien a pesar de los pesares, porque intentar hacer el bien es bueno.
En pocos días he oído opiniones, hechos, diferentes versiones de la misma realidad, de una dura realidad. He oído hablar a católicos, ateos, pacifistas, violentos, fanáticos, ilusos o utópicos, personas normales, como tu y como yo. He oído tanto que me ha hecho reflexionar y que me ha hecho sentirme obligada a posicionarme. Y lo estoy.
Me ha ayudado a tener una visión de las cosas más acorde con mi propia personalidad, con mi propia vida, con mis propios sentimientos y con mis propios ideales pero también me ha ayudado a darme cuenta de cuan variado es el género humano y cuán fácil es engañar, manipular y sentirse engañado y manipulado.
Por eso hoy sólo quiero apelar a los sentimientos que todos llevamos dentro y abrir una puerta a la esperanza.
Los seres humanos, por encima de lo externo que nos oprime o nos beneficia, nos condiciona o nos estimula, sabemos valorar lo bueno que tienen los demás y lo bueno que hay dentro de nosotros mismos, aunque lo escondamos porque en este mundo, desgraciadamente, parece que ser buena gente nos hace débiles sin darnos cuenta de que es la mayor fuerza que llevamos dentro y la que más nos une.
Cada uno apele al buen sentimiento que tenga o que quiera. Yo sólo quiero un mundo mejor y mejor no es más.

viernes, 16 de marzo de 2012

UTOPIA O REALIDAD? DE NOSOTROS DEPENDE

Mientras la Reforma Laboral se está tramitando en el Parlamento, ya se va cobrando las primeras víctimas.
Y no me estoy refiriendo sólo al creciente número de despidos, me estoy refiriendo a la Huelga General. Los efectos del piquete empresarial más grave que yo he conocido, al que la propia Reforma ha facilitado las armas.
Si ya de por sí es difícil sumar apoyos por cientos de argumentos, unos más absurdos que otros como, el descuento en sueldos míseros, el no va a servir para nada, la desidia, etc. etc. ahora se va sumando el miedo real a perder el puesto de trabajo que es perfectamente comprensible y lamentable.
Esa es mi primera preocupación actualmente. La Huelga General está convocada y va a ser apoyada por un alto tanto por ciento de los trabajadores (esto no sé si es más ilusión que realidad pero de cualquier manera me anima a la lucha). Sin embargo, hay un altísimo tanto por ciento de gente que está de acuerdo con lo que se defiende pero que va a tener muy difícil demostrarlo por unas o por otras razones.
Yo soy de las personas que veo en esta huelga general algo más que una huelga contra la Reforma Laboral. Veo una huelga general contra todo lo que "en general" está atentando contra los más básicos derechos de la gran mayoría de la población. Desde la corrupción, pasando por el mamoneo político hasta la utilización de la crisis como arma de sometimiento, etc. etc. No creo que merezca la pena dar demasiados detalles.
Por eso creo que a la huelga general y a las manifestaciones (que también sueño sean multitudinarias, más aún que la huelga general), habría que añadir alguna forma más de lucha. Se me ocurren fórmulas como hacer un referéndum popular o recoger firmas tipo iniciativa parlamentaria.
No sé si es demasiado tarde para iniciar una acción de este tipo ni si alguien de los que, por casualidad, tengan la ocasión de leer esta entrada de mi blog está en algún movimiento lo suficientemente fuerte como para llevar a cabo algún tipo de estas iniciativas.
Lo que me parece más factible es cambiar los piquetes sindicales (que nunca me han gustado demasiado) por recogidas de firmas de apoyo a la huelga general para que todos aquellos que, por unos u otros motivos, no la secunden, puedan expresar su disconformidad. Así mismo, que en el caso de que sea por culpa del piquete empresarial, se puedan disponer de las pruebas de que los empresarios delinquen, porque creo que amenazar a los trabajadores con el condicionante de “si vas a la huelga, ya sabes a lo que te atienes” es un delito y se puede y se debe llevar a los Tribunales. Tal vez muchos de los que hoy no van a la huelga por no perder su puesto de trabajo, mañana lo hayan perdido y quieran comparecer en juicio como testigos.
Asimismo, podrían firmar amas de casa, parados, estudiantes, inmigrantes, en fin, el 99%. Tal vez, aunque solo podamos llegar al Defensor del Pueblo, si es que para entonces todavía existe, merecerá la pena por denunciar este ataque a los derechos más fundamentales, que me huele que es sólo la antesala de muchísimos ataques más.
Cuantas más firmas se recojan más voz del pueblo se oirá. Yo por mi parte, como el día 29 de marzo no trabajo, puedo dedicarme por entero a defender nuestros derechos por lo que me ofrezco dónde se me requiera para ayudar a lo que haga falta.
Utopía o realidad?
Por cierto, de piquete de presión para obligar a la gente a ir a la huelga, no me busquéis.

miércoles, 14 de marzo de 2012

OS SENTÍS ALUDIDOS?

Cuando oís hablar de “Reforma Laboral”, os sentís aludidos? Cuando oís hablar de despidos de funcionarios, os sentís aludidos? Cuando oís hablar de rebajas en los sueldos, os sentís aludidos? Cuando oís hablar de recortes en educación y en sanidad, os sentís aludidos? Cuando oís hablar de corrupción, de EMARSA, de ERES, de GÜRTEL, de URDANGARÍN, os sentís aludidos? Cuando oís hablar del despilfarro del dinero público en macro-obras que nos hipotecan y forman gran parte de nuestro actual déficit, os sentís aludidos? Cuando oís hablar de las pensiones que cobran los ex parlamentarios, os sentís aludidos? Cuando oís hablar de casi 6.000.000 de parados, de burbuja inmobiliaria y de especulación, os sentís aludidos? Cuando oís hablar de abuelos a los que les están quitando los pisos por avalar a sus hijos porque no complace suficientemente su avaricia el piso de éstos, os sentís aludidos? Cuando oís los sueldos que cobran vuestros gobernantes y todos los privilegios de que disponen, os sentís aludidos? Cuando veis que aquellos a los que habéis votado están haciendo todo lo contrario de lo que dijeron y que criticaban cuando eran otros los que gobernaban, os sentís aludidos? Cuando veis que los que dejan de dirigir nuestro país se marchan a trabajar a grandes empresas con sueldos millonarios, os sentís aludidos? Cuando oís hablar de fuga de capitales, de paraísos fiscales y de fraude fiscal, os sentís aludidos?
Podría seguir y seguir pero no voy a hacerlo. Creo que esta es una muestra suficiente de lo que se respira a nuestro alrededor. Sólo quería significaros que todos aquellos que nos están pidiendo austeridad y sacrificio, no necesitan guarderías para dejar a sus hijos para ir a trabajar porque pueden pagar a quien se los cuide y a quien les limpie la casa y a quienes cuiden de sus ancianos; ni Colegios ni Universidades Públicas, porque pueden pagarlos. Ni les preocupa ponerse enfermos porque pueden pagar los mejores médicos y si es necesario incluso irse a otros países donde están los mejores especialistas. Tienen dinero para ir a las Óperas que construyen para ellos y para pagarse las mejores entradas para ver la fórmula uno, etc. etc.
Yo, ante esta huelga convocada para el día 29 de marzo, intento crear conciencia porque hay que actuar con responsabilidad. Esa es mi opinión y mi objetivo. Que cada uno sepa que si el día 29 de marzo acude a su puesto de trabajo, está tomando partido por una u otra parte. O con los que pretenden luchar para que nuestros derechos no sean vilmente pisoteados, o con los que nos piden austeridad y sacrificio para salir de la crisis que ellos mismos no saben ni lo que significa, porque a ellos, no les afecta.
La reforma laboral y la inmensa mayoría de las medidas que hasta ahora se están tomando contra la crisis, sólo afectan a las clases más humildes.
YO LO TENGO CLARO, YO VOY.

viernes, 9 de marzo de 2012

HOY ESTOY UN POCO MÁS FELIZ

La carrera hacia la huelga general ha comenzado. No podía ser de otra manera. Desde mi punto de vista y mi forma de entender la escasa participación del pueblo en su “supuesta” soberanía, una Reforma Laboral como la que ha llevado a cabo unilateralmente el Partido Popular, con esa prepotencia y ese desprecio a los trabajadores, no podía tener otra respuesta.
Y ello porque esta Reforma Laboral es injusta y rastrera: porque no va a crear empleo sino a destruirlo; porque deja el sustento de las familias a merced del capricho o el deseo de un empresario a quién posiblemente sólo le preocupe su beneficio, ni el del país ni el de los trabajadores; porque transforma el Derecho al trabajo en una sumisión cercana a la esclavitud, porque no respeta la conciliación de la mujer con la vida laboral; porque no respeta el Derecho de los trabajadores a sufrir enfermedades; porque nos deja completamente desamparados frente al capital; porque creo que es inconstitucional y por un largo etc.
Pero la razón más importante de sentirme feliz es poder contribuir con mi nombre y apellidos a esta lucha vital, en este momento vital, para intentar frenar el intento de acoso y derribo de la lucha de todo un siglo de la clase trabajadora por conseguir unas mínimas condiciones laborales.
Nos tratan como a perros como si lo importase fuese el capital de las empresas y no las personas que con su trabajo colaboran para sacar adelante un país, con su trabajo y con sus impuestos; con su consumo y con sus votos. Como si fuésemos piezas de la maquinaria y no seres humanos. Como si no nos necesitaran y nos estuvieran haciendo el favor de darnos un puesto de trabajo por caridad para que podamos sostener a nuestras familias. Porque creo que esto es sólo el comienzo de una nueva era en la que nos están mostrando quienes tiene el poder y quienes tenemos que someternos ante él. Es una cuestión de lucha por la dignidad.
No se como reaccionarán los trabajadores, si antepondrán el sueldo de un día por las condiciones para todo un futuro; si les habrán convencido de que la única forma de salir adelante, es arrodillándose a las condiciones impuestas desde el poder de los que lo tienen todo y nos piden a nosotros los sacrificios que ellos no están dispuestos a hacer y que ni siquiera han conocido ni pretenden conocer; porque quienes nos imponen esta vil Reforma están todos forrados, forrados a nuestra costa.
Y aprovecho para mostrar mi indignación con el CSIF, que todavía no ha debido entender que estamos todos juntos en esta lucha, que no se trata de salvar el culo a los funcionarios o a los panaderos o a los obreros de la industria, que se trata de luchar por los derechos de los trabajadores de todo un país, por los derechos de las clases más humildes. O es que ellos no se consideran trabajadores? Me avergüenzo si es que es cierto que andan negociando a espaldas del resto de la ciudadanía y haciendo el juego al divide y vencerás para conseguir cuatro migajas para un colectivo mientras el resto de los trabajadores del país ven peligrar sus puestos de trabajo, sus salarios y sus condiciones laborales. Y espero que no representen a la mayoría.
Espero que el domingo seamos muchos tomando las calles. Espero que nos acompañe la ilusión y uno a uno transmitamos al resto de nuestros compañeros, familiares, vecinos, etc. etc. la esperanza de esta lucha. Porque según la Constitución vivimos en un Estado democrático de Derecho y éstas son las vías para reivindicar que no nos quiten los pocos derechos que los pobres tenemos, porque los ricos, todos los derechos los pueden comprar, pero la dignidad no se compra, se gana.
Hagamos de esta reivindicación una fiesta, la fiesta de la lucha, porque tenemos derecho a un puesto de trabajo digno, porque tenemos derecho a la educación y a la sanidad, porque lo pagamos. Porque tenemos razón y la razón tiene que vencer y porque somos más... muchos más.

martes, 6 de marzo de 2012

8 DE MARZO Y UNA MUJER TRABAJADORA

Lo que más claro tengo en esta vida es que mi madre vino a la misma a sufrir. Un padre alcohólico y un hijo alcohólico, poco margen dejan para la felicidad. Y sin embargo, mi madre fue todo lo feliz que pudo ser porque construyó su felicidad sobre la base de ayudar a los demás, sin esperar nunca nada a cambio.

Nacida en Madrid durante la guerra civil -de la cuál recordaba cosas y eso que apenas contaba tres años- tras finalizar ésta y estando mi abuelo temporalmente desaparecido (o mis abuelos temporalmente separados, nunca lo llegué a tener muy claro), mi abuela con sus dos hijos regresó a su pueblo natal donde vivían mis bisabuelos, a intentar sacar a sus pequeños adelante.

De pequeña, poco pudo acudir a la escuela; apenas consiguió aprender a escribir (con absoluta falta de respeto a la gramática y a la ortografía) y las cuentas básicas, indispensables para desenvolverse con el dinero. En su casa había muchas otras cosas que hacer, tales como: llevar el almuerzo a mi abuelo (que al fin regresó para dedicarse al oficio de porquero para bebérselo antes de que el salario llegase a casa); ayudar a mi abuela en las cosas de la casa; cuidar de sus dos hermanos pequeños -que merced al regreso de mi abuelo, finalmente llegaron- mientras mi abuela intentaba conseguir algo para poner en la mesa; incluso pedir para sobrevivir, pues los tiempos eran muy duros. En fin, una vida rural de una familia sin ningún patrimonio como tantas y tantas había.

Así que, siendo todavía una niña de apenas 15 años, tuvo que volver a Madrid para dejar de ser una carga para su familia e intentar mantenerse por si misma. Así comenzó a servir interna en casas de buenas familias y a conocer los sinsabores del trabajo, que no de la vida laboral, pues por aquel entonces, no hace falta que os describa en que consistía servir. Este fue su oficio hasta que se casó.

Mi madre, como casi todas las madres de la época de franco se convirtió en un ama de su casa. La única que se encargaba de las labores del hogar, pues en casa éramos cinco, y chicas, con obligación de acometer dichas tareas, ella y yo. Pronto me enseñó que las cosas eran así y se procuró mi ayuda, cosa que yo siempre consideré injusto y que nunca comprendí pero que tampoco nunca fui capaz de hacerle entender. Bueno... en realidad sí, en el fondo, lo entendía; pero ella siguió siendo siempre la misma, la que mas trabajaba en nuestro hogar.

Sin embargo, las dificultades del día a día familiar le obligaron además a tener que asumir parte de su carga económica y tan pronto como podía conseguir que alguien se quedara a nuestro cuidado, acudía donde le dijesen que podía ganar algún dinero a limpiar más y más y más; los trabajos más duros de la limpieza que otros podían permitirse pagar.

Así fue como conoció el hospicio, institución entonces regentada por las monjitas de la caridad que estaba justamente al lado de nuestra casa. Allí las monjitas le procuraban trabajo y además nos acogían a nosotros mientras ella faenaba ayudándole con su caridad a sacar adelante a nuestra incipiente familia y allí fue dónde empecé a saber que mi madre había venido a este mundo a hacer el bien aunque entonces yo no lo entendiera.

Aquel Hospicio estaba lleno de niños sin familia. La gran mayoría de ellos porque sus padres no podían hacerse cargo, y los dejaban en el torno, y otros porque desgraciadamente habían perdido a los suyos; así que mi madre no dudó en amadrinar a alguno que otro (sacarlos de la pila, que decía ella) y llevárselos de vez en cuando a casa a comer, a pasear, a jugar, en fin, a compartir tanto amor como tenía con tantos como lo necesitaban.

En aquella ocasión, la fortuna le sonrió y, por medio de aquellas caritativas monjitas, se le presentó la oportunidad de trabajar en una dependencia de la Diputación Provincial, eso sí, sólo media jornada que ella cumplía mientras a nosotros nos cuidaban nuestros abuelos. Así fue como entró en el mundo laboral. Y digo que la fortuna le sonrió porque con el tiempo, aquellos trabajadores que entraron en la Administración, merced a la lucha sindical, consiguieron importantes derechos laborales y al fin, y aunque fuera limpiando grasa de máquinas de impresión y baños de señores, consiguió tener un trabajo digno hasta su jubilación.

Esa era mi madre en su faceta de mujer trabajadora. Por la mañana atendiendo su casa, a su marido y a sus hijos y por la tarde, limpiando para arrimar un poquito de dinero para los gastos de la hipoteca y para el ahorro del matrimonio con el único fin de que sus hijos, mis hermanos y yo dispusiésemos de las oportunidades que ellos nunca tuvieron.

Pero no haría justicia a esta mujer, sino hablase de su faceta humana, la que más le distinguió y la que yo más envidio, pues está al alcance de muy pocos entregarse a los demás. Mi madre era católica; una persona humilde en aquellos tiempos de ignorancia y de imposición, no podía ser de otra manera, pero jamás antepuso sus deberes a los ritos católicos y siempre respetó, tras intentar que fuésemos creyentes, que no comulgásemos con sus cleros. Vivió su fe en silencio aunque fue la mayor cumplidora de los diez mandamientos (bueno, dudo que amase a Dios por encima de su familia, la verdad) y practicó las enseñanzas de Jesús.

No hubo pariente del pueblo a quien no acogiese en su casa cuando necesitaban venir a la capital, normalmente en busca de atención médica. Alí dormía si era necesario. Ella les acompañaba al médico y les explicaba sus indicaciones y si quedaban ingresados en el hospital, no dejaba ni un solo día de acudir a visitarles.

Nunca hubo nadie enfermo a su alrededor a quien no se ofreciese ayudar en lo que fuese necesario, tanto daba limpiar su casa, hacerles la compra como limpiarles a ellos mismos, si ello fuese preciso.

Cuando se quedó sin madre, muy joven, por cierto, mi abuelo vino a vivir con nosotros y allí permaneció hasta que murió. También es cierto y no haría justicia a la verdad si no dijese que aquel hombre (un gran hombre con sus defectos y a quién yo adoré) que para entonces había dejado de beber, fue un gran apoyo y ayuda tanto para ella como para nosotros, pues mi padre apenas coincidía con nosotros en casa por su trabajo.

Cuando la madre de mi padre enfermó de demencia senil, no consintió en que vagase de casa en casa de sus hijos y la acogió en la nuestra cuidándola con todo el amor de que fue capaz hasta que siete años después, su muerte la liberó de esa carga.

No hubo ciego que no ayudase a cruzar la calle, caído que no ayudara a levantarse, cosa que no recogiera del suelo para ayudar a quién se le había caído ni persona a la que no ofreciese su ayuda para cuanto fuera menester. En fin, podría describir tantas y tantas de sus conductas que en un blog no cabrían.

Apenas se jubiló y vio la oportunidad de poder disfrutar un poco en la vida, mi padre falleció y se quedó sola. Ella que había vivido toda su vida para servir, se quedó sin nadie para quien hacerlo y aunque disimulaba cuanto podía, la tristeza se apoderó de ella, esta vez para siempre.

Un ocho de marzo falleció tras haber luchado contra la leucemia durante año y medio de su vida y tras haber sufrido la pérdida, quince días antes, de uno de sus nietos, con tan sólo nueve años, a causa de un linfoma.

Mi madre vino a este mundo a sufrir, eso a estas alturas, lo tengo claro. Y aun así supo ser feliz dándola por los demás. Es sin duda un ejemplo y, para mí, en el día de la mujer trabajadora, digna de un homenaje. Este es el mío.

Si estuviera escribiendo en papel, mis lágrimas estarían emborronando de tinta las letras. Cómo es en el ordenador, pasaré luego una balleta y seguiré luchando.

viernes, 2 de marzo de 2012

LA MANIFESTACIÓN Y LAS VÍCTIMAS DEL 11 M

Es curioso cómo se manipulan y se tergiversan la cosas últimamente. Bueno, quizá siempre fue así y soy yo la que durante demasiado tiempo, ha permanecido en la inopia.
Tampoco se quién, cómo ni por qué se ha elegido esta fecha para la manifestación. Sólo sé que es domingo y un día como otro cualquiera para manifestarse. Bueno, es verdad, como otro cualquiera no; el 11 de marzo es el aniversario del más terrible atentado ocurrido en nuestro país y por el que estoy segura de que miles de personas lloran cada año y muchos días del año; y lo dice de corazón y sinceramente alguien que ha perdido demasiados seres queridos ya.
No obstante, flaco favor se hace a las víctimas y a sus familiares si se las tiene de boca en boca y se las utiliza para lanzar dardos envenenados hacia uno y otro lado de la contienda política de nuestros dos magníficos partidos mayoritarios.
Lo que yo si que tengo claro es en qué parte de esta sociedad se encontraban aquellas víctimas: en el lado de los trabajadores.
No creo que ninguno de los que perecieron en tan cruel atentado fueran políticos ni personas poderosas. Ellos no utilizan el transporte público. Estoy convencida también de que la gran mayoría de ellos eran trabajadores que, lamentablemente, murieron con las botas puestas, camino de sus puestos de trabajo dónde acudirían para ganar, con el sudor de su frente, el sustento de sus familias con la dignidad que todos los ciudadanos merecemos. Posiblemente, muchos de ellos serían también estudiantes, jóvenes que intentaban lograr un futuro mejor para escapar de una pobre existencia como la que, tal vez, sus padres llevaban. Pues casual y desgraciadamente también, el atentado no tuvo lugar en un lujoso barrio de Madrid, sino en una zona mayoritariamente obrera.
No sé lo que el resto de personas tendrán en su corazón cuando acudan o no acudan a la manifestación ni cómo ellos sentirán dicha protesta pero yo, personalmente, por encima de la política y por encima de los tejemanejes de quienes manipulen o pretendan manipular esta manifestación, intentaré hacer de ella un homenaje a aquellas víctimas que lo fueron, no sólo de la necesidad de un puesto de trabajo digno, sino probablemente también como consecuencia de los absurdos objetivos que, por encima de todos y de cada uno de los trabajadores de este país y de todos y cada uno de los seres humanos que habitamos este mundo, manipulan, manejan y deciden los destinos de las personas de bien.

jueves, 1 de marzo de 2012

UN TRABAJADOR, OTRA EPOCA


Os voy a contar hoy la historia de un trabajador: mi padre.


Empezó a trabajar en la barra de un bar cuando apenas tenía 14 años; su hermano ya lo hacía con doce recogiendo vasos porque en casa de mis abuelos eran 7 bocas y francamente, resultaba difícil poder llevar algo que poner en la mesa. 
Estando recién casado, emprendió una pequeña aventura migratoria hacia Bilbao -intentando huir de ser camarero toda la vida- pero coincidiendo la falta de trabajo con las malas condiciones de vida de pensión con derecho a cocina, mi madre quedó embarazada y decidieron volver a casa; allí tampoco las cosas estaban nada fáciles.
Ambos pensaron qué dónde comían dos, comerían tres pero tuvieron la dicha de que en tan sólo año y medio, dios les bendijera con tres hijos, mis dos hermanos mellizos y yo. Y dónde pensaban que iban a comer tres, hubo que alimentar a cinco. Ni qué decir tiene que al no haber métodos anticonceptivos, su vida sexual debió sufrir un considerable deterioro; pero eso es otro cantar.
Mi padre volvió a trabajar de camarero y, como era lo único y lo mejor que había conseguido aprender a hacer, cuando regresó convirtió este trabajo en su profesión.
Afortunadamente, en aquellos tiempos había todavía empresarios con dignidad que conocían perfectamente como sacar adelante una empresa y uno de ellos le ofreció justo el doble de lo que ganaba por irse a trabajar con él a su empresa, en calidad de encargado.
Mi padre no tenía otra motivación que sacar a su familia adelante por lo que consideraba a esta empresa que le ofrecía esa posibilidad como su propia empresa. Trabajaba todos los días de la semana excepto los miércoles, y ello siempre y cuando no faltase alguno de sus compañeros por enfermedad o por cualquier otra circunstancia, en cuyo caso, podía pasarse meses sin librar; vacaciones unos días en noviembre, el resto las trabajaba; 10 horas diarias, 11, 12, las que hiciera falta con tal de que su empresa obtuviera beneficios. Ello se traducía en un sobre extra (en negro, por supuesto), con el que mi padre fue intentando conseguir un poco de dignidad para nuestro futuro y para su jubilación. El era quien ponía y quitaba los escaparates, quien preparaba los pedidos, quien hablaba con los proveedores, amen de atender la barra con profesionalidad y amabilidad. Trabajaba sin descanso y con ilusión porque, en realidad, sentía que trabajaba para él. Jamás le vi cobrar a ningún familiar ni invitar en su trabajo, siempre les pedía a sus compañeros que nos cobraran y quedaba con quienes iban a verle fuera de su empresa para poderles invitar con su dinero. Ni que decir tiene que yo me di realmente cuenta de que tenía un padre, cuando murió mi abuelo.
Cuando empezaron a construirse viviendas de protección oficial, a mi padre se le presentó la oportunidad de conseguir lo que nunca sus padres hubieron conseguido, que fuera suya la vivienda en la que quería vivir. Pasar de vivir de alquiler en una casa que tenía un retrete en el rellano de la escalera, no dentro de casa  (eso lo he vivido yo) por vivir en un piso de 79 metros cuadrados, tres habitaciones, calefacción, baño ¡con bañera y todo!, etc. Creo que os lo podéis imaginar.
Sin embargo, él, que no era dado a las aventuras, (era de los que prefería tener seguro el sustento de su familia por más que pasase toda su vida pensando en montarse por su cuenta) no se atrevía a dar el paso de meterse en semejante gasto sin tener nada más que su trabajo como respaldo y tuvo que ser su jefe quien le animara y le convenciera de que no dejara pasar esa oportunidad, ofreciéndose a ayudarle si fuera preciso. Si mi padre ya consideraba su empresa como propia, el siguiente paso fue considerar a su jefe casi como a un padre.
Con la buena suerte que le caracterizaba, el promotor de los pisos desapareció con el dinero y entre todos los vecinos tuvieron que constituirse en cooperativa para poder terminar la construcción y poder entrar a vivir. El entonces Ministro de la Vivienda, les entregó las llaves en el que sería, probablemente, uno de los días más felices de su vida como atestiguan las fotos que aun conservo.
Pero la edad no perdona y el jefe de mi padre, un buen día, falleció. No se cómo describiros la sensación de ver a mi padre llorando como un niño aquel día.
Lógicamente, las empresas que su jefe, sus compañeros y el mismo habían levantado codo con codo, la heredaron los hijos del jefe. Todo lo que su padre había conseguido con el sudor de sus trabajadores y con su trabajo, se lo repartieron entre los tres y la cafetería en la que trabajaba mi padre, pasó a manos de uno de ellos.
Para entonces, mi padre ya iba siendo mayorcito, pues la edad tampoco perdona. Entonces empezaron los tiempos de los  emprendedores, de la revolución en el mundo de la empresa; los escaparatistas, el marketing, los cursos  y por supuesto, los nuevos tipos de contratos con ayudas por contratar a jóvenes, la mano de obra barata de los inmigrantes, etc. etc.
En resumen, mi padre para su nuevo jefe ya no suponía una ayuda, sino una carga. Como para entonces había consolidado los derechos económicos (que no legales) que su padre le había concedido, pensó que ya no era rentable para su empresa y comenzó a prescindir de él y a hacerle sentir cada día más inútil, más inservible y más viejo, hasta el punto de que, por miedo a que terminase con una depresión, entre toda la familia conseguimos convencerle para que dejase de trabajar. Pero, como no había llegado a cumplir los sesenta y cinco años (tenía tan sólo 62), ello se traducía en una pensión mínima reducida en un tanto por ciento que apenas le permitiría hacer frente a los pagos que había de afrontar. 
Dado que su jefe estaba deseando librarse de él, finalmente llegaron al acuerdo de despedirle. Un despido improcedente pactado del que mi padre no se llevó ni una peseta. Lo único que consiguió a cambio fue cobrar del paro hasta completar su jubilación para que su pensión no se viese recortada. Tengo que deciros de paso que la mayoría de quienes habían trabajado codo a codo con mi padre, también se vieron obligados de una u otra forma a dejar la empresa viéndose sustituidos por otro tipo de personal, nula o escasamente cualificado y básicamente temporal en función de las condiciones económicas más favorables que el Estado ofreciera.
Mi padre falleció a los 65 años, víctima de un cáncer. Esta fue su vida y también la mía. No voy a plantear ni moralejas ni conclusiones. Sólo quería contaros una historia que me duele profundamente y que es real y también rendir un homenaje a mi padre y a todos esos trabajadores que, como mi padre, nunca heredaron la empresa, ni disfrutaron de los derechos que la Ley les otorgaba y que levantaron este país.
Espero que la lectura la hagáis vosotros y como no me puedo callar aunque lo intento, reivindicar la dignidad en el trabajo y la dignidad de los trabajadores, porque por encima de todo, somos personas, seres humanos.