miércoles, 25 de julio de 2012

#REFERENDUMCONFIANZA


Llevo días con ganas de escribir en el blog pero sin decidirme por un tema concreto. Y es que hay tantos flancos abiertos que es difícil decantarse por uno u otro de los graves problemas que atenazan nuestra sociedad.
Sin embargo, los que vais siguiendo un poco mi trayectoria, sabéis bien que hay uno que me preocupa especialmente porque atañe a la base de la posibilidad de que todos los ciudadanos tengan los mismos derechos. Es la democracia y el ideal de la libertad, la justicia y la igualdad.
En una sociedad en la que los ciudadanos no tienen democracia, es decir, no tienen la posibilidad de elegir a quienes representen sus necesidades o sus problemas y a quienes dirijan su vida en sociedad, es ciertamente difícil que se pueda hablar de derechos ni de libertad. Si los ciudadanos no pueden exigir responsabilidad a quienes les gobiernan, son personas sometidas al imperio de un poder. Y están claramente en manos de ese poder que es quien decide lo que está mal y lo que está bien, lo que se puede o no se puede hacer y quien tiene derecho y quien no y a qué.
Eso es sinceramente lo que más me preocupa actualmente; y me preocupa incluso más que la marcha económica del país -que ya es decir, porque francamente, parece que la cosa se pone cada día más fea- porque, usando el simil neoliberal de la “familia” que se ha usado para explicar que no se puede gastar mas de lo que se gana porque eso es vivir por encima de las posibilidades, se puede igualmente utilizar para analizar la forma de afrontar la salida a esta crisis desde otros parámetros.
En una sociedad democrática, como en una familia, lo importante no es hacer lo que unos creen que está bien; lo importante es trabajar todos en conjunto para que toda la sociedad esté bien, aportando cada uno aquello en lo que pueda ser útil y llegando a acuerdos para lograr el bienestar para todos o al menos para la gran mayoría; respetando las diferencias de gustos y de opinión de forma que cada miembro pueda tener cubiertas sus necesidades básicas y pueda además vivir en libertad.
Si la familia está pasando un bache económico pero está unida, con el trabajo de todos conseguirá salir adelante. Si hay que renunciar a determinados caprichos o incluso a determinadas comodidades, esa familia lo hará de buen grado con la mirada puesta en un futuro mejor para todos y probablemente saldrá adelante todavía más reforzada.
Pero si el padre cree que sólo él sabe lo que hay que hacer, no escucha al resto de sus miembros y les trata desigualmente a la hora de trabajar o de sacrificarse para que la familia salga adelante y además les impone ese criterio basándose en que es el cabeza de familia, puede ser que también su economía salga adelante pero sus miembros habrán perdido su libertad, la igualdad en sus derechos, la justicia y probablemente permanecerán juntos pero difícilmente habrá fraternidad.
Hacia ese modelo de familia es hacia el que veo que caminamos actualmente. Y sin embargo, el símil creo que todavía se queda corto.
Nuestro Presidente, Rajoy, creía que era el instrumento adecuado para sacar a España de la crisis (por no decir simple y llanamente que quería a toda costa acceder al poder) y consiguió convencer a un número suficiente de votantes de que era capaz de hacerlo, tantos que obtuvo la mayoría absoluta en el Congreso. Para ello utilizó un programa y una campaña electoral en la que planteaba en qué forma iba a hacerlo.
Sin embargo, apenas llegó al poder, empezó a desdecirse de todo lo que había dicho en campaña y no sólo se desdijo, sino que empezó a tomar prácticamente todas las medidas contrarias a las que dijo que iba a tomar.
Y todo ello con una torpeza tan manifiesta y rodeado de un equipo tan torpe (por no decir impresentable en su mayoría) que España, Europa y el mundo, empezaron a desconfiar de él. Unos aluden a esa torpeza pero muchos otros, como yo, estamos convencidos de que se coge antes al mentiroso que al cojo.
Tengo la sensación de que mucha de aquella gente que depositó en él su confianza, también la ha perdido pero muchos más que creyeron sus mentiras, se sienten estafados.
Siempre he pensado que en democracia, cuando un Partido Político presenta un programa electoral y el Gobierno que ha formado se da cuenta de que no va a poder cumplirlo -por los motivos que sea- debería dimitir, elaborar un nuevo programa adaptado a las circunstancias sobrevenidas y obtener de nuevo el respaldo de los ciudadanos. Pero, hoy en día, parece que la única que vive en los mundos de yupi soy yo, porque la gran mayoría de los representantes de los ciudadanos parece acatar y hacerse cómplice de este vergonzoso robo de nuestra soberanía. Creo que ese peligro es aun más grave que el perjuicio económico que esta crisis nos puede provocar.
Está claro que hoy en día España es una patata caliente que pocos se atreven a coger y por eso creo, sinceramente, que la democracia que estamos viviendo es una farsa.
Pero, como eso es poco, entre recorte y recorte y de política injusta a política más injusta -todas dirigidas a que la crisis la pague el grueso de los ciudadanos más desfavorecidos- además tenemos que asistir a ver como nos cuelan el ideario del Partido Popular y si pueden desmantelar lo público y vender España al mejor postor (amiguetes del alma) mejor que mejor. Todo ello aprovechándose de esa misma mayoría absoluta que consiguieron con mentiras cuando, probablemente, la gran mayoría de los ciudadanos q votó al Partido Popular, lo hizo con la esperanza puesta en que, como su antecesor Aznar (vendiendo, por cierto, una ilusión) en cuanto llegase al Gobierno, sacaría a España de la crisis y crearía los puestos de trabajo que cada día más gente demanda en este país. Y sin embargo, vamos de mal en peor.
Por eso creo que los sindicatos no deberían pedir un referéndum sobre los recortes sino que deberían pedir que se convoque un referéndum para ratificar o no la confianza en este Gobierno. Porque algunos entendemos que la democracia es el gobierno de la mayoría pero no creemos que la mayoría que actualmente detenta el Partido Popular haya sido conseguida de forma legítima sino mintiendo y traicionando la confianza del electorado.
Si el Gobierno consigue que la ciudadanía le ratifique la confianza. Aquí paz y después gloria, la mayoría habría decidido su futuro. Si no la ratifica, no queda otra que la dimisión, la convocatoria de nuevas elecciones y luchar unidos para salir de la crisis como una familia democrática.
Podemos seguir como hasta ahora y que salga el sol por antequera pero muchos deberíais preguntaros cual es el modelo de familia que concuerda más con el ideario del Partido Popular y asumir las consecuencias de no hacer nada por evitar que triunfe.

miércoles, 18 de julio de 2012

#19J #ALACALLE

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Ayer recorrí las tierras de la desolación. Miles de hectáreas arrasadas por el fuego entre los pueblos de Altura y Alcublas. Allí dónde hace apenas 15 días el verdor emergía de la madre tierra y la naturaleza tenía vida y poder, hoy apenas queda nada más allá de madera quemada, suelo cubierto de ceniza y vacío; un profundo y doloroso vacío. El negro de la desolación ha sustituido al verde de la esperanza sin que podamos hacer ya nada por evitarlo.
Tal vez, la tristeza que me produjo aquel macabro espectáculo ha provocado que hoy me sienta menos optimista de lo que debiera pero no puedo quitarme de la cabeza la comparación de aquella desolación con la realidad que nos está tocando vivir.
Lo que un día fue una sociedad que emergía hacía el futuro con la esperanza de un mañana mejor tras años de dictadura y opresión, se encuentra hoy en día, bajo mi punto de vista, en claro peligro de extinción.
La igualdad y la justicia, riego y alimento de la democracia, cada día escasean más; el egoísmo de unos pocos que pretenden acaparar el dinero y el poder, está dejando que la prosperidad se seque a la espera, tras el desastre, de apoderarse de las ruinas y levantarlas, eso sí, cuando ya sean de su propiedad y la poca vida que quede en pie esté sometida a su servicio; quienes deberían prevenir los desastres y proteger nuestras vidas están a las órdenes de los que anhelan que todo se incendié a sabiendas de que, si esto sucede, al menos para ellos habrá alguna que otra tonelada de madera quemada.
Y los humildes ciudadanos, la naturaleza misma de esta sociedad, anclados en el suelo soportando los azotes de los vendavales políticos y económicos; quemados ya por el sofocante infierno de la sequía y arrasados muchos de ellos por el fuego cruelmente provocado a sus espaldas; desorientados, sin encontrar la salida; prisioneros de las leyes que un día debieron servir para protegerles del fuego pero que hoy les niegan el agua que por justicia debería provenir de su soberanía y les cierran cualquier posibilidad de moverse bajo amenaza de que, si algún bosque pretende sacar sus raíces de la tierra, corre el peligro de ser arrasado por sus brigadas forestales.
Y nosotros, los pobladores de los bosques, incapaces de darnos cuenta de que tanto los pinos, los robles o los alcornoques, como las retamas, la maleza, las amapolas e incluso los cardos, formamos parte de esa misma naturaleza; incapaces de interiorizar que sólo con la solidaridad y moviéndonos todos juntos, al mismo tiempo, unidos como eslabones de una misma cadena, podríamos hacer un cortafuegos lo suficientemente grande como para poner a salvo esa naturaleza, la propia naturaleza, la esencia de la vida y la vida misma.
Pero esta unión no puede hacerse desde el egoísmo ni desde el interés. Cada árbol, cada planta, no debería intentar que él o su especie no sea pasto de las llamas y unirse a otros para evitarlo. Deberíamos comprender que todas y cada una de las plantas tienen el mismo derecho a sobrevivir; que todos y cada uno de nosotros, todos y cada uno de los seres que formamos este ecosistema, nos necesitamos para mantener el equilibrio y la vida.
Solo desde la solidaridad y la conciencia de que nuestra esencia es sólo una y desde el convencimiento mutuo de que no sólo tenemos el derecho sino también la obligación de defenderla para el bien de todos, conseguiremos evitar un siniestro que, por global, podría ser fatal para la supervivencia en este mundo. Porque cuando el incendio empieza, se propaga a gran velocidad y arrasa todo lo que encuentra en su camino.
Por mucho que les pese a aquellos que pretenden adueñarse de nuestra naturaleza, de nuestros bosques o de sus cenizas, la tierra no tiene dueños y todos los seres humanos que la habitan tienen el mismo derecho a sobrevivir en ella.
No se si me habéis entendido aunque supongo que sí. En el fondo sólo quería deciros que mañana estaré en las manifestaciones convocadas, no porque me hayan quitado la paga extra, sino para defender la justicia y la democracia antes de que el egoísmo, el capitalismo, el neoliberalismo o como quieran llamar a este atropello contra los seres humanos arrase cualquier vestigio de supervivencia digna en nuestra sociedad.
Y si por una de aquellas llegamos a ser muchos, muchísimos, una mayoría, los que llenamos las calles de lucha, y aún así no conseguimos nada, muy probablemente, con uno de los moscosos que me quedan, el día 25 de septiembre estaré en los alrededores del Congreso exigiendo la restitución de la justicia, la igualdad y la democracia en este país para nosotros y desde allí para el resto de los hermanos de este planeta.

viernes, 13 de julio de 2012

PRIVILEGIADOS


Esta entrada va especialmente dirigida a todos aquellos a los que esta crisis está haciendo perder el norte o a quienes el nuevo lenguaje neoliberal tiene tan confundidos que ya no saben ni distinguir entre privilegios y derechos.
Privilegiada es la nobleza de este país que sigue siendo propietaria y terrateniente de grandes parcelas de nuestra sociedad y que con la Monarquía a la cabeza no sólo ha conseguido eludir la Revolución Francesa, sino que en el siglo XXI, sigue siendo cabeza visible en este país.
Privilegio es nacer con el título de Jefe del Estado Español debajo del brazo por ser vos quien sois bondad infinita y privilegio es hacerlo a pesar de ser el pequeño de los hermanos sólo por el hecho de ser varón.
Privilegio es estar casada con el sinvergüenza más grande de este país que no tenía suficiente con la condición privilegiada que ostentaba, sino que además utilizó sus influencias como miembro de la familia real para enriquecerse y robar al pueblo español parte del dinero que ahora le recortan en sanidad y educación; y todo ello con la confianza en que jamás nadie se atrevería a investigarle y mucho menos imputarle. Y privilegio es que ni siquiera la llamen a declarar porque resulta que, para ella, conocer lo que hacía su marido en la empresa de la que ostentaba un 50% de titularidad y ejercía incluso un alto cargo, no es delito, mientras estamos hartos de ver como al resto de las esposas que se han beneficiado de los delitos de sus maridos, no sólo las han llamado como mínimo a declarar, sino que además están imputadas; como la esposa del socio “Torres” sin ir más lejos.
Privilegio es codearse con toda la jet del mundo, reyes, grandes empresarios, grandes fortunas, jeques -muchos de ellos incluso de países donde la democracia brilla por su ausencia- y recibir regalos como barcos, coches de altísima gama, grandes recepciones, cacerías, etc. etc. (eso que se sepa). Privilegio es haber hecho gracias a todos esos contactos una de las fortunas más grandes del mundo y haber conseguido, mediante el capital, el poder que la monarquía constitucional le negó, que no en vano padre e hijo van ahora con los empresarios de la élite buscando otros mercados donde invertir. Privilegio es solucionar la traición al pueblo español por haberse ido de cacería a Bostwana -mientras decía no dormir pensando en el paro juvenil y pedía sacrificio y austeridad a los españoles- con un “lo siento, me he equivocado” y aquí paz y después gloria.
Privilegio es que una vulgar periodista, encima divorciada -vaya ejemplo de modelo de familia, como criticaría la rancia tradición católica- se convierta en la reina de España sólo por el mérito de haber conseguido engatusar al heredero de la Corona; parejita a la que queramos o no -muchos, tal vez muchísimos que no votamos la Constitución, no, pero como no nos van a preguntar- nos tendremos que tragar como nuestros futuros Reyes privilegiados con sus hijas privilegiadas a las que les cambiarán la Constitución a medida para que puedan heredar también ellas la Corona. Modélica familia real ésta -sin entrar en escabrosos detalles por si la justicia se fija en mí- a la que la propia cabeza de la Iglesia Católica siempre tiene el detalle de recibir.
Privilegio es pertenecer al Club Bilderberg -un club del que forman parte algunas de las mayores fortunas y monarquías de este mundo y dónde se dice que se deciden gran parte de las políticas que regirán el orden mundial- y además no tener que dar explicaciones a nadie de lo que en dichas reuniones se cuece ni de por qué ni para qué nuestra reina y algunos de nuestros políticos acuden allí.
Privilegio es que la Iglesia Católica sea dueña del mayor Patrimonio y de la mayor fortuna que probablemente existe en el Planeta tierra y que estén exentos de pagar impuestos en nuestro país porque le hacen claramente el juego al partido político que nos gobierna con auténtica desvergüenza, no sólo desde los medios de comunicación sino desde las propias bases, iglesias y catequesis, en vez de ponerse del lado de los más pobres y de los más necesitados -como según sus propias enseñanzas deberían hacer- al menos en estos momentos tan duros que estamos viviendo, católicos y no. Y lo dejo ahí por no meter más dedos en las llagas.
Privilegio es que una persona que ha conseguido alzarse a lo más alto de la élite futbolística -gracias a que los medios de manipulación han conseguido que sean los dioses de millones de ciudadanos- gane en un mes muchísimo más de lo que millones de pobres ciudadanos ganarán sudando en toda su vida. ¡Y fijaros bien que he dicho en un mes! Luego les lavan la imagen haciéndoles solidarios porque dedican una miseria de sus fortunas o muchas veces, tan sólo unas horas de su tiempo y su imagen en hacer obras de caridad. Es que tiene muchísimo mérito dar patadas a un balón muchísimo más que el que tienen, por ejemplo, los científicos que estudian terminar con el cáncer y con otras durísimas enfermedades.
Privilegio es que por haber hecho en tu vida algún disco que -con el debido marketing y apoyo de los medios de manipulación- ha llegado a los oídos de todo el país, te paguen el resto de tu vida suculentas comisiones mientras al Ayuntamiento del pueblo (al pueblo mismo) le sangran para que sus paisanos puedan bailarlas en la verbena de las fiestas de agosto, para muchos su única diversión; y todo ello porque es mucho más rentable para la sociedad crear canciones y explotar esos mercados para zombis que producir productos para exportar y consumir; y todo ello porque muchísimos ciudadanos les rinden pleitesía, pagan sus conciertos y no les importa hacer horas y horas de cola para verlos en directo como si no fueran seres de este planeta cuando la realidad es que son personas como tu y como yo pero con el suficiente dinero para acceder a los lugares dónde sólo las élites pueden: los bullis, los hoteles de alto estanding, los palcos de honor en todos los eventos, los sitios vip, sitios que la mayoría de nosotros sabemos que existen, porque encima nos lo enseñan, pero que difícilmente podremos nunca conocer. Yo, personalmente, ni quiero.
El mismo cuento de estos privilegiados se lo podéis aplicar a los actores, a los presentadores de televisión, al resto de deportistas de élite, a las modelos y a todos esos personajes de la farándula que viven como dios a vuestra costa; a costa de vuestro seguimiento y admiración. Personajes que construyen los medios de manipulación para que os entretengan y distraigan mientras os roban el derecho a estudiar, a vivir con dignidad e incluso, algún día también a sobrevivir; porque moriréis en listas de espera para que os den tratamientos básicos mientras ellos reciben tratamientos de estética para haceros creer que son diferentes que vosotros, más guapos, más perfectos, ídolos y con los que por supuesto nunca coincidiréis en la seguridad social ni en las colas del INEM ni serán compañeros de vuestros hijos en los colegios públicos.
Privilegio es nacer en una familia que a lo largo de los años ha ido amasando grandes fortunas a costa del sudor de los trabajadores y que ahora pueden seguir haciéndolas más y más gordas especulando en los mercados sin producir y sin arriesgar, única y exclusivamente teniendo los contactos adecuados y moviendo su capital dónde más beneficio les produzca sin importarles lo más mínimo si con ello familias enteras de trabajadores se quedan sin un salario para poder salir adelante; muchas veces sin ni siquiera una vivienda digna y pensando cada día cómo poder llevar un plato caliente a sus hijos. Y en este grupo me permito también introducir a los banqueros de los que nada os voy a decir ya que no sepáis. Y privilegiados son los hijos de todos ellos que tienen garantizado el éxito que compra el dinero de sus padres.
Podría seguir y seguir porque si empezáis a ver todo lo que la televisión muestra y a lo que jamás habéis tenido ni tendréis acceso (grandes mansiones, coches de lujo, deportivos, diamantes como puños, trajes de miles de euros, bodas fastuosas, restaurantes de alto standing, yates, aviones privados, cruceros de ensueño, etc. etc.), entenderéis quienes son las élites y quienes son privilegiados en este mundo.
Si nuestra Constitución no fuese cada día más papel mojado y la Declaración de Derechos Humanos y nuestros Organismos Nacionales e Internacionales también, veríais claramente quienes son los que ostentan derechos en este mundo de mierda que hemos construido. Única y exclusivamente los que tienen montones de ceros en las cuentas corrientes que se pueden además permitir el lujo de evadir a paraísos fiscales sin contribuir a nuestras arcas públicas. Los que no van a la cárcel porque sus bufetes de abogados son lo suficientemente buenos como para encontrar en los recovecos de las leyes los subterfugios para eludir que dichas leyes se cumplan de la misma manera que las tenemos que cumplir tu o yo. Leyes que muchas, muchísimas veces están hechas por esas mismas élites adineradas para que nada termine siendo delito para ellos: ni la estafa, ni la corrupción, ni la evasión de impuestos, ni la defraudación, ni nada de nada. Anda ¡prueba tu a escatimarle un euro al erario público!
Privilegio es alzarte con un alto puesto en un partido político demostrando que eres bueno en manipular, convencer y engañar a los votantes para conseguir el mayor número de votos y con ellos el poder; tener dinero o influencias para comprar, si hace falta, puestos de responsabilidad en esos partidos; arrimarse al árbol que mejor sombra te cobija para lograr que te metan en las listas electorales aunque para ello tengas que dejar en casa la conciencia y la dignidad; da lo mismo por qué ciudad, Comunidad Autónoma o Municipio con tal de pillar un asiento. Luego lo disfrazan de vocación de servicio al país mientras les aporta suculentas cifras y privilegios presentes y futuros. Privilegiados son todos los que, además, consiguen siempre ponerse de acuerdo para turnarse y apoyarse cuando se trata de mantener sus estatus. 
Qué algunos llevarán más años allí que yo trabajando y ya llevo 27, es un hecho. Y algunos habrá buenos, que no digo yo que no, pero ya me gustaría a mi saber dónde están ahora. De ahí a puestos políticos en la Administración, - ahora quitate tu que me pongo yo, pero no te preocupes que te busco un puesto mochilero- asesorías en empresas públicas o privatizadas, Bancos, etc. etc., un paso. Y para enchufar a familiares y amiguitos del alma, otro. Que no somos tontos ni nos chupamos el dedo, aunque lo parezca. Pero claro, la ruina de la Administración es culpa de los funcionarios, ¡zánganos chupópteros!. Tendremos que venderles lo público (lo del pueblo, propiedad de todos los ciudadanos) a nuestros amigos para que este país empiece a funcionar y el país se beneficie (como con Telefónica, como con Iberdrola, Repsol, etc.). Ahora pretenden vender la sanidad que tanto nos ha costado construir y que tanto necesitamos, entre otros muchos, patrimonio nuestro.
Privilegio es tener súbditos -en vez de ciudadanos- que no se te tiran a degüello cuando incumples radicalmente tu programa electoral y que además se tragan la corrupción, la financiación ilegal, el despilfarro, la mala gestión, etc. etc. y que de premio te vuelven a votar porque les has conseguido convencer de que en esto consiste la democracia y que esto está pasando porque los pobres ciudadanos que te han elegido para que les sacases del atolladero, han vivido por encima de sus posibilidades y que ¡claro!, has estado ocho años haciendo oposición solamente para gobernar tú porque, en realidad, no tenías ni idea de la herencia que ibas a recibir. Ah¡¡¡ y si tus electores, o los que no te querían ni ver porque sabían de que ibas, protestan, tu y tus delegados de Gobierno tenéis entrenados – y fácil que muy bien pagados- a un batallón de perros antidisturbios, mercenarios, que poco o nada tienen que ver con el general de nuestra Policía Nacional.
A ver si vamos despertando y nos vamos convenciendo de que GANARSE EL PAN E INTENTAR SOBREVIVIR EN ESTE MUNDO DE INJUSTICIA Y DESIGUALDAD, NO ES UN PRIVILEGIO, ES UN DERECHO. Que los privilegiados, ni ahora ni nunca, son ni han sido los que hoy en día tienen la suerte de tener un puesto de trabajo (con toda probabilidad miserablemente pagados y explotados) ni los q en su día se sacrificaron y estudiaron para aprobar una oposición (y que en su grandísima mayoría también cobran sueldos bastante miserables).
Ahí debemos estar todos nosotros: trabajadores; funcionarios; los parados que un día fueron trabajadores y los que aun no han podido ni empezar a sustentarse por ellos mismos; los pensionistas, que se dejaron la vida trabajando para tener una vejez digna y levantaron este país antes de que fuese Europa; los dependientes que necesitan una asistencia que sus familias arruinadas no les pueden pagar; las pymes y los autónomos, a los que hunden a impuestos y burocracia y a los que les niegan ayudas mientras ven como amnistían a los grandes defraudadores y rescatan a los bancos que nos han hundido a todos, etc. En resumen, todos los que tenemos que hacer cuentas para llegar a fin de mes y que somos los parias de esta sociedad.
Y todos tenemos que luchar unidos para terminar con este sistema en el que los grandes capitales y los grandes capitalistas, con la mayoría política a su servicio, nos está arrastrando a la miseria desde sus cuentas corrientes de montones de ceros. Tenemos que salir a las calles a demostrarles que no somos cifras; que somos personas y que tenemos caras, familias y vidas y que tenemos tanto derecho a sobrevivir en este país como el que ellos creen tener mientras nos hunden con sus trajes y corbatas. Porque entre todos ellos, y no son demasiados, se han ido llevando el dinero de nuestro trabajo y el del trabajo de nuestros progenitores; de muchos, muchísimos años de sacrificio. Y pretenden ademas dejar a nuestros hijos sin futuro mientras ponen alfombras al futuro que pueden comprar para los suyos.
Mientras aquí cada uno se dedique a salvar su puto culo y a meter el dedo en el ojo al desgraciado de al lado porque es un poco menos desgraciado que él, la batalla la tienen ganada.
Utilizan el divide y vencerás y les va de miedo. Y no sólo han conseguido dividirnos sino que además quieren engañarnos uniéndonos bajo una bandera, una nacionalidad y un sentimiento con algo tan absurdo y mezquino como la élite futbolística y deportiva en general.
Si somos españoles o no, me importa un rábano. Somos personas y tenemos que luchar unidas por nuestros derechos y por nuestra supervivencia porque esto no es un partido de fútbol ni es un juego. Es una batalla en la que o vencen ellos o vencemos nosotros. 
Y la guerra está dejando demasiadas víctimas en nuestro bando. Tú eliges en que bando estás. Yo lo tengo claro.