jueves, 13 de diciembre de 2012

REFORMAS GALLARDÓN


He leído Gallardón, Ministro de Justicia, que, en tu afán reformista, pretendes ahora retocar el Código Civil para proteger éticamente la dignidad del menor. 
Sabrás tú, Gallardón, y los de tu calaña lo que es ética y dignidad!!!
Sólo entendéis el ideario católico que os interesa y no conocéis lo que es el respeto ni a los pobres ni a los que piensan diferente a vosotros. Ya ni respetáis a los propios representantes del Poder Judicial que no están de acuerdo con vuestras injustas políticas.
Dejad de cambiar las cosas que no se adaptan a vuestro ideario y pensad en como ayudar al país, en vez de en adoctrinar a sus habitantes. Al menos, ya que habéis llegado al poder mintiendo y habéis cambiado la mayoría de vuestras promesas por Reales Decretos contrarios a las mismas, dejad de fastidiar.
Por el contrario, os sugiero algunas otras materias que podríais mejorar:
Perseguir y legislar el control sobre vuestras propias conductas y vergüenzas y las del resto de políticos de este país. Porque, quienes os llamáis nuestros representantes, hace ya demasiados años que tenéis puesto vuestro interés en los votos y el poder y no en las necesidades de los ciudadanos; tan sólo nos utilizáis manipulándonos durante las campañas electorales para conseguir vuestros respectivos objetivos personales, políticos o económicos, mientras cada día estamos más indefensos ante vuestros incumplimientos y abusos. Porque SOIS RESPONSABLES de no haber sabido, o más bien querido, evitar que los acontecimientos acabasen en una crisis de semejante calado. Porque todos sabíamos o debíamos saber lo que estaba pasando y podía pasar menos vosotros, quienes en teoría estáis tan preparados que os permitís el lujo de presentaos y que os elijamos para tomar las decisiones que regirán nuestros destinos. Porque habéis despilfarrado y gestionado pésimamente y por encima de nuestras posibilidades el dinero público en todos aquellos Gobiernos en los que habéis tenido el poder y ahora nos echáis la culpa a nosotros, o a fantasmas del pasado, y pretendéis convencernos de que no hay otra posibilidad para salir de esta situación que rebajar nuestros salarios -ya de por si humildes-, despojarnos de nuestros más básicos y elementales derechos y desmontar el Estado de Bienestar en el que pensábamos que invertíais nuestros impuestos. Mientras, vosotros y vuestras familias y las de vuestros amigos y semejantes, con vuestros sueldos y vuestros estatus, seguís disfrutando el mismo o mayor bienestar. Porque muchos políticos tienen causas abiertas con la justicia y siguen disfrutando de los mismos privilegios.

Criminalizar todas las conductas inmorales, y muchas de ellas ilegales, que han llevado a este país a la ruina, en vez de las protestas de quienes se oponen a vuestras crueles e injustas medidas .
Imponer solidaridad -al igual que hacéis con los ciudadanos- a los grandes empresarios, buitres de alto standing, dueños de grandes multinacionales y grandes capitales a los que, por el contrario, dais todas las facilidades habidas y por haber con la excusa de que no se lleven su dinero de España; cuando todos sabemos que, no sólo se lo han llevado ya, sino que lo están invirtiendo en otros países -muchos de ellos tercermundistas- donde pueden obtener mayores beneficios, eso sí, como el capitalismo manda, a costa de la miseria de otros y a la espera de que, merced a la próxima y certera miseria en el nuestro, les vuelva a interesar invertir aquí. Imponer solidaridad a quienes, poniéndose el orgullo de ser español por bandera, han dejado en la cuneta a los millones de trabajadores y ciudadanos que les han hecho crecer y enriquecerse; los mismos  que ahora se llevan a aquellos países a unos pocos que deben considerarse afortunados mientras dejan aquí a sus familias, sus amigos, sus casas, su lengua, sus costumbres, sus vidas...
Cambiar de un vez vuestras medidas austeras e impositivas que están llevando a la mayoría de los ciudadanos de este país a la ruina y que han demostrado que sólo generan más dolor y desprotección a los pensionistas, a los parados, a los dependientes, a los trabajadores, a los autónomos y a las pequeñas y medianas empresas, personas a los que así, de nada va a servir vuestra vergonzosa y medieval Reforma Laboral.
Acabar legalmente con el abuso de las entidades bancarias en vez de tenderles alfombras rojas, en vez de inyectarles capital mientras les estáis permitiendo desahuciar a familias, víctimas de su avaricia y pésima gestión. Dejad de proteger a quienes ahora dejarán sin trabajo a otros miles de trabajadores que, con toda probabilidad, tampoco han sido los culpables de su estafa. Dejar de escondeos detrás de ellos porque podemos pensar que, tal vez, lo hacéis porque tenéis mucho que callar o que ganar.
Actuar e impulsar que se cumpla la ley y que vayan a la cárcel todos los que la incumplan y no sólo los pobres que carecen de los medios necesarios para enfrentarse a la injusticia mientras los Urdangarín y afines, los tienen para eludir la justicia
Obligar a ser solidarios con este país a todos los ricos y grandes fortunas igual que se lo imponéis al resto de los ciudadanos. No les permitáis seguir atesorando e incrementando sus capitales improductivos -o productivos para ellos solos a través de sociedades fantasmas de inversión que contribuyen pagando sólo un impuesto del 1%- mientras toleráis que los más humildes paguen hasta por las recetas que se les extienden para adquirir los medicamentos que necesitan para vivir.
No consintáis que los sinvergüenzas que ganaron y tienen -muchos de ellos en paraísos fiscales- el beneficio de los supuestos años de "bonanza" y que han sido en definitiva causantes -entre otros- de esta crisis, se queden ahora con todo mientras socializáis las pérdidas entre los más desprotegidos y humildes. Perseguir a todos y cada uno de los que han defraudado hasta las últimas consecuencias, con todos los medios a vuestro alcance, hasta que devuelvan hasta el último euro y paguen las penas que la ley les imponga en el caso de que lo hayan conseguido ilegalmente.
Tener valor de una vez por todas y, junto con el resto de los Gobiernos de Europa que se encuentran en igual o similar situación que España, decirle al capital, a Alemania, a Merkel o a quien corresponda, que habéis sido elegidos por la gran mayoría de ciudadanos que hoy están sufriendo y que tenéis que trabajar para ellos y no por los intereses de un capital egoísta e insolidario; porque esos intereses no son coherentes con los valores de vuestro partido y por tanto del Catolicismo que es vuestro "Santo y Seña".
Y sí, proteger a los menores. Pero no sólo reformando el Código Civil sino trabajando con la justicia para que los padres de esos mismos menores tengan un puesto de trabajo digno y les puedan proporcionar el sustento físico y emocional que les permita desarrollarse como personas, educarse como personas y crecer como personas y no como una lacra social que es lo que finalmente vais a conseguir con vuestra moral, con vuestra, hasta ahora, doble moral.
Sí no lo hacéis así, seguiremos pensando que sois los grandes beneficiados de esta, nuestra crisis, y que es en realidad vuestra estafa.

jueves, 6 de diciembre de 2012

PROSTITUCIÓN DESDE 1978

Ayer en Valencia, hubo un pequeño acto simbólico -parodia de funeral a nuestra Constitución- convocado por “constituyentes.org” y apoyado por otros varios grupos que trabajan en la línea de la lucha por la justicia y los derechos de los más desfavorecidos, tales como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, la Intersindical Valenciana, etc.
No volví a casa deprimida porque hace ya un tiempo que decidí que no hay fuerza ni circunstancia en esta vida que sea lo suficientemente poderosa cómo para vencer a mi propia fuerza interior pero, sí he de reconocer, que regresé un tanto decepcionada. Decepcionada de la respuesta, decepcionada de la escasa importancia que mis conciudadanos -quiero pensar que por ignorancia- otorgan al ultraje que se está ejerciendo a nuestra Ley de Leyes.
Allá por el año 1978 nos dotamos de una Constitución, el instrumento por excelencia que nos devolvía, no sólo la democracia robada tras la infame y dolorosa guerra civil, sino también los derechos y libertades que la ciudadanía de este país, sometida al cruel poder de la dictadura que siguió a aquella barbarie durante nada menos que 40 años, tenía miedo hasta de imaginar.
No nació perfecta. No podía serlo en aquel momento histórico en el que demasiadas fuerzas contrapuestas pugnaban por hacerse un hueco en la nueva sociedad que se dibujaba en nuestro país. Sin embargo, sí nació fruto de un consenso y con un futuro brillante y luminoso, dado que, sobre los pilares de unos principios fundamentales y básicos, sentaba las bases para una convivencia justa y digna de todos los ciudadanos que pisasen o habitasen el territorio sobre el que ejercía su hegemonía.
Al principio fue una niña mimada y respetada. No en vano, uno de los principales dones con el que se le dotó al nacer fue el de su propia protección: complejos mecanismos de reforma para que no pudiera ser manipulada al antojo de intereses partidistas, ni siquiera de simples mayorías, sino más bien con la intención de que fuese el pueblo soberano quién tuviese la potestad de modificarla al menos en los aspectos concernientes a los principios, derechos y libertades fundamentales que instituyó; entre ellos, ni que decir tiene, la propia soberanía del pueblo en ella consagrada.
Ahora miro la Constitución que un día iluminó nuestra sociedad con un futuro esplendoroso y me causa pena ver cómo no queda ni la sombra de aquella niña que nació.
Bajo el interés del capital y de sus herramientas políticas y económicas, la gran mayoría de los principios consagrados en la Carta Magna se han convertido en papel mojado. Y sino, mirar a vuestro alrededor y contestarme: ¿Dónde queda el derecho a la igualdad en esta sociedad en la que los ricos tienen todos los derechos y las oportunidades y a los pobres se les priva incluso del derecho a la justicia si no tienen suficiente dinero para pagársela?; ¿Dónde está el Derecho a una vivienda digna cuando se rescata a los bancos con nuestro dinero mientras se echa de sus casas a los estafados por los mismos a quienes hoy se rescata?; ¿Dónde está el Estado aconfesional si se pretende enseñar y evaluar en nuestros Colegios Públicos las creencias religiosas de quienes ocupan hoy en día el Gobierno?; ¿Dónde el derecho de manifestación si se criminaliza y apalea a quienes lo ejercen?; ¿Dónde el derecho al trabajo cuando los grandes capitales defraudan, apenas pagan impuestos, se evaden o se invierten en otros mercados mientras en nuestro territorio las colas de parados crecen?; ¿Dónde está nuestra soberanía si los políticos que elegimos para que nos representen pueden ir modificando sus programas sobre la marcha? ¿Dónde cuando las decisiones se toman fuera de nuestro territorio sin ni siquiera consultarnos? ¿Dónde cuando se puede mal gestionar y despilfarrar el dinero público mientras la responsabilidad política brilla por su ausencia?; ¿Dónde nuestro derecho a la vida si se le pone precio y se regala la gestión de la sanidad a quienes están preocupados por su beneficio económico y no por nuestra salud?
Podría seguir horas y horas pero no creo que merezca la pena porque la mayoría de los que os acercáis a mi blog conocéis perfectamente cual es ahora nuestra realidad y cuál es la farsa que nos está tocando vivir.
Hoy, tan sólo pretendía que esta Constitución a la que un día admiré y respeté, sepa que estoy con ella. Que no estoy dispuesta a tolerar que la sigan convirtiendo en una prostituta a la que todos utilizan y de la que todos se aprovechan en su beneficio cuando, en realidad, le han robado su identidad, su autoestima y su poder y con ella a todos los ciudadanos que son legislativamente sus hijos; esos hijos que un día se encontraron bajo su protección y que, precisamente por eso, tienen hoy la obligación moral de protegerla..
Tal vez habrá que cambiarle las vestiduras -yo, por ejemplo, sueño con una Constitución Republicana-, lavarle la cara y quitarle esa capa de burdo maquillaje con la que nuestros representantes la han ido embadurnando durante todos estos años; pero, sobre todo, hay que devolverle su espíritu, su razón de ser y su valor para que vuelva a ser aquello para lo que, un 6 de diciembre de 1978, nació.
Y debemos cambiarla entre todos.
Entre todos debemos conseguir que vuelva a ser fiel a sus principios, fiel al espíritu con el que fue votada: el de la justicia, la igualdad, la solidaridad, la verdadera democracia...
Y por eso, precisamente, es que debemos luchar también para recuperar nuestra soberanía; teniendo la certeza de que nosotros, unidos, podemos hacerlo; teniendo muy claro que eso no será posible a través de nuestros representantes porque éstos, ya han demostrado por activa y por pasiva en qué y en quienes tienen puestos sus intereses. Pero sí sabiendo que podemos lograrlo trabajando uno a uno, codo a codo, unidos en las calles, en las escuelas, colegios, universidades, hospitales, juzgados, comunidades religiosas, asociaciones de vecinos, sindicatos, asambleas, medios de comunicación, etc. etc.; desde nuestros puestos de trabajo o desde nuestras situaciones de parados, pensionistas, amas de casa, minusválidos...
Un ciudadano, una persona, es una fuerza trabajando por los derechos de la mayoría y esa mayoría de fuerza solidaria será la que nos dé, finalmente, la victoria y no valen las escusas.
Yo lo creo y espero que vosotros también lo creáis porque esa esperanza es lo único que necesitamos para vencer.