viernes, 20 de diciembre de 2013

LA CAJITA DE METACRILATO

Lo veo allí cada mañana cuando me dirijo a mi trabajo. Antes no estaba. Lleva haciéndolo, aproximadamente, desde septiembre.
Me llamó la atención su vestimenta: gorra, pantalón de paño, camisa y chaqueta de punto; limpio, podría decir que prácticamente impecable. Me recordó a la indumentaria que solían vestir, primero mi abuelo y después mi padre; personas honradas que a fuerza de mucho trabajo y poco descanso, por dar a sus descendientes una mejor vida que la que ellos tuvieron, consiguieron alzarse al nivel de familia de las que vinieron en llamar “clases medias” en este país.
No sabría adivinar su edad pero, en un alarde de imaginación, calculo que ya debió cumplir los ochenta, aunque también podrían ser muchos menos porque cuando la vida azota, la lozanía cae a plomo.
Está sentado en una silla de campo que baja de casa y, con una pequeña caja de metacrilato entre sus cansadas manos, pide.
Bueno, decir que pide, es mucho decir porque ni hay cartel que así lo indique ni él dice nunca nada. Tan sólo, cuando alguien echa alguna que otra moneda en su cajita, da las gracias; nunca una sola vez, siempre varias; que no quede ninguna duda de que lo agradece de corazón. Y es entonces, y sólo entonces, cuando esboza una débil sonrisa.
Se coloca en la confluencia de una pequeña calle por la que apenas circulan vehículos y una avenida principal de mucho trafico, justo al lado del semáforo que atraviesa esta. Cruzar esa avenida me deja el tiempo suficiente para rebuscar en el bolso mi pequeño monedero y sacar las monedas sueltas que llevo.
El rito es prácticamente diario desde hace casi tres meses.
Siempre voy deprisa y nunca tengo tiempo de hablar con él, de que me cuente cómo de mal le ha tratado la vida; por qué necesita dinero; de qué otra forma podría ayudarle.
Pero lo cierto es que ni yo necesito saberlo (porque llevo 10 años haciendo el mismo recorrido y jamás le vi) ni creo que pudiera ayudar a tanta gente como lo necesita hoy en día; de la misma forma que intuyo que no ha sido la vida la que le ha tratado mal; con la misma certeza de saber lo injustas que están siendo, con tantos mayores y con tantos humildes como él, las leyes con las que nos gobiernan. A veces creo que quienes aprueban esas leyes (y tal vez merced a sus votos) o no han tenido padres o no han conocido de cerca la pobreza y, esto último, seguro que es así.
Un frío día, tras depositar las monedas, darle los buenos días y recibir su agradecida sonrisa, se me acercó un joven que llevaba a su hija al Colegio. Aquel joven, vecino del barrio, me dijo que el anciano sólo estaba allí un rato y que, tan pronto se hacía con un pequeño capital, se acercaba al Mercadona, hacía la compra y se iba a casa.
¡Que gran ironía! Yo que no compro en Mercadona para no hacer más rico a quien amasa tan inmensa fortuna y resulta que el dinero con el que intento ayudar a quienes creo que no son sino víctimas del mismo sistema que a aquel enriquece, acaba engrosando sus beneficios. De igual forma sucede en muchas de las compras que las personas de a pie hacen para donar a los comedores sociales.
Me pregunto si no hay otra manera de organizar la producción, la venta y el consumo y sé que sí, pero que no interesa a quienes gustan de acaparar toda la riqueza y manejar todos los hilos.
Pero en fin, esto, como tanto, son cosas de este sistema que permite que sean los mismos quienes obtengan beneficio de todo, hasta de la caridad.
Y sí, digo caridad porque cada día es más necesaria la caridad; porque este sistema no es justo; porque en un sistema que es justo y donde hay igualdad y justicia, sobra la caridad.
Y todo porque no queremos ser conscientes de que un Estado que no protege a todos sus ancianos, a todos sus niños, donde las personas que no tienen acceso a la supervivencia, no reciben amparo, es un Estado fracasado.
Porque, en un sistema que puede conspirar para que los Estados enriquezcan a los poderosos y dejen en la miseria a la mayoría de los ciudadanos que votan y eligen representantes para que velen por sus intereses, hay muchas cosas que cambiar.
Porque cuando los ciudadanos, a pesar de ver todo lo que está mal, se limitan a esperar a las próximas elecciones para poder cambiar un gobierno por otro, sin exigirles ni un ápice de responsabilidad durante la legislatura, sin importarles que unos y otros sirvan a los mismos intereses, se convierten en cómplices de que esta sea una sociedad injusta a la que la caridad, no va a salvar.
En esta época en la que todos nos llenamos la boca de palabras como paz, amor y felicidad, creo que deberíamos reflexionar un poco. Y no penséis que con esto quiero hacer un llamamiento al espíritu navideño, sobre todo porque no creo en él. 
Porque creo que, hoy en día, la Navidad se ha convertido en una farsa más de este sistema, una de las más absurdas e hipócritas (mirad sino como se derrocha en luz con el dinero público mientras muchos no pueden ni calentar sus hogares); en una ilusión que alienta una pasajera y supuesta felicidad para disfrazar su verdadera cara: la cara de los mismos intereses económicos a los que alimenta incitando al consumo, un consumo que es ya tan global como el propio neoliberalismo que cada día enriquece más a los que ya son de por sí los más ricos, aquí y en cada rincón del planeta; un teatro que contribuye a perpetuar los ritos y los intereses de una religión cristiana, a la que no parece importarle que el mundo siga lleno de pesebres, en el más amplio sentido de la palabra.
Porque ni siquiera los que creen en ese Niño Dios, Hijo de Dios, son conscientes de que aquel hombre vino a traer a este mundo un ejemplo de vida del que se proclaman seguidores pero que muy pocos siguen. Porque creo que cada pobre que sufre en este mundo, es un clavo con el que ese niño, cuya natividad teóricamente celebran, sigue muriendo en aquella cruz.
Sólo así se puede entender que habiendo tantos que se dicen cristianos, después de veinte siglos, este no sea un mundo más justo y mejor; un mundo como, sin duda, aquel hombre soñó. Porque de nada sirve predicar, si no es con el ejemplo y ese ejemplo, en muchos de los casos, es más una vergüenza si no una traición. Ganas me dan de llorar cuando pienso cuantas leyes sobrarían si todos respetásemos aquellos “Diez mandamientos” que ni siquiera los moralmente obligados por su religión, están dispuestos a cumplir.
Como siempre, no pretendo estar en posesión de la verdad ni de la razón.
En realidad, como siempre, mis opiniones no aspiran a ser más que una llamada de atención a todo lo que le está pasando a esta sociedad que se empeña en mirar siempre para otro lado.
Sólo espero que trabajemos todos unidos, todos las personas que tenemos buenos sentimientos, para que esos políticos, que dicen representarnos, sepan que no estamos dispuestos a tolerar que se llenen las calles de colas de personas con cajitas de metacrilato (o, lo que es peor, que sufran en silencio y soledad su miseria) mientras ellos siguen legislando para que el grueso de la riqueza, lo detente una minoría de miserables sin corazón.




sábado, 23 de noviembre de 2013

REÍR O LLORAR

Hay veces en que una no sabe si reír o llorar.

Últimamente, parece que la tendencia de nuestros “ilustres” Gobiernos es castigar todos nuestros -según ellos- reprobables comportamientos, con sanciones económicas que en muchos casos pueden resultar manifiestamente injustas e improductivas, salvo que el objetivo sea recaudar.
Pongamos algunos ejemplos. Bueno, pongamos los más sencillos para que todos nos podamos entender.
Dos vehículos circulan por una Auto-vía a más velocidad de la permitida. Pongamos que tampoco a una velocidad demasiado excesiva pero lo suficiente como para ser, según nuestra legislación, objeto de sanción. Ambos son captados por el radar y sancionados, digamos con 200 euros de multa.
Las fotografías nos muestran dos matrículas y el radar certifica que quienes conducían ambos vehículos han cometido la misma infracción; ambos son igualmente penalizados con tener que desembolsar idéntica cantidad. Hasta ahí parece haber justicia e igualdad.
Sin embargo, imaginemos dos circunstancias distintas.
Al volante del primer vehículo (por ejemplo, un utilitario), un parado de larga duración acude a una entrevista de trabajo. Por unos u otros motivos, llega tarde y decide que tiene que pisar un poquito el acelerador a fin de estar a la hora en que ha sido citado; de lo contrario, perderá la oportunidad de poder conseguir el ansiado puesto de trabajo que tanto necesita para sustento de su familia, ya que, con los, aproximadamente, 400 euros de prestación por desempleo a punto de agotarse y tras haber consumido ya todos sus ahorros, pronto se verá abocado a perder incluso su vivienda.
Al volante del segundo vehículo (por ejemplo, de alta gama), un joven de una de esas que se viene en llamar “buena familia” (familias con un “muy” alto nivel adquisitivo), acude a un concierto de uno de sus cantantes favoritos y tiene reservada habitación en el Hotel para, de paso, disfrutar el fin de semana en la ciudad, hacer un poco de turismo y recorrer sus monumentos más significativos, sus restaurantes más prestigiosos y sus locales más de moda. Ha quedado con unos amigos con los que estudió en Nueva York y no ve la hora de encontrarse con ellos, por lo que la prisa por llegar le anima a pisar un poco más el acelerador.
Creo que no hace falta que os diga cual es el efecto sancionador o disuasivo que, en uno y en otro ciudadano, produciría la citada multa de 200 €. Por lo que a mi respecta, no quiero ni pensar en que la vida me hubiese reservado o me reserve el lugar del primero, porque está claro que el del segundo, no me lo reservó.

Ahora viene cuando me dan ganas de reír.

Porque no sabemos si nuestros políticos han ido a colegios públicos o privados, eso nos da igual, pero, ¿en qué cabeza cabe que castigar con multas económicas el hecho de rebuscar en los contenedores de basura o a quienes se ven obligados a dormir en la calle, responda a algún tipo de lógica? ¿Os imagináis a alguien que tenga un mínimo poder adquisitivo, con capacidad para pagar una sanción económica, buscando en los contenedores de basura? Yo debo ser muy rara pero no me lo puedo imaginar (síndrome de Diógenes aparte). Y si no van a poder pagar esa sanción económica ¿qué sentido tiene que se la impongan? Y si no tienen nada para comer o no tienen nada que llevar a su casa para que coma su familia, ¿van a dejar de intentar encontrar comida en los contenedores a sabiendas de que les van a imponer una sanción económica que nunca podrán pagar? 

Trasládese esto a quienes van a ser multados con la nueva Ley de Seguridad Ciudadana (muchos de los cuáles, por otro lado, han sido y están siendo multados ya). ¿Os imagináis al joven que conducía el segundo vehículo saliendo a manifestarse por algo? Entonces, ¿a quién, o a quienes, pretenden persuadir o disuadir? ¿Qué es lo que con las sanciones económicas quieren conseguir?
Desde mi humilde punto de vista, quienes no tienen con qué pagar las sanciones que les impongan, auténticas víctimas, seguirán actuando de la misma manera porque están ya fuera de este maravilloso sistema que les ha expulsado; seguirán manifestando, protestando y reclamando, con los medios que sean, que las cosas, de una vez por todas, cambien. Y esperemos que su propia conciencia no les lleve por otros delictivos derroteros que la mayoría de nosotros no quisiéramos vivir ni en la mejor de nuestras pesadillas.
Quienes tenemos todavía algo de conciencia y una cierta capacidad económica para subsistir en este país, nos veremos en la coyuntura de decidir si tenemos también el suficiente valor como para poner en riesgo esa supervivencia o bien optamos por callar, quedarnos en casa y esperar, con los brazos cruzados, a que las cosas caigan por su propio peso; cosa que difícilmente sucederá o peso que nos aplastará, pues, cada día, el cerco de nuestra autonomía de pensamiento y de nuestra capacidad económica y de ejercicio de nuestros -cada vez menos- derechos y soberanía, se aleja más y más. Porque hay que preguntarse CÓMO la mayoría de nosotros podríamos hacer frente a una sanción de 30.000 euros, por ejemplo, (no os digo nada si pensásemos en 600.000) y si tendríamos los suficientes medios como para luchar contra ella, en el caso de que considerásemos que su imposición es injusta o incluso ilegal.
Todo ello sin dejar de ser conscientes de que las manifestaciones autorizadas, no pasan de ser meras procesiones, ya que, a estas alturas, hemos comprobado sobradamente que ninguna de nuestras legales y reglamentadas formas de manifestación afectará a los objetivos que nuestros “ilustres” se marquen. No os digo nada el futuro que nos espera si somos conscientes de que el próximo acoso, la próxima valla de su cerco, apunta al ejercicio del derecho de huelga. Me pregunto dónde quedó el espíritu de la Constitución.
No sé si podremos evitar que lleven a cabo este nuevo ataque a nuestra soberanía y a nuestra capacidad de mostrar nuestra oposición con las políticas que están llevando a cabo en contra de nuestros intereses sociales; no lo harán, por supuesto, con mi conformidad, no sin mi oposición, aun no sé muy bien desde que frente; no, desde luego, creyendo, inocentemente, que lo hacen por nuestra seguridad.
¿Por la seguridad de quién? ¿Acaso hemos hecho algún mal a nuestros conciudadanos en estos dos o más largos años de protestas? ¿Acaso preparan "medidas" contra las que esperan que no nos quede más remedio que actuar?
Hasta ahora, en todo caso y como mucho, lo que podríamos haber puesto en peligro son "sus" privilegios o "su" soberanía (que no es suya, sino nuestra, según la Constitución) y, en todo caso, desde luego, no hemos hecho, a la mayoría absoluta de la sociedad, más mal que el que, con "sus" políticas neoliberales, protectoras de los grandes capitales y "sus" intereses, hemos recibido.
Ahora bien, cuando leo en las noticias que Hacienda no ve delito fiscal en que la Fundación NOOS, haya evadido 280.000 euros en 4 años, porque sólo existe delito fiscal si se defraudan más de 120.000 euros al año; cuando me pregunto quien puede defraudar a Hacienda más de 120.000 € en un solo año; es entonces cuando pienso en el conductor del primer vehículo y en el pobre desgraciado que tiene que rebuscar en los contenedores de basura para poder comer. 

Y es, entonces, cuando me entran unas incontenibles ganas de llorar. 




viernes, 25 de octubre de 2013

REVÁLIDA

A veces es difícil entender para qué, y para qué no, hay dinero en este país.
El otro día oí que en los Presupuestos Generales del Estado para el año 2014, se incluye ampliar la dotación a los Partidos Políticos.
Al principio, me eché las manos a la cabeza pensando lo que siempre se piensa en estos casos: “para ellos, sí hay dinero”, mas no tarde en conocer que tal circunstancia, no era simplemente una vergüenza, sino que había una causa justificada para ello.
El motivo es que el próximo año, hay elecciones. Y claro, a los efectos de financiar –imagino- las campañas electorales, se aumenta el presupuesto (subvención, mamandurria) destinado a tal fin.
Automáticamente se me cruzaron los cables.
Soy incapaz de entender, si no hay dinero, de qué sirve hacer otra campaña política cuando la resaca de las últimas elecciones todavía nos produce dolores de cabeza; cuando llevamos dos años pendientes de las declaraciones de los políticos en unos y otros frentes, desde los medios de comunicación hasta el Parlamento; cuando estamos cansados de oírles echarse en cara lo de: “y tú más”; cuando estamos hartos de saber y de sufrir lo que el Presidente del Gobierno entiende que Dios manda hacer para salir de la crisis en este país. Porque lo está haciendo pese a ser lo que dijo que no haría durante la campaña electoral, una campaña de propaganda de la que salió una mayoría absoluta parlamentaria –que no ciudadana- con la que el PP impone ahora su ley, al margen de lo que opine o defienda la gran mayoría de la oposición.
Por la misma regla de tres, hemos podido presenciar -y seguimos presenciando- lo que el PSOE no habría hecho de haber salir elegido, por lo que deberíamos saber igualmente qué es lo que haría de salir elegido de nuevo, sea para la Instancia que sea, tanto da un Ayuntamiento, una Comunidad Autónoma o el mismísimo Parlamento Europeo. Y por eso ya deberíamos igualmente saber que, si mientras gobernaba hubiese hecho lo que ahora dice que haría o habría hecho, tal vez no se encontraría cómodamente en la oposición, esperando salir triunfante de los dislates y corrupciones de aquellos a los que ahora y siempre se opuso.
A estas alturas ya deberíamos entender quiénes son los que se han alternado en el poder durante más de 30 años y que son los mismos que se han unido, si ha sido menester, en lo que a mantener sus privilegios se refiere. Y que, unos y otros, navegan a favor de la corriente neoliberal que avanza cada día, cuál ejército de Atila, sobre los derechos y las necesidades de los ciudadanos, especialmente de los que no proceden de las clases y estirpes más acomodadas y privilegiadas. Y deberíamos saber ya a estas alturas, quienes, con más o menos disimulo, se unirán a sus huestes a la hora de votar.
También hemos visto cuál es el objetivo de determinados partidos nacionalistas que, amén de serlo al unísono para reivindicar independencia o más autonomía, perfilan para sus conciudadanos y votantes una proyección de vida y de derechos acorde con otros intereses, sobre todo económicos, que probablemente poco o nada tienen que ver con el sentimiento de pertenencia a ningún lugar.
De la misma manera que hemos podido presenciar como los partidos minoritarios han sido un cero a la izquierda, por no decir que han sido humillados en muchos de los casos en los que han tenido ocasión de subir a la palestra, con el consiguiente desprecio a aquellos que depositaron en ellos su confianza en las mismas urnas y, supuestamente, con los mismos derechos, que quienes votaron al PSOE o al PP.
En fin, que no entendía qué necesidad había de gastar más dinero en campañas políticas, cuando la mayoría deberíamos saber bien de qué pie cojea cada uno a día de hoy.
Más, otra vez me pudo la inocencia.
Por un momento no tuve en cuenta que la realidad es otra bien diferente.
La realidad es que la intención de voto, como los propios resultados electorales, poco o nada tienen que ver con la capacidad de convencer de los partidos políticos, sino con su capacidad de engañar y de manipular. Y para ello, se aprovechan de que la memoria de los ciudadanos es muy corta. Y por eso, las campañas electorales y el mayor desembolso económico en ellas, tiene la máxima importancia.
Por otra parte, debe ser muy justo pagar más a quien más votos obtuvo en las últimas elecciones y también que lo paguemos los ciudadanos porque de lo contrario, los partidos más minoritarios no podrían competir en publicidad y propaganda con los partidos de los grandes intereses. Sin embargo, a mí, personalmente, no deja de parecerme otra pequeña farsa. ¡Cómo si los Partidos minoritarios pudiesen competir en algo!, máxime si la competencia tiene que estar supeditada a la proporcionalidad de las subvenciones o al reparto de escaños que dibuja la actual ley electoral.
Tengo la impresión de que en cada nueva elección, como en la nueva Ley de Wert, nuestros Partidos Políticos pasan en las urnas un examen de reválida. Me temo que atrás queda el trabajo o el esfuerzo que los alumnos hayan hecho durante el último periodo legislativo; atrás las vergüenzas, la corrupción y las mentiras. Los aspirantes a representarnos, preparan a conciencia el último examen e intentan sacar la mejor nota sin importar si lo han de conseguir copiando o estudiando con los apuntes de algún compañero más aplicado, si habrán de pagar a los mejores profesores para preparar el examen o si han de intentar incluso engañar al Tribunal, de considerarlo posible y necesario, para obtener los mejores resultados.
Con esto no quiero decir que no haya que votar ni tampoco pretendo decir a nadie a quién tiene que votar cada cual; eso queda para la conciencia de cada uno. De hecho, la mía me exige hacerlo y con un mínimo de responsabilidad, aunque, visto lo vivido, también con un poco de fe, todo hay que decirlo.
Hoy sólo quiero recordar a la ciudadanía que en las elecciones, los examinadores somos nosotros. Que empiecen a tomar buena nota del rendimiento diario de los alumnos para que no sea la propaganda -que sin duda harán en su día los medios de comunicación, pagada por nuestros bolsillos o por los de los grandes intereses del capital- la que decida quienes se sentarán en cada uno de los sillones de los Parlamentos tras las próximas citas electorales.
Porque necesitamos representando nuestros intereses y gestionando nuestro dinero a los mejores, a quienes de verdad demuestren con cada acción estar a la altura de lo que de ellos se espera y no a los que tengan más medios o más habilidad para manejar las campañas electorales y al electorado, por más que aprueben con notable ese último examen.

Aunque también es verdad que habría que tener la opción de votar a quienes se ofreciesen a cambiar las reglas del juego para que eso se pueda lograr, porque, hoy en día, digan lo que digan, a los que votamos, los eligen ellos. Y eso dista mucho de una democracia de verdad. De este modo, tal vez, y sólo digo tal vez, podríamos empezar a tener personas responsables en vez de Partidos Políticos y Gobiernos política y socialmente, irresponsables.


domingo, 29 de septiembre de 2013

¿SOMOS CONSCIENTES DE A QUIEN DAMOS EL PODER?

Me siento hoy a escribir, más por necesidad de hacerlo que por que tenga nada nuevo que contar; más por el deseo de encontrar en mis propias palabras la fuerza que siento me falta, que por transmitir ánimo para luchar; más por intentar encontrar una luz a la que seguir en mi camino, que para iluminar un camino que seguir. Más para poder entender, que para lograr explicar.
Porque miro a mi alrededor y no entiendo nada.
Veo gente que parece entenderlo todo, saber todo lo que pasa y también las razones por las que pasa y, ¡cómo no!, lo que habría que hacer para que nada de todo lo malo que pasa, estuviera pasando. Claro está que es en la televisión donde lo veo porque a mi alrededor, solo veo gente tan desorientada o más que yo, pero que, al contrario que yo, se limita a esperar la solución mientras se entretiene viendo la tele.
Quienes me conocéis sabéis que mis armas no son mi preparación, así que me limito a observar, asombrada, que en este universo, pasa de todo pero nada cambia.
Bueno, a decir verdad, lo que creo que en nada cambia son las estructuras y los valores que deberían empujar a esta sociedad hacia un horizonte más justo y mejor, porque lo que es las vidas de las personas humildes de este mundo, eso sí que está cambiando; camina a pasos agigantados hacia un futuro más incierto, más difícil, más duro, más inhumano, más injusto y sobre todo, y lo que es peor, más individualista y egoísta. Pareciera que caminamos hacia atrás.
Pero lo que más desasosiego me causa es no saber cuál es la realidad, la verdad de todo lo que está sucediendo y por qué.
Yo, como la mayoría de vosotros, supongo, tengo muy poco contacto con una realidad que vaya más allá de mi corta familia, mi entorno laboral y escasas relaciones de vecindad, por lo que la mayoría del conocimiento de cómo la gente vive este presente, me llega a través de la Prensa y de la Televisión. Sí, también está internet pero, mal que me pese, no veo en ambos medios de comunicación grandes diferencias, salvo que este último te permite interactuar. Y también es cierto que una gran parte de nuestra sociedad, todavía no accede a ello.
En la Televisión elijo aquellos programas y contenidos más acordes a mi forma de entender la vida y la sociedad porque de lo contrario, no lo podría soportar. En tweeter sigo y, por la misma regla de tres, me siguen aquellos que piensan y entienden muchas de las circunstancias que nos rodean de la misma forma que las siento yo. También he de decir que los hay que me siguen desde el lado contrario a mi perspectiva y que yo también les sigo para intentar entender la suya. De igual manera que, de vez en cuando, busco en la tele la antítesis a lo que considero mi naturaleza, razón por la que sé que existe y que, si existe, es porque muchos millones de personas eligen a diario esa programación. Pero eso, no me acerca a la verdad.
Soy muy crítica con la “caja tonta” que de tonta, no tiene un pelo. Mucho más crítica que con tweeter porque en la televisión -al contrario que en tweeter que es mas un río revuelto- todo son habas contadas. Pocos “Medios” y con los mismos fines: beneficio económico. Y para más “inri”, la mayoría de ellos en manos de los mismos benefactores: los mismos dueños, la misma publicidad, que les subvenciona y decide lo que importa y lo que no, y la misma manipulación para que a ninguno de los que forman parte o sacan provecho de ese inmenso y poderoso grupo social (aunque pequeñito comparado con el nuestro) se le venga abajo su chiringuito.
¿Y en qué consiste su chiringuito? Vivir con un estatus económico años luz del de la mayoría de los mortales que les ven (y otros muchos a quienes no vemos, que sin duda, son los que manejan los hilos), por más que pretendan hacernos creer que saben y les importa cómo puede sobrevivir en este país, a día de hoy, una familia con 1000 euros (ya no te cuento si son 400 o 0).
¿Y cómo lo consiguen? ¿con el sudor de su frente? ¡No!, Por más que muchos de ellos trabajen -que no digo yo que no lo hagan- lo logran con la manipulación de quienes cada día encendemos el botón con el fin de asomarnos a una ventana que nos desconecte de la rutina y de la miseria en que se ha convertido nuestra organizada vida en sociedad. Especialmente de quienes, al carecer de poder adquisitivo que les permita gozar de las maravillas artificiales que han creado para el ocio, no tienen otra forma de estar en contacto con ellas que verlas a través del plasma. Porque eso sí, hasta en los hogares más miserables del Planeta, hay una televisión.
Y claro, como nos hacen creer que somos libres para elegir, creemos que seleccionando ver películas en vez de informativos o deportes en vez de determinadas series aparentemente sin sustancia o determinada cadena en vez de otra, nos sentimos a salvo de la manipulación. Pero yo creo que lo que consiguen es que no nos demos cuenta de que con todos y cada uno de los contenidos que eligen para nuestro ocio, logran el mismo objetivo: crearnos la realidad que, a quienes tienen en su poder la mayor parte del capital mundial, les interesa que creamos.
Pero yo, personalmente, no me lo trago. Y busco en cada programa; en cada informativo; en cada publicidad; en cada “personaje”; en cada serie; en cada espectáculo; cual es el interés que pueden perseguir, con el fin de intentar así conocer qué es y no verdad de lo que parece estar sucediendo en este planeta.
Sería estúpido decir que creo saber en cada momento cuál es su objetivo, nada más lejos de la realidad, ni siquiera creo que muchos de los que participan en este circo mundial lo sepan, pero, como en todo proyecto con un objetivo premeditado, nada puede ser casual, hay pautas que se repiten y dan pistas de por dónde pueden ir los tiros.
¿Habéis observado que, desde hace unos años, cada cierto tiempo aparece un caso de cruel asesinato, con unos determinados ingredientes, que se alargan en el tiempo hasta que no se pueden exprimir más? Y, apenas termina uno, surge otro. Sucesos que llenan miles de horas de programación, llenos de mentiras, especulaciones, víctimas y culpables. Y lo más triste de todo es que el origen está en la realidad.
Desde las niñas de Alcácer, Rocío Wanninkhof, Sandra Palo, Mari Sol, Marta del Castillo, el caso Bretón y ahora la pequeña Asunta, llenan horas y horas de programación que concentran la indignación y el deseo de justicia en unos cuantos asesinos y el deseo de reparación en unas cuantas víctimas. Cierto es que entre unos y otros casos suceden muchas otras barbaridades que tienen trascendencia o no, dependiendo de la cobertura que se les de desde los medios de comunicación. Pero mi intuición me dice que sólo parece interesarles, de cuando en cuando, que uno de ellos salte a la palestra. Lo mismo sucede con determinados conflictos sociales y con determinadas guerras o teóricos enemigos. Lo que sí es cierto es que mientras condenamos estos asesinatos, mientras identificamos a éstos individuos con la delincuencia o con el terrorismo, no nos entretenemos en analizar cuantos niños, ancianos, inmigrantes, excluidos, mueren a manos de quienes deciden invertir el dinero que entre todos aportamos a las arcas públicas en construir, por ejemplo, grandes infraestructuras para eventos deportivos, musicales, culturales, etc. etc., los que, por otra parte, la mayoría de nosotros, con nuestros míseros sueldos, no llegaremos a presenciar sino a través del plasma mientras sus gradas se llenan de esos otros que hacen de nuestras vidas su negocio.
Y nosotros aplaudimos a unos y condenamos a otros al grito que los tertulianos y periodistas nos marcan a través de la televisión. Mientras unos hechos los muestran como auténticas aberraciones (que lo son), otros pasan desapercibidos como si formasen parte de la normalidad de la sociedad cuando, si lo mirásemos bien, esto, en sí mismo, ya debería parecernos una aberración.
Hoy no me voy a meter con el fútbol, no me cabe. Pero no sé que pensar cuando veo gente coreando a Messi (en vez de reprobarle) al salir de declarar por haber estafado millones de euros al erario público de los muchísimos más millones que gana. Seguro que a la mayoría de los que le idolatran, no se les ocurra pensar cuantos enfermos se podrían curar y a cuantos niños se podría alimentar con el dinero que mueve todo ese mercado. Seguro que muchos de todos estos mercaderes sí que deben dinero a las arcas públicas y eso a pesar, no me cabe duda, de que evaden, estafan y escatiman legalmente en la medida que la globalización les permite. Y todo ello sin que a la mayoría "forofa" de este país y de este mundo parezca importarle, como si el fútbol estuviera por encima del bien y del mal. Por no hablar de la forma en que, aquellos que pagan una pequeña cantidad como socios del club, acosaron y exigieron responsabilidad, esfuerzo y resultados a los futbolistas del Valencia porque entendían que se habían relajado, mientras, permiten que sus gobernantes no tengan que rendir ninguna cuenta por la malversación de fondos públicos.
Lo siento, no he podido evitarlo.
Y sin embargo, en un país asfixiado por los recortes; las subidas de los impuestos; la cesta de la compra o los recibos de la luz, la ciudadanía, harta de escuchar la forma en la que se roba el dinero público y se reparte entre los “amiguetes” (eso sí, todo legalmente o difícilmente demostrable ante un juez o con nimias consecuencias en el mejor de los casos) y aun “supuestamente” indignada por ello -como también pretenden hacernos ver los medios de comunicación, cuando les interesa-, sigue siendo una mayoría silenciosa que, a pesar de ser las víctimas, tan sólo consigue unirse frente a un televisor a aplaudir lo grandes que son sus ídolos, lo majestuosas que son sus casas, las maravillas de los países que visitan, lo exclusivo de los menús que comen, los fantásticos hoteles y playas en los que disfrutan del dinero que ganan a costa de nuestra pleitesía, eso sí, con el norte puesto en ser un día como ellos.
Ya pocos ciudadanos parecen aspirar a ser buenos periodistas; buenos cantantes; buenos actores; buenos políticos; buenos deportistas; buenos escritores... sin el sueño de convertirse en multimillonarios. Para el resto que aspira a ser buen trabajador, buen amigo, buen vecino, hijo o hermano; buena persona, una persona feliz..., queda la primitiva.
Pocos no sueñan con poder gozar de esa realidad que nos muestran a través de un plasma y que muchos de nosotros, por eso, y sólo por eso, sabemos que existe.
La mayoría de nosotros, personas normales, somos incapaces de pensar si no será, precisamente, esa realidad -esa escandalosa forma de vida a la que sólo tienen acceso aquellos y otros pocos que, por unos u otros motivos, han alcanzado la élite- la culpable del sufrimiento de millones de miserables de esta sociedad a los que, en el mejor de los casos, un día se les permitió hipotecarse para tener una vivienda humilde, un coche humilde, disfrutar de vacaciones humildes, trabajar con una mínima dignidad y recibir una educación y una asistencia sanitaria básicas. Y todo ello para al final terminar siendo, según ellos, los culpables y los responsables de que ahora se viva una crisis económica que, por otra parte, a aquellos que nos culpan, no solo no les afecta, sino que, por el contrario, les proporciona un nuevo medio para obtener mayores beneficios que les alejen aun más del común de los mortales. Y tal vez por eso hoy, ese común, está renunciando a todos sus derechos y agachando la cabeza mientras aplaude a sus ídolos, sus dioses. Y, tal vez, por eso dicen hoy, que hemos tocado fondo. Ese fondo del que el 90% de nosotros, no saldremos jamás.
Nos muestran que el sistema está creado para el disfrute descarado de los ricos, nos hacen creer que podemos ser como ellos, nos distraen mostrándonos que algunos de los nuestros lo consiguieron y en lo más profundo de nuestro ser, nosotros seguimos deseándolo desde las listas del paro; desde las rebajas y las congelaciones salariales; desde la falta de oportunidades de nuestros hijos para poder estudiar y lograr prosperar como aun pudimos creer que habíamos hecho algunos de nosotros; desde el terror a contraer una grave enfermedad y no disponer de los medios necesarios para luchar contra ella; desde el miedo a perder nuestro trabajo y no poder afrontar el pago de nuestras hipotecas; desde la inseguridad de que mañana seas tu quien con tu miserable pensión, tengas que mantener a tus hijos y nietos hasta el día que te mueras con el único consuelo de que no desearán que eso suceda porque se quedarían en la calle; desde la esperanza de conseguir un puesto de trabajo en condiciones miserables de explotación, sin derechos y sin seguridad de que te vaya a durar más de lo que a ellos les dure el beneficio fiscal que obtengan por contratarte a ti y no a un joven, o viceversa.
Mientras, ellos seguirán repartiéndose los puestos de trabajo de élite en sus empresas de élite y como aun les parece poco, los de asesores en la Administración o los de políticos legitimados por las urnas con nuestros votos. Seguirán colocando a sus hijos en las empresas de sus amigos y seguirán siendo quienes nos gobiernen por los siglos de los siglos porque ellos serán los que tendrán la preparación, los masters, hasta las carreras universitarias, porque cada vez, para nosotros será más difícil. Ellos seguirán manejando los medios de comunicación porque en definitiva, es a ellos a quienes les otorgamos el poder.
Y sus hijos serán los principales candidatos a ser los mejores cantantes, los mejores músicos, los mejores actores, los mejores futbolistas, los mejores políticos, los mejores empresarios, los mejores periodistas, los mejores presentadores,los mejores deportistas y hasta los mejores reyes. Para los demás, quedan los concursos en la televisión.
Ya lo hacen, siempre lo han hecho y de no poner freno social a esto, lo harán para siempre.
Está claro que la sutil forma en que nos manipulan, no está a la simple vista de cualquiera pero como considero que es importante que nos demos cuenta de que la televisión no está concebida con el fin de entretenernos, sino con el de adiestrarnos en la forma en que nos necesitan, escribo hoy esta entrada, como siempre, para hacer pensar y observar desde una óptica crítica y constructiva.




viernes, 9 de agosto de 2013

ULCERA SANGRANTE


Lo cierto es que cada vez entiendo menos y alucino más.
En la era de las comunicaciones, soy incapaz de entender que el Presidente del Gobierno tenga que desplazarse a Mallorca a despachar con el Jefe del Estado asuntos que, a buen seguro, podrían haber hablado por teléfono o si me apuras, y por aquello de verse las caras, por videoconferencia. Pero haciendo un gran alarde de comprensión, voy a intentar entender que lo hacen por aquello del contacto personal y de que, dado el periodo estival en que nos encontramos, las cuestiones de Estado puedan resultar más lúdicas.
También es verdad que mucho menos entiendo que el Rey tenga que hacer una cena de gala a las autoridades de Mallorca y todo porque, de un tiempo acá, una cada día tiene más conciencia de que, por unas cosas o por otras, de una o de otra manera, al final somos los ciudadanos los que acabamos pagándolo todo.
Pero bueno, no es esa la cuestión por la que en este momento me he sentido obligada a tener que hacer una entrada, una vez más, para cuestionar qué coño es lo que está pasando últimamente en este país. Despilfarros como ese ha habido siempre y parece que, efectivamente, siempre hay gastos absurdos para los que sí hay dinero, incluso en tiempos de crisis en los que muchos, se irán a la cama sin ni siquiera poder cenar.
Últimamente, me preocupan bastante los asuntos de Estado (de derecho, le llaman), sobre todo desde que esta supuesta democracia, con sus supuestos derechos, me tiene permanentemente con la mosca detrás de la oreja.
Ese ha sido el motivo por el que, aprovechando que tras estos eventos institucionales parece ser que es de las pocas ocasiones en que podemos disfrutar de ver a nuestro Presidente (aunque una vez más a través de un plasma) dirigiéndose a los ciudadanos así como a los periodistas, me interesaba especialmente escuchar lo que Mariano Rajoy tenía que decir.
Y no porque esperase que diera muchas explicaciones, que ya está demostrado que quienes están por encima del bien y del mal no tienen ninguna obligación de darlas, sino porque había un asunto, para mi, de suma gravedad, que aun no había conseguido entender ni había visto a nadie, medianamente capacitado, dar una explicación desde el Gobierno (claro, cómo están de vacaciones...)
Desde que saltó la noticia de que nuestros vecinos de Marruecos, andaban más que encendidos porque su Monarca había indultado a un pederasta a petición de nuestro Rey (entre otros 48 por lo que se ve), no hago sino esperar una comparecencia gubernamental que nos ilustre sobre quien, como y porque ha sucedido esto y, a ser posible, que hubiese algún responsable, por no decir un culpable, como sí pretenden encontrar para el accidente de tren de Galicia o como encontraron para el del metro de Valencia. Máxime cuando en Marruecos, un Estado que no parece ser tan de derecho como el nuestro, tardaron poco en destituir a quien supuestamente había cometido un error.
Sin embargo, desde el Gobierno español, alguien colocó en una lista a un despreciable ser que ahora está en todos los programas, (sensacionalistas y de los que se les supone cierta seriedad) a punto de quitarle el puesto al mismísimo monstruo de Cleveland, sin que a día de la fecha sepamos por qué y por supuesto, sin que nadie haya sido cesado o dimitido por semejante barbaridad.
Que el Presidente del Gobierno nos cuente de lo que ha hablado con el Rey y nos cuente como va la economía, no me sorprende, es la tabla de salvación de quien vende lo que no tiene, digno sucesor de aquel otro que decía que “España va bien”, sólo que, el actual, lo tiene un poco más complicado porque, en todo caso, España va bien para los de siempre pero eso, no nos lo puede decir.
Que hablasen del conflicto de Gibraltar en términos de sí, pero no pasa nada porque con los ingleses nos llevamos muy bien y son nuestros amigos, también me lo podía esperar. Que era una cortina de humo, lo sospechaba y la forma en que nos lo ha contado Rajoy, me lo confirma.
Que no hayan hablado de la Gürtel y que, si lo han hecho, Rajoy iba a hacer “mutis por el foro”, también lo entiendo. No iba a contarnos ahora que le ha explicado al Rey porque mantuvo contacto a través de SMS con Bárcenas aun después de haber sido descubierto que tenía cuentas millonarias en Suiza y de estar “requeteimputado” y despedido en diferido hasta enero del 2013, de la misma forma que tampoco nos iba a decir que el Rey le había explicado los motivos por los que, al conocer los negocios delictivos de su yerno, en vez de ponerlo en conocimiento de la justicia, había mandado a la familia a Nueva York.
Pero lo que más me cuesta creer es que nuestro Presidente del Gobierno y nuestro Jefe del Estado -que han debido hablar largo y tendido de economía y del asunto de Gibraltar- no lo hayan hecho de lo sucedido con los indultos, cual si fuera un asunto banal. No en vano aun tenemos al individuo, eso sí, en Soto del Real (a saber, si no, cuál de nuestros hijos sería el siguiente), a la espera de ver como se resuelve un entuerto que, por otra parte, fácilmente podría suponer o haber supuesto un importante conflicto internacional.
Que el Presidente Rajoy no lo haya mencionado, también lo entiendo. ¡Qué necesidad de meterse en ese jardín!
Que en la rueda de prensa, ni uno sólo de los periodistas le haya preguntado al Presidente si había hablado de ello con el Rey, eso, eso es lo que no puedo entender.
Que a todo el mundo en este ¿Estado de Derecho? le importen un bledo que pasen estas cosas en nuestro país, me produce úlcera de estómago y os puedo asegurar que está a punto de sangrar.
Creo que no hará falta que os explique por qué.



viernes, 2 de agosto de 2013

¿DESPRECIO O ULTRAJE?


Supongo que hoy es uno de esos días en los que muchos escribiremos sobre lo mismo. Lamento no ser muy original pero por algún sitio tengo que soltar mi indignación -por no decir mi cabreo- y me está costando mucho hacerlo de 140 en 140 dígitos.
El tema hoy, como no, el monólogo de Rajoy al que también podríamos describir como el diálogo consigo mismo, con sus palmeros de los escaños y, a lo sumo, con los ingenuos votantes y militantes que a pesar de todos los pesares, se empeñan en apoyarle y en seguir creyendo una mentira detrás de otra; una escusa detrás de otra; hasta el infinito y mucho más (bueno, o hasta que la justicia lo remedie, que bien claro tiene Rajoy, que no será antes de que acabe su legislatura) porque demostrado queda que para ocupar un escaño, todo vale y que la mentira, funciona.
Después de escuchar, cita tras cita, todos y cada uno de los argumentos que Rajoy esgrimió, de lo que no tengo ninguna duda es de que llevaba el discurso preparado de casa y se limitó a leerlo, tanto en su intervención al inicio de la comparecencia, como en el turno de réplica al final de ella. Y ello, pasándose por el forro de los huevos (con perdón pero estoy hasta los idem que no tengo) todas y cada una de las intervenciones del resto de nuestros representantes en el Parlamento. Si algo improvisó, y lo hizo en un ataque de soberbia, fue lo del Jefe de la Guardia Civil nombrado por el PSOE. ¡Vaya forma de entender la democracia!. Y aun tendremos que darle las gracias por comparecer voluntariamente, porque él, obligación, ninguna.
¡Con razón se avino a comparecer! (más bien a la fuerza, si no arrastras, todo hay que decirlo). En absoluto se vio comprometido a nada, salvo a tener que escuchar los argumentos que le señalan, más que sobradamente, como mínimo, como un gran cínico o un gran mentiroso. Argumentos que, por otra parte, ya conocía él y también nosotros. Explicaciones, ninguna. A lo más, asumir un error que bien podría haberle costado la Presidencia del Gobierno, pero claro, eso hubiera tenido alguna posibilidad de suceder en un país donde la democracia estuviese mínimamente desarrollada, cosa que -y a las pruebas me remito- en este país, no es el caso. Más parece que caminamos en ella hacia atrás, como los cangrejos.
No soy persona de cifras, más bien mi pasión son las letras porque las palabras hablan. Pero hay veces en que también los datos hablan y por eso hoy, me siento obligada a recordar unos datos que han parecido perderse en la memoria del Señor Rajoy, del Partido Popular y de muchos millones de españoles por no hablar de los medios de comunicación (manipulación). ¿Cómo sino entender que España calle ante el absoluto desprecio con el que desde el Gobierno tratan a quienes han sido elegidos para representar a los ciudadanos de este país y, por tanto, a los ciudadanos mismos? Ciudadanos que, si no lo han cambiado ya con tanto mamoneo legal, son los titulares de la soberanía según la Constitución.
Me dirigiré ahora a nuestras señorías:
La mayoría de ustedes, como Parlamentarios, llegan al Congreso y olvidan cual es su misión: representar a los ciudadanos que les han votado y llegar a acuerdos con el resto de los parlamentarios elegidos por el resto de los demás, también ciudadanos. Y todo ello para el bien común y no por intereses económicos o partidistas. ¿O es que tal vez no saben pensar por sí mismos, dialogar y no son dignos, ni siquiera, de ser llamados parlamentarios?.
La mayoría de ustedes olvidan quienes son los titulares de la soberanía -los ciudadanos y no sus señorías por mucho título que se pongan y por muy superiores al resto de los mortales que se crean- y ejercen su propia soberanía, en régimen de disciplina de partido, mientras nos hablan de democracia; mientras la mayoría se agarra a una legislación que nos deja absolutamente fuera del juego político tan pronto han logrado convencernos de que les votemos.
Pero eso no es verdadera democracia, de la misma forma que quien es elegido Presidente del Gobierno de un país, no puede gobernar -aprovechándose de la mayoría absoluta parlamentaria- sólo para quienes le financiaron o votaron e ignorar, por no decir descojonarse, de quienes no le votaron y que ya eran la verdadera mayoría tras los resultados electorales. Eso no es democrático. Eso es totalitario amen de una farsa.
Y me dirijo ahora a nuestro ¿honorable? Presidente del Gobierno:
Sr. Rajoy. Deje de pavonearse y de esconderse tras una mayoría absoluta que tan sólo detenta merced a una legislación electoral que está muy distante de ser democrática y -a la vista de su comportamiento- también de ser justa. Porque le recuerdo que lo justo y lo legal, no es lo mismo.
En las últimas elecciones generales, votaron un total de 24.590.557 ciudadanos.
La nada despreciable cifra de 9.710.775 -supongo que la mayoría de ellos merced al ejemplar comportamiento de muchos de nuestros políticos, salpicados hasta las trancas por la corrupción; gobernados ya por la troika gracias a su connivente pacto con el PSOE (¡que fácil fue ponernos de acuerdo entonces por el bien de España!, que no de los españoles); impotentes de ver como parecía que sus votos, más que en una urna, hubieren caído en un estercolero- decidieron no votar. ¡Vergüenza debería darles si la tuvieran! Cierto es que sólo ellos son responsables de no haber ejercido su derecho pero no lo es menos que este hecho, a ustedes, no hace sino beneficiarles, pues con toda probabilidad, no les hubieran votado a ninguno de los dos, ni a usted, ni al Sr. Rubalcaba, porque de lo contrario, lo hubieran hecho.
Fíjese usted que hay, casi el mismo numero de ciudadanos que optaron por la abstención, que de ciudadanos que votaron a su partido. Pues le recuerdo que ustedes se alzaron con su, tan traída y mal usada mayoría absoluta, con tan solo 10.830.693 votos.
Haga usted cuentas y verá que de los 34.952.313 de ciudadanos con derecho a voto, incluidos los 317.886 que emitieron votos nulos y 333.095 que prefirieron ejercer su derecho pero no quisieron elegir ninguna opción, ustedes no consiguieron ni una tercera parte (11.650.771) de la confianza. Y eso que no escatimaron en utilizar burdas mentiras para conseguirla y después traicionarla nada más tomaron el poder (no hace falta que se las recuerde, también algunos de nuestros representantes se las recordaron a usted ayer).
Sigamos haciendo cuentas.
Si optaron por alguna de las diversas opciones políticas (¿pluralismo político?) 24.590.557 ciudadanos y de ellos, tan sólo 10.830.693 confiaron en su partido, significa que 13.759.865 ciudadanos que no lo hicieron, están siendo ignorados y ultrajados cada vez que usted, con la prepotencia y soberbia que siempre le acompaña y caracteriza -ayer aun mas si cabe-, les hace un corte de mangas. Porque también estos ciudadanos están representados en el Parlamento, que no es el Parlamento del partido que tiene la mayoría absoluta.
Sr. Rajoy, no se vaya usted si no quiere y si su conciencia le permite seguir diciendo que está usted legitimado para hacer lo que le venga en gana durante los dos años y medio que le quedan de legislatura -está claro que las leyes le permiten lo que la verdadera justicia y la verdadera democracia tal vez no le permitirían- pero no se apoye usted en que la mayoría de los españoles le otorgaron su confianza porque creo que ha quedado demostrado que eso, sólo es una mentira más que muchos ingenuos también están dispuestos a creer.
Por mi parte sigo en mis trece, usted debió dimitir el día que se dio cuenta de que no podía cumplir su programa (si es que no era mentira que no lo supiera) y debió convocar nuevas elecciones y someter a la decisión del pueblo soberano si le otorgaban la confianza a su programa o no. Porque, Sr. Rajoy, no elegimos semidioses sino proyectos o al menos eso es lo que deberíamos hacer.
Pero no podía usted desperdiciar la ocasión de aprovechar la mayoría absoluta que le otorga una ley electoral -absolutamente injusta para quienes eligen las opciones minoritarias (que no ignorantes)- para imponer sus políticas de austeridad -acompañadas de no poco ideario e interés- y desmontarnos mucho de lo público que tanto nos había costado construir para el bien de la mayoría. La utiliza y la piensa seguir utilizando para quitarnos nuestros derechos y dignidad laboral con el vil objetivo de hacer que los más miserables tengan que pagar las consecuencias de una crisis de la que, sólo quienes detentaban el poder y el capital (incluidos los Bancos, grandes empresas y por supuesto, Administraciones y también -no mienta más con la herencia recibida- los Ayuntamientos y Comunidades Autónomas donde ustedes gobernaban), son los principales responsables, si no partes interesadas. Capitales y capitalistas para quienes de ahora en adelante trabajaremos a precio de saldo y sólo si aceptamos las condiciones que nos quieran imponer si pretendemos al menos comer, aunque ustedes, a eso, le llamen negociación. Por no hablar de todos aquellos a quienes sus políticas están obligando a emigrar, a quienes quitan las viviendas, etc. etc.
Hoy por hoy, las leyes que le amparan a usted para seguir apoltronado en su cargo, son las mismas que desamparan a los millones de ciudadanos que están hartos de usted, de sus recortes y de sus mentiras. Hartos de que no haya tomado ni una sola medida para que, los de su clase social, su élite, contribuya al erario público con un solo euro más de lo imprescindible para mantener la farsa. Dinero que podría hacernos más llevadera la supervivencia a los españoles por los que dice trabajar. Muy al contrario, con la nueva ingeniería económica, se llevan sus capitales donde les resulta más rentable y a quienes trabajaron para aumentar su riqueza, les dejan hoy sin trabajo. Y esos son los patriotas y los emprendedores. No nos engañe Sr. Rajoy, para ustedes, ellos son la Marca España y la clase media y trabajadora de España, productos de deshecho.
Sr. Rajoy, usted ha cometido más de un error y a estas alturas de la legislatura, no ha demostrado nada más que servir a otros intereses que no son los de la mayoría de los ciudadanos de este país.
Usted negó que hubiera sobres y ahora lo reconoce abiertamente y se jacta de que, no sólo lo hacen ustedes, sino de que lo hacen todos (ya me gustaría a mi saber si en su partido reciben sobres todos o sólo los que se encuentran en las élites del poder).
Usted se equivocó también con Sepúlveda, con Matas y con otros grandes ejemplos de corruptas y pésimas gestiones de personas que pertenecen al partido que usted presidía y preside y seguirá poniendo la mano en el fuego por muchos otros en tanto no sean atrapados por la justicia -que afortunadamente algo funciona y, al margen de la presunción de inocencia, muchas verdades va constatando- de la misma forma que hoy, sus palmeros, las ponen por usted.
Usted puso la mano en el fuego por Bárcenas y la quitó cuando se quemaba tras haberle seguido pagando, manteniéndole coche, despacho y secretaria. Y aun así, después de la desvergüenza del despido en diferido y de estar aquel sobradamente imputado y sobradamente probado que tenía cuentas en Suiza, usted siguió enviándole amistosos SMSs. Pero nosotros tenemos que creer que el error fue confiar en quien no debía y que seguir manteniendo contacto con quien -en A, en B, o en C de “Corrupción”- recaudaba y repartía los sobres, era un acto de humanidad.
Sr. Rajoy, nuestro deber como ciudadanos es exigir responsabilidad y coherencia a quienes nos gobiernan y a quienes aprueban las leyes que rigen nuestras vidas. Hay cosas que un ciudadano puede permitirse pero un político, al menos uno que este a la altura, NO!. Hay cosas que a un Presidente de Gobierno ¿se le podrían disculpar? Tal vez, pero sólo previa dimisión.
Y no nos gusta, Sr, Rajoy, que nos tomen por idiotas.
Y por cierto, en las listas electorales de su partido en la Comunidad Valenciana, parece ser que sí fueron candidatos que estaban imputados. No sé si lo afirmó también por error o si es una mentira. Rectifico, que de sabios es rectificar, porque, tal vez ahí, también improvisó. Lamentablemente, cada día es más difícil distinguir.
Y por último tengo que decirle que creo que no duerme usted tan tranquilo como nos quiere hacer creer a los demás, pobres ingenuos e ignorantes. Y no porque se lo impida la conciencia, que a estas alturas me cuesta creer que la tenga, sino porque tal vez teme, que más pronto o más tarde, si en este país queda división de poderes, la Justicia llamará a su puerta.
Pido disculpas si no he sabido interpretar las cifras y me he equivocado. Ya he dicho que lo mío no son los números y si tengo que rectificar, rectificaré.
Hubiera querido insertar una imagen pero no sé como lo tengo que hacer pero dejo el enlace para que me podáis corregir.





martes, 23 de julio de 2013

HECHA LA LEY, HECHA LA TRAMPA


Hace algún tiempo, por circunstancias de la vida -que no por vocación- tuve contacto con el Derecho. A decir verdad, lo estudié durante algunos años en la Universidad a Distancia. Fue una época dura. Empecé dichos estudios coincidiendo con los primeros años de vida de mis hijas, a cuyo cuidado dedicaba la mayor parte del tiempo libre que el trabajo me dejaba, pero, por aquel entonces, podía más el afán de superación y la consecución de un objetivo, que mi propio bienestar. Así que, le robaba horas al sueño para preparar los exámenes de las pocas asignaturas a las que podía enfrentarme. Por supuesto, de asistir a clases, nada de nada. Ese debió ser el motivo por el que, a pesar de haber superado no pocos exámenes, llego hoy a la conclusión de que no debí entender prácticamente nada.
Gracias a todas aquellas asignaturas que me vi obligada a estudiar para intentar obtener la titulación, aprendí un poco de todo. Lógicamente no me hice experta en casi nada pero si creí haber captado, al menos, el sentido del Derecho y de la Justicia. Sin embargo, analizo hoy en día la actualidad y lo que está pasando y, a pesar de estar casi todo relacionado con aquello que estudié, no veo, en la España que hoy en día se dibuja, ni sombra de lo que interpreté.
Aprendí aquello de que la soberanía reside en el pueblo y creí entenderlo. La ejercitábamos por medio de representantes elegidos en las urnas pero siempre di por supuesto que la honradez de aquellos que, voluntariamente, se presentaban para llevar a efecto esa representación, debía estar en todo momento fuera de cualquier duda y que los programas electorales, en base a los cuales se solicitaba la confianza, se hacían para cumplirlos y no única y exclusivamente para obtener el poder. Entendí que las mayorías absolutas eran el resultado de la elección de una determinada propuesta por una gran mayoría de electores pero en ningún momento imaginé que podían ser utilizadas para cambiar precisamente el sentido del programa electoral tan pronto se accedía el poder, traicionando a propios y ajenos sin que nada pueda hacerse frente a ello, y mucho menos para ignorar absolutamente a los votantes y a los representantes de quienes no elegían esa opción. Y sí, todo eso estamos viviendo y mucho más.
Reconozco que, a simple vista, la Constitución me pareció una herramienta útil de convivencia social y democrática. No era perfecta cuando se aprobó -tampoco las circunstancias históricas eran las más favorables - pero, de su espíritu, podía claramente deducirse el objetivo de consecución de la paz, la igualdad y la justicia social, así como de participación activa de la ciudadanía en la vida política y en las decisiones que directamente les afectaban (no en vano, España se define en nuestra Constitución como un Estado Social y Democrático de Derecho).
Sin embargo, el desarrollo de la Constitución y el desarrollo de las leyes de desarrollo de la Constitución; la introducción de la Legislación Autonómica y de los Tratados Internacionales; la entrada en la Unión Europea y la consecuente cesión de soberanía a sus Instituciones; los avances tecnológicos y sociales; los cambios en las “necesidades” de la sociedad actual; la jurisprudencia y ya, para colmo, la introducción de la nueva ideología neoliberal, han ido desdibujando la limpieza y sencillez de aquella primera redacción, de tal forma que hoy, y los entendidos bien lo saben, del espíritu de muchos de aquellos artículos, apenas queda nada, por no decir que alguno de ellos, ha sido prácticamente abolido a golpe de Real Decreto, a merced del interés económico de una minoría que es la que, efectivamente, actualmente detenta el verdadero poder.
Lo cierto es que cuando empezó la crisis y observaba lo que estaban haciendo con nuestros más básicos y primigenios derechos constitucionales y que el hecho de que estuvieran escritos en la Constitución, no servía para nada, me hizo sentir terriblemente impotente. Así, cuando me sentaba a estudiar, cada vez que leía lo que una ley decía y como, finalmente -a golpe de jurisprudencia, de discurso político o de sensacionalismo- se interpretaba, me entraban unas ganas enormes de llorar. No obstante, me resistía a perder la fe en la justicia.
He de confesar que no hace mucho que abandoné aquellos estudios por determinados motivos -entre otros, porque me costaba aceptar que en este mundo, especialmente en este país que es el que conozco y al que pertenezco, la justicia funcionara de forma tan lejana a lo que mis principios me inspiraban-. Para entonces, ya me había dado cuenta de que no eran “culpables” aquellos que habían infringido las leyes, sino aquellos que no tenían los medios suficientes para pagar a los mejores especialistas en encontrar los vericuetos, subterfugios y vacíos legales necesarios para conseguir que no pudiese demostrarse su culpabilidad. Y esos eran, habitualmente -como no- los más ricos y los más poderosos, como siempre. Pena me da pensar en todos aquellos inocentes que, por la misma regla de tres, no pueden demostrar su inocencia o su razón.
Con esto no quiero decir que ninguno de los culpables ricos va a la cárcel ni que ninguno de los que no poseen medios se libra de la justicia, simplemente quiero decir que, bajo mi punto de vista, lo que en nuestra Constitución es uno de los pilares básicos, lo de que todos somos iguales ante la ley, no es más que una mentira más; de la misma forma que las leyes, también terminan no siendo iguales para todos.
Y lo peor de todo es que esas leyes que nos vemos obligados a cumplir, no se hacen para que los ciudadanos las entiendan. El Derecho, no está al alcance de cualquiera sino tan sólo de aquellos que se especializan. ¡Qué difícil es que leyendo una ley tengamos la seguridad de cuáles son nuestros derechos y obligaciones o qué cosas podemos, o no, hacer sin atentar a la legalidad!. Pero de la misma forma que el desconocimiento de la ley, no exime de su cumplimiento, tampoco facilita el acceso a los derechos de quienes carecen de tal conocimiento mientras sí pueden ser privados fácilmente de los mismos sin ser ni siquiera conscientes de ello. Todo esto nos deja, a la gran mayoría ciudadana, a merced de aquellos que se han especializado en sacar de las leyes el máximo beneficio a favor de sus intereses, ya sea desde el poder ejecutivo o desde el legislativo, poderes, por otro lado, cada día menos independientes.
Nos quedaba el tercer poder, el judicial, para sentirnos un poco amparados pero, ¡cual es mi sorpresa cuando leo en la prensa que el PRESIDENTE DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL, el Presidente del Órgano Supremo de defensa de los valores constitucionales, es afiliado del Partido Popular! (conste que lo mismo me habría dado que lo fuese de cualquier otro partido político) ¿Dónde queda la independencia judicial?. Cierto, todos, a estas alturas, lo sabemos ya. Tampoco existe. Pero al menos debería quedar algo de honor, que tampoco.
Y no me sirve que los jurídicos hablen de no sé qué interpretación porque la Constitución, a ese respecto, no puede ser más clara:
Art. 127 de la Constitución: 1. Los Jueces y Magistrados así como los Fiscales, mientras se hallen en activo, no podrán desempeñar otros cargos públicos, ni pertenecer a partidos políticos o sindicatos. La ley establecerá el sistema y modalidades de asociación profesional de los Jueces, Magistrados y Fiscales.
¿En qué cabeza cabe que un Juez o un Magistrado no pueda pertenecer a un partido político pero que quienes, con el nombre de Jueces y Magistrados de la máxima institución, han sido nombrados para defender los valores de la Constitución, sí puedan estar afiliados a un Partido Político?
Y sí, conozco el art. 159.4La condición de miembro del Tribunal Constitucional es incompatible: con todo mandato representativo; con los cargos políticos o administrativos; con el desempeño de funciones directivas en un partido político o en un sindicato y con el empleo al servicio de los mismos; con el ejercicio de las carreras judicial y fiscal, y con cualquier actividad profesional o mercantil.
En lo demás, los miembros del Tribunal Constitucional tendrán las incompatibilidades propias de los miembros del poder judicial.
No sé si se pueden ejercer funciones directivas en un partido político sin estar afiliado pero lo que me parecería absolutamente intolerable es que los miembros del Tribunal Constitucional, sí pudieran pertenecer a un partido político quedando a salvo de la “imparcialidad”, porque dejaría absolutamente claro que no se trata de un Tribunal, sino de un Órgano más al servicio de los poderes ejecutivo y legislativo.
Así, en mi ignorancia, me explico todo lo que está pasando con la Constitución.
¡Qué sabia aquella antigua frase que dice: Hecha la Ley, hecha la trampa!
Y si se permite que esto sea así, además de pedir la dimisión del Gobierno y el adelanto electoral, no me queda otra que pedir, también, la posterior reforma de la Constitución si queremos de verdad ostentar la soberanía que a golpe de legislación y de interpretación, cada día nos es, como el resto de derechos, más y más recortada.












miércoles, 19 de junio de 2013

APADRINA LA SOLIDARIDAD


Todo empezó cuando publiqué la anterior entrada de mi blog: “LIMPIABOTAS EN EUROVEGAS”. Yo ya conocía a Frana por tweeter. La conocía como @Franamany y, ni que decir tiene que, más que por la vista, me entró por el alma. Pronto mi intuición me llevó a considerarla una bella persona.
A menudo, funciono con el móvil y, ya sabéis... es todo tan pequeñito que, normalmente, espero a leer los comentarios de mi blog al momento de disponer de wifi en el ordenador, por lo que aprovecho para pedir perdón a todos aquellos a los que todavía no he contestado a algunos de sus, siempre fantásticos, comentarios.
Al poco, leí un tweet en el que @Franamany, me pedía disculpas por haberse desahogado conmigo y no la entendí. Fue al leer sus comentarios en el blog cuando me dí cuenta de a qué se refería.
Invito a leerlos, si aun no lo habéis hecho, porque a mí, se me cayó el alma a los pies. Desde ese momento, sólo he podido tener en mi cabeza un pensamiento: cómo poder ayudar!!!
Pronto pedí colaboración a través de tweeter y ya podéis imaginar que enseguida ese apoyo y esa colaboración llegó; pues otra cosa no habrá, pero gente buena, haberla, "hayla". Pero somo pocos y necesitan mucha más ayuda. No podemos permitir que este proyecto, esta ilusión y esta esperanza se muera y muchísimo menos que todos los que en el entorno de Damiana se benefician de él, pasen hambre.
De todo lo que surgió de aquello, ha nacido este post. Por eso a continuación, entrecomillado, Damiana nos relata cuál es la historia de su asociación y cuál su situación actual y os ruego encarecidamente, a tod@s, que me ayudéis a ayudarles.
Cualquier colaboración es importante. Desde las aportaciones económicas, pasando por las donaciones de quienes os encontréis cerca y acabando por su difusión, cuanta más, mejor. Y a ser posible, en algún medio con alguna capacidad de actuar, influir o ayudar. Como mínimo un RT que no quiero que hagáis pensando en mí.
Os dejo con Damiana y con esta historia de solidaridad y os agradezco, de antemano, vuestra solidaridad, pues sé que muchos de los que me seguís, no vais a dudar en colaborar. Besos a todos.

La historia del "Colectivo social Es taronger d´Ariany no es sencilla de narrar, puesto que no fue algo preconcebido, simplemente nació espontáneamente de las circunstancias, quizás por ello es complicado darle un inicio puesto que cuando tomó forma, ya existía. Tampoco me resulta fácil separar mi propia historia, ni la historia del resto de personas que formamos parte, casi sin darnos cuenta, del propio colectivo, pero por respeto debo marcar una linea de separación.

Diremos que el colectivo empezó a engendrarse sin sospecharlo por una botella de butano...

Era un frío día de invierno, una familia sin recursos llevaba días sin comer, los servicios sociales le habían entregado arroz, macarrones y spaguettis, era lo único que tenían y, sin embargo, no tenían butano para cocinarlo. Inútil e infructuosa la búsqueda de trabajo, inútil la petición de ayuda, la desesperación los consumía. Entonces, el menor de los hijos cogió un hacha saliendo de la casa, era sencillo cortar leña para hacer un fuego que solucionaría el problema inmediato. Podría haber cogido leña cortada de mil lugares, pero esto lo consideraba un robo por lo que se dirigió a un solar vació donde había un árbol arrancado por una antigua obra que era de complicado acceso, sabia que así no perjudicaba a nadie, sin embargo, mientras se afanaba en bajar el árbol, cortarlo, llego el alcalde del pueblo llamándole la atención. El muchacho sin dejar de cortar explico que en su casa había una mujer enferma, una muchacha embarazada de ocho meses, un niño y tres adultos con frío, hambre, sin gas para cocinar. El alcalde enseguida supo  quien era el chaval puesto que de forma reiterada se le había pedido colaboración, que nunca llegó, permitió que el chico terminara de cortar la leña y se la llevara, el muchacho pregunto quien era el propietario del solar para ir a explicárselo, como así haría al día siguiente.

Al llegar a su casa relatando lo ocurrido, la madre tontamente pensó que el alcalde les llevaría butano, quizás hasta comida o por fin intercedería para un trabajo, puesto que estaba en sus manos hacerlo, no fue así, sin embargo cuando el chico acudió a explicar al propietario lo ocurrido alguien le escucho, una mujer inglesa que sin dudarlo se presento en esa casa con una botella de butano, poco tiempo después un matrimonio extranjero de jubilados llevaba una compra de alimentos básicos, leche, azúcar, legumbres, pollo... como agradecimiento el chico les ayudo en tareas varias que ellos tenían dificultad de realizar, sin saberlo algo estaba naciendo.
Durante estas colaboraciones la mujer inglesa descubrió que el problema era mas grave, los años de calvario en busca de un trabajo por parte del que había sido el cabeza de familia con referencias constantes a que era demasiado "viejo" para trabajar (contaba 51 años en aquel momento), la enfermedad de la madre que no podía seguir los tratamientos necesarios, la carga añadida de una de las hijas embarazada de 8 meses con su marido e hijo por haber sido desahuciados al perder el empleo, un drama que no solucionaría una botella de butano. Ella no era rica ni nada parecido, pero tenia una finca que no podía cuidar sola, un sueño de ver la finca floreciendo de frutos, personas que necesitaban estos alimentos pero sobre todo, ante todo necesitaban sentirse útiles, empezaron cuatro manos a las que se añadió alguien que tenia un motocultor roto que podía ceder, otro tenia las piezas, uno sabia arreglarlo, alguien necesitaba limpiar la finca, otro leña... sin saber como el grupo solidario fue creciendo, nadie daba limosna era un intercambio, no había ricos y pobres simplemente humanos. Dentro de este proceso la dueña de la finca adopto un burro, para tenerlo en regla además de intentar criar cerdos para alimento, empezó a gestionar la cartilla ganadera allí descubrió que antiguamente esa finca se llamo "Es taronger" no había ningún naranjo pero desde Inglaterra le mandaron un regalo para comprar un "Taronger", supongo que así poco a poco fue naciendo este sueño. 
En el pueblo empezaron a hablar, la finca que hasta entonces había sido una selva estaba cambiando a ojos vista, el viejo de 52 años ya, pasaba horas y horas limpiando, picando, preparando...de nuevo existía una esperanza, la situación económica no había variado pero por fin se sentía útil, sin saberlo el colectivo era una realidad, unos compraban leche, otros pintaban, reparaban, limpiaban, la finca empezaba a sembrarse, otro corral nacía para aromáticas aprovechando los estudios de herboristeria, dietética y nutrición se iniciaban proyectos galletas, cremas, mermeladas, dos gallineros empezaban a dar huevos... todo era bonito, seguía habiendo días duros pero con esperanza, no puedo dejar de mencionar al pastor que enseñaba como debía cuidarse la tierra, sus animales, el drama de las subvenciones engañosas porque gracias a el   de vez en cuando repartíamos un cordero entre los que colaborábamos.
Se vendieron las primeras lechugas 100% naturales para comprar mas semillas, se pudieron comprar unas gafas muy necesarias, incluso mi hijo consiguió unos zapatos para sus destrozados pies, pero se nos advirtió que esto no iba a gustar a "algunos terratenientes" la gente del pueblo nos advirtió como funcionaba aquello, mejor callar que enfrentarse, por ello había que buscar una solución que imprimiera solidez y legalidad al proyecto, parecía sencillo pero.... burocracia es sinónimo de pagar.

Y así llegamos a hoy, "Es taronger d´Ariany" debe convertirse en asociación legal, estamos en ello pero precisa unos gastos que ni en sueños se pueden cubrir, tasas, libros de cuentas... además de envasados para los productos, la forma de subsistir mientras ello se lleva a cabo, todo ello sin olvidar veladas amenazas de que al mínimo error nos echan del pueblo. 

Además de ayuda económica se necesitan herramientas, goteo, mas semilleros para que nunca falte el cultivo, productos básicos para las familias necesitadas porque la higiene también cuesta y es la gran olvidada en estos casos, pero lo peor es que ha vuelto el hambre extendida a personas que no lo merecen porque pusieron todo en el proyecto de forma solidaria, faltan solo 30 días para que el sueño sea realidad presentar el proyecto en la "Fira nocturna d´Ariany" pero el coste de ello es hoy para nosotros una fortuna impensable, casi 1500 euros a los que hay que añadir la manutención necesaria de las familias sin ingresos hasta este día, calculada en otros 1500, además de varios conceptos, transporte, calzado, ropa, en fin calculamos que 5000 euros impensables de conseguir, por ello pensamos que quizás seria mas sencillo extender el proyecto a mil personas dispuestas a invertir 5 euros, personas que gracias a su donación recibirían un carnét serian "socios colaboradores" para en un futuro recibir en su hogar galletas, mermelada u otros productos artesanos del "Taronger d´Ariany", por ello toda colaboración es bienvenida incluso de forma informática para imprimir folletos y carnéts, para crear los estatutos, asesoramiento legal. Nos han cedido mas fincas con las cuales se alimentarían mas bocas y se daría mas trabajo pero hoy por hoy esta todo pendiente del maldito dinero.

A grandes rasgos este fue el nacimiento del proyecto a punto de morir sin vuestra colaboración, no son limosnas son intercambios solidarios.

Las cosas cruentas de los caciques que negaron la comida que tiraban, la dejare para otro momento, en este proyecto no caben hienas carroñeras, solo gente de buena voluntad en busca de un mundo mas humano.

Datos, daré los mios porque tanto los benefactores como los trabajadores prefieren el anonimato.

Francisca Alemany Hernandez
C/ Menorca 21 07529 Ariany (Mallorca)

Existe una cuenta de Pay pal que recibió una donación de 50 euros que han permitido que ayer varias personas (incluyendo niños) tomaran leche por primera vez en varios días    la cuenta es  estarongerdariany@gmail.com 

Como cuenta bancaria de momento solo puedo dar la de uno de los socios activos de total confianza puesto que si no conseguimos financiar las actas de asociación tampoco podemos abrir una cuenta a su nombre.        
La cuenta es de ING direct   1465 0100 91 1709276910.

Número de cuenta

1465 0100 91 1709276910                                   
 Se me ha dado autorización tanto de la cuenta de ING como de Paypal, entre ambas en estos momentos tenemos 2.67 euros, jajaja Una fortuna con la que me daré a la fuga.

Este es el sueño, os invito a soñar porque solo con estas pequeñas cosas conseguiremos cambiar este mundo, Es taronger abarca un proyecto solidario, trabajo para fomentar la auto estima eliminando las "limosnas", alimentación sana y natural posibilidad de crecer extendiéndose a todos aquellos que tengan un trozo de tierra y manos,.

Gracias por la atención, deseando vuestra colaboración.

De las "hienas carroñeras" ya hablaremos en otro espacio menos hermoso que este sueño.

Frana”