domingo, 16 de noviembre de 2014

OBSERVANDO...


Hacía tiempo que no me sentaba a escribir. Observaba...
Lo cierto es que sigo observando y que no hay un sólo día en el que, mentalmente, no escriba un post lleno de vergüenza y de indignación, porque lo cierto es que a estas alturas, casi nada me sorprende.
De una u otra forma, ya he denunciado casi todo lo que me parecía intolerable y también he de decir que la única novedad, en estos últimos y largos años desde que la crisis arreció, es la irrupción de Podemos en el espectro social; ahora también en clave política al conformarse definitivamente como un partido más; un partido diferente por teóricamente horizontal y directamente emanado de una parte de la ciudadanía, pero a la postre, un partido político también.
Soy de las personas que aun confían en la democracia como sistema político y he de reconocer que también de las que pienso que la única forma de transformar el sistema -de forma pacífica porque de otra forma no habría transformación- es, desde dentro del mismo y con amplio consenso, cambiando las leyes en beneficio de la mayoría social.
Hay que reconocer que le han echado mucho valor y que ya están ahí, como opción, como alternativa, como esperanza, como ilusión y, como su propio nombre indica, como posibilidad.
Me gustaría poder echarme abiertamente en sus brazos, esa es la verdad. Sobre todo porque la mayoría de las cosas que dicen que quieren y que dicen defender, son también las que quiero y defiendo yo. 
Sin embargo, tengo miedo.
Sí, eso sí lo reconozco abiertamente porque siempre me ha gustado tener los pies en la tierra por más que nunca haya renunciado ni renuncie a la “presunta” utopía y a soñar.
Podríais pensar que ha hecho mella en mí el “argumentario” de la caverna, más no creo que eso sea exactamente así.
A decir verdad, creo que, tanto esa caverna como quienes han medrado a la sombra del bipartidismo, repiten como papagayos una serie de consignas que saben que recuerdan a la guerra civil, al hambre, a los años del “franquismo” y su miedo -terrorismo incluido, que nunca dejó de ser una consecuencia de su perversión- y que no dejan de ser las mismas o muy parecidas a las que han utilizado, siempre, para conseguir los votos. Toda vez que han sido, todos ellos - seguro que con nuestra connivencia electoral- los que han conseguido que, a día de hoy, un partido, sistemáticamente corrupto, pueda decidir con una mayoría absoluta -y sin asomo de consenso ni tan siquiera de diálogo con el resto de las fuerzas políticas de nuestro Parlamento- la forma de afrontar la crisis, o mejor dicho, la estafa -de la que han sido cómplices- y de que hemos sido objeto los ciudadanos de este país, por no decir de este mundo en el que ya casi todo es global.
Y no hace falta a estas alturas decir quienes están ganando y quienes perdiendo.
Personalmente, me da más miedo la globalidad, el sistema en sí y, porque no decirlo, nosotros mismos.
Me da miedo que tengamos que canalizar el voto hacia una determinada opción y no me gusta que la única posibilidad -para cambiar y poder vencer a quienes llevan treinta años alternándose en el poder- sea confiando en quienes hasta ahora sólo han podido demostrar que aun no han demostrado nada más que haber sido capaces de obtener un gran apoyo popular. Les diferencia del resto, por encima de todo, que no tienen antecedentes de fracaso ni de corrupción porque si he de ser sincera, en muchos de sus planteamientos coinciden con esa otra lucha social, que sí viene en llamarse izquierda y que desde hace mucho tiempo, y desde todos nuestros Parlamentos, a muchos ya nos representaba, al menos electoralmente, antes de la irrupción de Podemos. Esos que llevan años, muchos años, defendiendo y reclamando lo que ahora Podemos, si consigue una amplia mayoría, dice poder conseguir.
También es cierto que no sólo desde la izquierda, sino también desde una parte de los que se consideran de derechas -una no sabe muy bien cómo o qué marca a veces la diferencia- se tiene mucha conciencia de injusticia social.
La verdad es que desde que empecé a sentir que vivíamos una dictadura encubierta, intuí que la única posibilidad de que la democracia volviera a triunfar habría de ser por la vía de la unión y del consenso y no merced a la división. Pero si algo parece necesitar Podemos para intentar ganar, es que se les vea como absolutamente independientes de todo lo que viene de atrás, de forma que no se les pueda hacer cómplices de la situación actual. 
De alguna forma intuyo que esa independencia deriva en división y, por eso, a veces, me preocupa que todo pueda valer para conseguir el poder necesario para cambiar las cosas.
Y me preocupa, sobre todo, porque no tengo nada claro qué es lo que mucha de la gente que hoy dice ser y apoyar a Podemos, espera de ellos en realidad. 
Me preocupa que esos que les apoyan, no sean conscientes de que para poder dar la vuelta a esta tortilla, no sólo los ricos habrán de perder; no sólo habrán de perder los que hasta ahora han estado acaparando el capital y el poder, sino que tal vez, para lograr el objetivo de la justicia social -que desearía fuese el santo y seña de Podemos- todos tendremos mucho a lo que renunciar; a todo menos a la democracia, o eso espero.
Porque, lo que a estas alturas tengo más que claro es que, si a éstos que ahora lo acaparan todo les quitamos el poder, ellos retirarán todo el capital acaparado que puedan, al menos temporalmente, a esta pequeña porción del mundo que es España,. 
Y bien sabemos que pueden hacerlo y cómo lo hacen. Porque esos capitales no tienen patria; ya no son españoles sino globales y desde ese poder global, a quienes queremos el cambio, no nos lo van a hacer pasar nada bien. O al menos, esto es lo que parece que siempre ha pasado y está pasando en los países que se han enfrentado al capitalismo, que, ni que decir tiene, no tiene ideología ni conciencia pero menos aun conciencia social.
Eso o nos seguimos vendiendo a él, al poder del capital. Y, personalmente, no sé que es peor. Por no decir que todo “podría” cambiar para que nada cambiase.
Porque el sistema no lo va a cambiar ni Podemos ni nadie, de la noche a la mañana.
Y me preocupa que si Podemos llegase a gobernar y esto sucediera, los que hoy apoyan esta nueva esperanza, no sean conscientes de que para poder ganar en justicia social y en una más justa distribución de la riqueza, tal vez haya que empezar sacrificando, todavía más, parte de nuestro actual bienestar. Me preocupa que el tiempo les de la razón a quienes creen que la economía funciona porque todos queremos tener más. Me preocupa eso porque no me parece descabellado que para muchos de los que hoy votarían Podemos, en un futuro no muy lejano, Podemos pasase a convertirse en otro régimen al que derrocar como muchos creen hoy del partido en el Gobierno al que mas de 10 millones otorgaron su confianza y del que muchos de ellos, también a día de hoy, se sienten absolutamente decepcionados, cuando no víctimas.
Porque si algo nos ha enseñado este sistema, o en algo nos ha engañado, es en que, a día de hoy, todos podemos creernos con derecho a mayor bienestar y que todos creemos tener derechos y si cabe, que algunos se crean con mayor y mejor derecho que los demás.
Y por eso me preocupa que lo que mueva al cambio, no sea el sentimiento de una verdadera conciencia de justicia social sino el voto de castigo a la corrupción; el voto de reproche a los que, en su propio beneficio, nos han llevado a la situación actual; el propio interés de nuestra situación personal; las supuestas injusticias de las que individualmente nos sentimos víctimas o la envidia de ver que quienes tienen más, viven mejor y que por eso, todos queramos tener más.
Y me preocupa, por ejemplo, y ya sé que la mayoría no me entendéis, ¿qué pasaría en este país si, para empezar a cambiar, hubiese que rebajar al deporte de élite (fútbol, tenis, motociclismo, automovilismo, etc.), a simples prácticas deportivas cuyo principal motor no fuese el desproporcionado ánimo de lucro?. Porque, aunque ya sé que la mayoría no lo veis, es éste uno de los mejores ejemplos de cómo funciona este sistema basado en el capital, en la injusticia y en la manipulación.
¿Se llenarían las calles de indignación?
Sólo os pediría que fueseis sinceros con vosotros mismos como yo lo intentaré ser.
Y por eso, seguiré observando, por no decir vigilando, muy de cerca y más si cabe, a aquellos que ¡ojalá! un día lleguen al poder representando los valores y para hacer las políticas que se corresponden con mi deseo de una sociedad más justa y mejor.
Y seguiré animando y apoyando para que así sea pero no dejaré de observar para intentar ser coherente el día que tenga que acudir a votar, porque poder, se puede pero hay que querer.
Y me gustaría que Podemos confeccionase un gran y posible programa electoral porque, a buen seguro gente capacitada les sobra. 
Pero también espero que lo hagan para cumplirlo y que este último, el que presentó el PP para las elecciones del 2011, sea el último que no se haya cumplido y el último que nos haya dejado a la mayoría con cara de idiotas.