sábado, 25 de julio de 2015

CHURRAS Y MERINAS

Con esto de los símbolos, como con casi todo, de lo que tratan actualmente los medios de comunicación es de confundir.

Yo no soy de símbolos ni de banderas ni de nacionalismos ni de religión, que todo hay que decirlo y que no creo que a estas alturas, a nadie de los que me leen les sorprenda.

Una pone el telediario, como casi cada día a una u otra hora, para intentar conocer la actualidad y para intentar saber la verdad merced a la información -no en vano les llaman informativos- y una no deja de sorprenderse. Y mira que en los informativos hay pocas cosas ya que sorprendan si no es por el sensacionalismo pero… así es, a mi  es la capacidad de intentar manipular lo que me deja siempre con la boca abierta.

Arranca el informativo de Antena 3 con el día de Santiago, fiesta grande de Galicia que en su día lo fue de España porque era el Santo Patrón, pero que en la actualidad, como que a la mayoría de los que habitamos en el resto de las Comunidades Autónomas, a no ser que nos caiga en sábado o fiesta de guardar, como que ni fu, ni fa. Ahora se celebran otras fiestas como la Constitución, el día del Trabajo…. bueno, vamos a contar año nuevo porque los ateos ahí, como que nos podemos sentir coherentes porque si no, a morir por Dios y todos sus santos. Afortunadamente, algo va cambiando, aunque a paso pulga, la verdad.

Bueno, a lo que iba. 

La noticia es que el actual y recientemente elegido Alcalde de Santiago, ha optado, en muy buena lógica y coherencia, por no asistir a la Santa Misa -que se celebraba como acto religioso, supongo yo porque de haberlo programado el Consistorio no habría faltado- aunque sí ha participado y compartido con el resto de los representantes institucionales otros actos programados en torno a la fiesta grande de Santiago de Compostela, y por ende -reminiscencias de un pasado gobernado por la religión- de la Comunidad Autónoma de Galicia.

Hasta ahí todo me hubiera parecido normal, porque una noticia lo es, te guste ésta o no. Personalmente a mí sí, no lo voy a negar porque en lo que puedo evitar el miedo inculcado en mi niñez y adolescencia, soy bastante atea ya.

Pero mira tu por donde que, al hilo de esta noticia de que un representante de una Institución que, aunque respetándolo, decide mantenerse al margen de la práctica de una determinada creencia religiosa y su manifestación como lo es una Santa Misa, enlazan con otra noticia que, para mi modo de ver, no tendría por qué tener relación con esa otra noticia de que otra representante, de otra Institución, en este caso el Ayuntamiento de Barcelona, haya decidido retirar del Salón de Plenos Municipal, un busto del ex-rey Juan Carlos I. 

Y ahí es donde viene mi cabreo monumental.

En mi tierra -tierra de trashumancia gracias a la cual, Soria todavía es hoy algo, bueno mucho- somos de decir que no hay que mezclar churras con merinas. Lo cierto es que no podría precisar por qué pero es de esas cosas de cultura popular que sabes que enriquecen aunque no entiendas muy bien por qué.

De repente, el lenguaje se entremezcla. Nuestros símbolos!!! Nuestras Instituciones!!! Populismos!!! Ahí tienen mucho que opinar, sobre todo el PSOE y el PP, ¡claro!, ¡cómo no!!! 

Vamos a ver!!! Yo voy a decir lo que yo pienso y se puede estar de acuerdo conmigo o no porque si algo tengo claro es que no estoy en posesión de la verdad.

¿Qué tienen que ver los símbolos religiosos con los símbolos institucionales? 

A saber, vivimos en un Estado al que la Constitución define como Estado Social y Democrático de Derecho (en esto mejor que no entramos), que se constituye como una Monarquía Parlamentaria  y se declara aconfesional.

Una cosa es que Ada Colau, Alcaldesa de Barcelona cono resultado del último proceso electoral, retire del Salón de Plenos Municipal un busto de Juan Carlos I, que no es ya el Jefe del Estado de España; otra, que el Partido Popular, por sus Santos Cojones decidan poner la fotografía de Felipe Vi, nuestro Jefe del Estado actual, con mayor o menor mérito; y otra, muy diferente, que la Iglesia Católica, en nuestro Estado, en teoría aconfesional, sea ninguna Institución ni que sus símbolos tengan nada que ver con nuestro Estado.

Pero claro!!! mezclando churras con merinas es como, en vez de informar, manipuláis. 

Enhorabuena ANTENA 3 o ATRESMEDIA, no sé si a los que os financian les habréis hecho el culo gordo pero a mi me habéis tocado un poco los cojones porque estoy hasta los ídem que no tengo, de que os importe un huevo vuestra responsabilidad. 

A buen seguro, a muchos de los que estuvieran pensando no votar al PPSOE os los habréis llevado al huerto, también hoy,  porque, creo, que muchos de ellos gustan más de enarbolar símbolos , banderas o estampitas que de pensar, pero yo soy de las que pienso que llamar periodismo a lo que hacéis, es insultar a la inteligencia.


lunes, 20 de julio de 2015

CON EL CULO EN POMPA

De un tiempo a acá, ando un poco desconectada, esa es la verdad; menos pendiente que antes y aun así, más pendiente que otros a los que se la trae al fresco lo que nos pueda pasar mientras ellos vivan bien. 

Lo cierto es que ni yo, ni muchos como yo o como tú, nos lo deberíamos permitir. Las elecciones están a la vuelta de la esquina y la maquinaria electoral está funcionando a todo trapo por más que los calores del verano nos animen y ayuden a obviar esta realidad. 

Hoy, con la vista en el futuro que nos espera, no puedo dejar de echar la vista atrás y recordar cómo eran las cosas o cómo yo las percibía no hace tanto.

Hubo un tiempo en este país en que sólo se oía hablar de prosperidad, de Estado del Bienestar, de Derechos Humanos, de fin de la guerra fría, de tolerancia religiosa, de diversidad, de la Democracia que avanzaba por doquier. 

Sí, sabíamos que había dictaduras pero esas y otras cosas como las personas que pasaban hambre; las mujeres maltratadas, violadas y asesinadas; los niños y adolescentes de ambos sexos explotados o vejados laboral o sexualmente; las guerras religiosas o las guerras en general; las personas sin derechos y sin protección; las persecuciones políticas; la emigración por una vida mejor imposible de encontrar en sus lugares de nacimiento, no parecían ser ya un problema en la avanzada Unión Europea. Esas realidades quedaban para aquellos otros, por entonces clasificados como pobres e incultos países a los que se daba en llamar el tercer mundo o países del sur, por más que algunos de ellos nos fueran tan próximos como la lejana sudamérica, el cercano Magreb o la Europa del Este oprimida por las fauces del "malgestionado comunismo", pero no parecían existir en nuestra Europa Común, de la que España, como Grecia, había entrado a formar parte. 

La Democracia junto al capitalismo eran para todos aquellos que aun no se habían dado cuenta, como para todos nosotros, el camino hacia un mundo de progreso y de paz. Y con esas ideas, cual si de una religión se tratará, se pretendía evangelizar al resto del mundo.

Eso era lo que teníamos que creer y creímos. Eso y que, en nuestro caso particular, una Europa Unida era el mejor camino para la justicia social y para el bienestar de todos y cada uno de sus ciudadanos que más que compartir un continente, nos convertiríamos en una gran familia.

Por aquel entonces, en España se solía decir que el que no trabajaba era porque no quería y para quienes no podían trabajar -o no querían, como desde los círculos empresariales se solía denunciar- había prestaciones, más o menos justa o injustamente percibidas, que permitían sobrevivir con una cierta dignidad incluso cuando el trabajo más escaseaba. Nuestros padres, a través de su trabajo y de hipotecas, conseguían pagar sus hogares y dejárnoslos en herencia a los pobres desheredados de la sociedad; disminuía la delincuencia; aumentaba la esperanza de vida y ganábamos en derecho a sanidad, a educación, a una -aunque fuera mínima- igualdad de oportunidades, a una justicia al alcance de cada ciudadano de este país, incluso aunque no se la pudiesen pagar. 

Y todo ello con libertad para expresar nuestra disconformidad, que de eso, de plasmar en papel y derechos todo aquello, se había encargado nuestra Constitución. 

Y no es que mostraremos disconformidad muy a menudo pero, si alguna vez considerábamos que lo debíamos hacer, con nuestros más o menos numerosas movilizaciones, conseguíamos que nuestros Gobiernos, elegidos al igual que ahora en las urnas, cambiasen, aunque mínimamente, el giro que habían decidido tomar sin contar con nosotros, haciéndonos sentir, de esta manera, que nos representaban más allá de haber obtenido una mayoría o incluso una mayoría absoluta. Incluso creo recordar que se intentaba aprobar las leyes con un relativo consenso, ¡no te digo más!

O eso creía yo, que aceptaba humildemente el Gobierno salido de las urnas porque era lo que habían elegido para premiar o castigar a quienes no habían respondido a la confianza depositada en ellos, fuesen los que había votado yo, o no.

La situación actual de España bien la conocéis, no os la voy a describir. Sólo me queda decir que ese pasado reciente, me parece ahora muy, muy lejano. 

Tampoco os voy a pedir que miréis a España, donde quienes controlan los medios de comunicación -como nunca antes lo hicieran desde que la censura de la dictadura lo hiciera en una sola dirección- se esfuerzan en ocultar la situación real. Sólo tenéis que mirar a Grecia, una nación que formando parte de la Unión Europea, a día de hoy, bien se podría considerar una especie de otro tercer mundo dentro de ella. 

Mientras, la mayoría de nosotros les señalamos con el dedo como si, más que nuestros hermanos o nuestros socios, fuesen una lacra. Nosotros los listos y buenos; ellos los jetas e ignorantes. Demostrado ha quedado que esas son otras de sus estrategias: convertir a la víctima en culpable y el divide y vencerás.

Sin embargo, si observáis un poco su realidad y su situación, en el fondo no es tan diferente a la nuestra: su problema, como el nuestro, como el de la mayoría de nosotros, es la deuda, una deuda que como una bola de nieve, crece cada día. 

¿Habéis pensado alguna vez qué pasaría en vuestros hogares si los que controlan el sistema financiero decidieran subir los intereses de vuestras hipotecas sin que aumentasen proporcionalmente vuestros ingresos?; o, si simplemente, pasaseis a formar parte de las interminables listas del paro porque vuestra empresa, de toda la vida, hubiese sido absorbida por una empresa mayor o una multinacional y decidiera hacer un ERE para rentabilizar su inversión y aumentar su productividad; o si, asfixiados por las deudas adquiridas en un tiempo que pareciera mejor, tuvieseis que aceptar contratos basura con sueldos de miseria con cuyo montante, ni aun por más que os supieseis explotados, pudierais hacer frente a los pagos de la hipoteca, luz, agua, impuestos, etc., todas esas obligaciones que todas y cada una de nuestras familias mensualmente ha de afrontar para vivir con un mínimo de dignidad o incluso sin él.

Si no quisieseis perder vuestras casas y con ellas, no sólo un techo bajo el que vivir, sino también el sacrificio y el trabajo de toda una vida, ¿Que haríais? ¿Negociar con el banco la forma de poder seguir manteniéndolas? Quizá sí y quizá, sólo quizá, el Banco os ofreciese más dinero para hacer frente a esos nuevos intereses que, en esas mismas condiciones, nunca podríais pagar y vosotros lo aceptaríais, a la desesperada, con la esperanza de encontrar un trabajo o recibir una herencia o que os tocase la lotería, qué más da con tal de no perderlo todo. 

Pero, ¿habéis pensado que pasaría si después de todo, no pudieseis pagar? ¿Qué pasaría entonces con esas casas que comprasteis con dinero prestado por unos bancos a los que entonces no parecía preocuparles si lo podríais o no devolver o lo que tendríais que sufrir para devolverlos?. Que, en el mejor de los casos, ellos se quedarían vuestras casas, más lo pagado por ellas entre intereses y principal, y vosotros os quedaríais sin nada y en el peor, os quedaría además una deuda. 

Y lo digo porque, a la vista de nuestra experiencia, más parece que es en eso en lo que ha consistido su negocio.

Y lo digo porque no han sido ellos quienes han salido perjudicados con la explosión de la burbuja, sino tu y yo, los mismos que compramos a unos precios de mercado fantasma, especulativos e irreales. Tu vivienda se ha devaluado pero su préstamo no. Y esto no lo digo como hipótesis sino como realidad. A los ejemplos me remito y a lo que ha pasado con las leyes hipotecarias en España, que han dejado a la gente sin casa y a los bancos con el grueso y el control del mercado inmobiliario que a tantos ha forrado en este país. 

Porque sí, nosotros fuimos los ignorantes, los ilusos que pretendieron vivir por encima de sus posibilidades, según dijeron cuando la burbuja estalló -aunque yo más bien sigo creyendo que vivíamos en la medida de nuestras posibilidades, pidiendo prestado, eso sí, lo que creíamos o lo que los propios bancos nos dijeron que podríamos devolver- porque en eso, en construir y vender viviendas y en prestarnos hasta el infinito y mucho más para que tuviésemos dinero para consumir, lo que fuera, sobre todo productos no fabricados ni siquiera manufacturados por capital español, era en lo que se había basado casi todo nuestro crecimiento.

Por que sí, ellos, los Bancos, los que nos prestaban el dinero, los listos, los entendidos, los que aun manejando y haciendo gala de controlar los datos de la evolución macroeconómica negaron la burbuja por activa y por pasiva hasta que finalmente estalló, fueron los que nos prestaron el dinero que deberían haber sabido que muchos de nosotros no podríamos devolver. 

Ellos y nuestros sucesivos Gobiernos que negaban y legislaban pero no movieron ni un ápice la situación para que nosotros, la mayoría, los que les votábamos, acabaremos siendo los paganos en todo este merdel.

Porque ellos, los que legislaron y los que prestaron fueron entonces tan culpables como nosotros o más, si no directamente los estafadores que se han lucrado a nuestra costa.  

Y sin embargo, ellos sí que, por unos u otros motivos, han sido rescatados mientras que a los otros, a los desahuciados, salvo en todo caso las Plataformas antidesahucios, nadie ha acudido a rescatarles. Y ahí siguen también los que legislaron sacando pecho cuando se les debería caer la cara de vergüenza al suelo.

Pues eso mismo, o algo parecido, creo yo que es lo que les ha pasado a los griegos. 

Eso y que también sus políticos les vendieron y que por eso ahora Grecia es un país hipotecado, si no invadido, por esos mismos que un día, ayudándoles a falsear las cuentas para que pudiesen entrar en la Unión Europea, les ofrecieron dinero, bienestar y prosperidad y que hoy se han convertido en los dueños de sus monumentos, de sus industrias, de su turismo, de su supervivencia, de su democracia y de su paz social. Porque sí, el germen de la desestabilización del país está sembrado y ya sólo les queda recoger sus frutos en forma de negocio para ellos y de miseria para los ciudadanos de Grecia, condenados a servirles y a aceptar sus condiciones o a la miseria absoluta y total, en tanto intentan encontrar la forma de aflojar la soga que, lejos de aflojarse, les estrangula cada día un poco más. 

Espero que la encuentren por el camino de la paz social, que a día de hoy, no parece tampoco una empresa fácil.

¿Habéis pensado por qué a día de hoy en España, a simple vista, no estamos igual cuando tenemos al igual que Grecia una deuda prácticamente impagable cuyos intereses aumentan por la regla matemática de la multiplicación? 

Porque el partido que nos gobierna, nuestros Gobierno -que se presentó a las elecciones prometiendo acabar con las listas del paro, reducir la deuda, bajar los impuestos, no recortar derechos laborales ni bajar las pensiones ni continuar con el programa de austeridad que bajo el yugo de la Troika, ya impulsase Zapatero (ese ejemplo de socialismo que a espaldas de la ciudadanía y de la democracia con la que tanto se llenan unos y otros la boca, pactó con el PP la reforma del art. 135 para que lo que era ilegal se convirtiese en constitucional)- ha puesto su culo en pompa. 

Ese culo con el que nos representan a la mayoría social. Ese culo que está puesto en pompa, pero que no lo está para que le den por él a Rajoy ni para que les den a quiénes él y ellos defienden: esos grandes capitalistas, emprendedores patriotas, que lejos de ser solidarios para que este país de todos salga de esta crisis o estafa en la que nos han metido, se han enriquecido más y más desde que comenzó; desde los Bancos hasta las multinacionales, pasando por las eléctricas, las grandes aseguradoras, las grandes empresas inmobiliarias, los grandes clubes de futbol, que al fin y a la postre, son los mismos -útiles como nadie para el circo y para que te olvides de que te roban el pan- los que se están quedando el negocio y nos tienen a sus pies, cada vez con menos patrimonio público, cada vez con menos servicios, cada vez con menos derechos, cada vez con menos justicia y cada vez con menos libertad. 

Yo tampoco lo quería creer pero ahora, después de estos, largos no, larguísimos cuatro años de sufrir esta última legislatura, estoy casi segura de que son todavía esa misma gente que, junto a la Iglesia Católica, siempre ha gustado de cobijarse a la sombra del poder, ya sea cuando la monarquía gozaba de poder absoluto, como cuando Franco era el puto amo, o como cuando el pretendido consenso democrático llegó y no tuvieron otra, si querían seguir teniendo poder, que convertirse en partido político para que España pudiese seguir creciendo -esta vez a la sombra de la Unión Europea- y con ella sus negocios; y con ellos, de nuevo, una vez más, su poder. Que a mí, ni unos ni otros me pueden ya engañar.

Y para ello, con la connivencia del PSOE -que ahí le anda en sacar tajada de este nuevo Estado Social y Democrático de Derecho- y sí, tal vez d algún que otro partido de izquierdas más -que quizá no vio otro camino o se dejó engañar o formó parte del mismo teatro- convirtieron a esa España a la que le llegaba la hora de restablecer la legalidad mediante las urnas tras 40 largos años de atraso democrático y de justicia social, en una Monarquía Parlamentaria donde ya nada es lo que debiera ser, porque aquella Constitución, con la que de forma más o menos tramposa nos dotaron, a golpe de legislación, empezando por la reforma del art. 135, ni siquiera es ya ni sombra de lo que su espíritu pretendió ser. O así lo siento y lo creo yo.

Esos mismos que, dado que el alias de Alianza Popular olía demasiado a dictadura y derecha rancia y que no consiguieron engañar a una España que con el recuerdo demasiado reciente de la guerra civil y la dictadura se hallaba ansiosa de dignidad y de libertad, que no venganza, mutaron en un Partido Popular que desde entonces no ha hecho sino financiarse legal o ilegalmente, en A o en B, a través de aquellos para los que ahora trabajan sin descanso desde su supremacía política mientras, queriendo enterrar la justicia y disfrazándola de terrorismo , alientan a convertirla, ahora sí, en una supuesta venganza que tanto rédito político les puede reportar.

Esos cuyos máximos representantes, lo pueda demostrar la justicia o no -que de tontos no tienen un pelo y dinero les sobra para pleitear y poder para legislar y nombrar las cúpulas de la justicia- se han forrado uno tras otro. 

Alguno hará de chivo expiatorio pero la mayoría, entre vacíos legales y prescripciones, se irán de rositas; como de rositas se fue la cúpula del PSOE aun después de demostrarse el terrorismo de Estado, no de unos pocos, no, ¡¡¡de Estado!!!. Se ve que ni entonces interesaba acusarles ni ahora interesa. Queda muy feo en un país democrático que quienes están en lo más alto de la pirámide, sean delincuentes. Para eso están los esbirros que ya serán recompensados. Para la posteridad quedará la Gürtel y la boda de la hija del más que todopoderoso Aznar, las andanzas de Urdangarín y la más que dolorosa experiencia de los EREs de Andalucía o del GAL, sin olvidar la vergüenza de nuestras Cajas de Ahorro y las joyas políticas que llevaron al desastre de Bankia, entre tantos otros desastres y despilfarros de vergüenza nacional. 

En fin, empezar y no acabar.

Esos mismos que a la mayoría de nosotros -a los que no hemos heredado fortunas ni robado ni los que con nuestro sudor podremos nunca llegar a la categoría social de su élite- nunca nos vieron como iguales sino como a la mano de obra necesaria -antes más y ahora, con las nuevas tecnologías y la ingeniería económica, menos- para hacer aumentar su riqueza y su poder. Esos que ya parecen haberse cansado -y que ya tan solo disimulan en época electoral- de que tengamos el mismo derecho que ellos a ostentar o a compartir ninguna esfera de poder y ni tan siquiera una digna calidad de vida porque eso sólo supondría para ellos, mermar el suyo y ni que decir tiene, que demostrado ha quedado ya que no están dispuestos a repartir ni a compartir. 

Ellos y sus socios en Europa, Estados Unidos, Arabia Saudi, Qatar, China o Rusia, aunque ello suponga que también entre ellos tengan que competir, porque es lo que tiene la ambición, el ansia de poder y la psicopatía de que hacen gala. 

Porque todos esos que han conseguido hacerse con el 90% del capital mundial y que realmente son muchos pero una ínfima parte de la ciudadanía de este mundo, menean sus fichas aquí o acullá sin importarles los daños colaterales, ni en forma de guerras religiosas ni estratégicas ni económicas.

Y para ello han tenido que conseguir convencernos de que somos nosotros quienes les elegimos voluntariamente y tal vez algo de razón lleven, aunque visto el caso de Grecia, cómo bien ha quedado demostrado y más que se demostrará, sólo podamos elegir entre ellos o ellos, porque de elegir a quienes no siguen su juego mortal, tienen preparada la artillería económica, que a fin y a la postre, es la verdadera y nueva tercera guerra mundial; por más que para seguir manteniendo el teatro, amén de su negocio armamentísticos que no es pequeño, mantengan grupúsculos sangrientos, con motivos diversos.

Sueño con el día en que el mundo entero, la sociedad global, entienda que empuñar cualquiera de sus armas, es armarles contra nosotros más y más, pero ya sé que lo mío está más cerca de la utopía que de la realidad.

Por eso y no porque ahora estemos en una mejor situación que hace 4 años, cuando empezaron a cercenar todos nuestros derechos tras haber esquilmado nuestras arcas y haberse repartido el beneficio, gran parte de él llevándoselo fuera de España mediante ese maravilloso invento capitalista de la ingeniería económica global, si no directamente a cuentas en Suiza o en las Islas Caimán o al propio Luxemburgo, Andorra o Gibraltar, o a través de herramientas como las SICAV, que tanto da, es por lo que todavía no somos Grecia. Para comprobarlo, basta mirar a nuestras comunidades autónomas más grandes y ver quienes gobernaban y qué ha pasado en ellas y con algunos de sus máximos dirigentes, si no su deuda.

Por ello, porque no hemos hecho más que acatar sus órdenes desde que toda esta mierda de la crisis empezó a aflorar, es por lo que ahora, de momento o todavía, no somos Grecia pero bien que nos vienen amenazando con: ¡a ver a quienes vais a votar!. Y creo que con eso, lo dicen todo.

La verdad es que quería haber escrito sobre Podemos y Ahora en Común, porque si no queremos hablar de unidad, debemos hablar al menos de unión social. Pero eso, lo dejaré para mejor ocasión a ver si son ellos y entre ellos quienes lo resuelven. 

Ahora me conformo con advertir de que el lobo, se está poniendo de nuevo una piel de cordero. 

Creo que quien crea, otra vez, que el Partido Popular es el partido de los trabajadores y que su interés es el interés de la mayoría social, no es que tenga memoria de pez, es que, directamente, es un pescado que si vota a quien le pescó,  está pidiendo a gritos ser cocinado.

Creo que os volverán a engañar y que pasadas las elecciones, retomarán su estrategia de situarse entre las élites que pretenden hacerse con el dominio global.

Así que, si así es, y me puedo equivocar, os aconsejo que si les votas, vayas poniendo el culo en pompa.

O, visto lo visto, igual es mejor que lo vayamos poniendo todos.





viernes, 10 de julio de 2015

YO NO SOY FRANK DE LA JUNGLA

Estoy dolida. Me supera la realidad. 

Ya sé que la mayoría no haría esto pero yo soy así, sincera, transparente y alguien que no gusta de esconderse ni de callar, o al menos eso intento.

Necesito desahogarme, expresarme, explicarlo o excusarme tal vez. No lo sé pero me quema por dentro y algo tengo que hacer.

Un buen día, mi hija, que es muy respetuosa con casi todo, esperó a que despertase de mi letargo vespertino y, con una cara muy seria, me espetó:: mamá, tengo novedades, me han llamado de Telecinco. 

La escuché. Qué menos se puede hacer que escuchar cuando alguien tiene algo que decir. 

Por aquellos días, Iria andaba inmersa en un caos de actividad. Hacía un año que había terminado su carrera, absolutamente vocacional, y desde entonces, había pasado a formar parte de una lista; no se sabe muy bien de qué lista de todas aquellas en las que se clasifica a los millones de jóvenes que, con su título de graduado bajo el brazo, poco o nada pueden hacer para sobrevivir si no es bajo el amparo familiar. En su caso, optó por opositar. Sabía que le costaría un gran esfuerzo pero, formando parte de la clase trabajadora, sin enchufe ni recomendación ni dinero para invertir, era lo único que tenía a su alcance para dedicar su vida a lo que había elegido sin vacilación y, en aquellas fechas, se acercaba el momento de hacer que todo el esfuerzo de la preparación, pudiera dar algún fruto por pequeño que fuera. 

Por si esto fuera poco, y dado que las posibilidades de éxito y de aprobar la oposición con tan pocas plazas como había convocadas, no eran muy halagüeñas, había decidido, junto a su pareja y otra pareja más en similar situación, hacerse cargo de un pequeño negocio q les reportara, aunque solo fuera durante el verano, los ingresos mínimos para poder sobrevivir sin tener que depender de que nadie les hubiera de llenar la nevera.

No sé, de todo lo que me estaba contando, qué fue lo que más me sorprendió, si que hubiesen dado con ella o que ella estuviera dispuesta a someterse a más estrés y a más presión cuando ya, por el momento en el que llegaba esta oportunidad, estaba casi al límite de la presión que podía soportar.

Pero ella, desde el primer momento, lo tuvo claro. 

Se le presentaba la oportunidad de mostrar a toda España que en este planeta en qué vivimos, entre toda la fauna que lo habita,  existe un animal rechazado y repudiado por la sociedad y sin embargo utilizado y sacrificado por la investigación y por la medicina en nuestro beneficio; un animal que, a día de hoy, pocos o ningún agradecimiento o reconocimiento ha recibido por ello y a pesar de ello; un animal que, como Remi, su mascota, su compañera de habitación, ella sabía que, además de un aliado de la medicina era un perfecto animal de compañía y un amigo con el que compartir tantos y tantos ratos de ocio y soledad.

Tenía por tanto que participar para mostrar que la rata, su rata, era capaz de desarrollar alguna habilidad. Y no se dedicó días -apenas una semana tuvo entre la llamada y la grabación- ni siquiera muchas horas, tan sólo los pocos ratos que entre estudio y trabajo, podía descansar. Y sí, tal vez Remi hacía lo que hacía a cambio de una pipa, pero ¿qué ser vivo de este mundo, incluido el hombre, no es víctima de una forma u otra de este chantaje vital?. Al fin y a la postre, tanto una rata como un humano, como cualquier animal, no deja de ser un ser vivo más que nace, que tiene que alimentarse, que duerme, que crece, que envejece y que muere, a veces incluso en sacrificio por los demás. Un animal que tal vez, de poderlo hacer al igual que los humanos, quizá vendería también un poco de su libertad por una vida de mayor confort y que, de decidirlo así, se vería también sometido a las nomas que la mayoría tiene a bien dictar y el resto acatar, llámese trabajar para todos aquellos que sólo a través de un contrato pueden conseguir su sustento, llámese no poder denunciar pacíficamente las injusticias sociales salvo dónde y como quienes gobiernan decidan que lo puedes hacer o llámese ponerse un casco para circular con una moto aun a pesar de que la única cabeza que esté en juego, sea la tuya propia.

Claro que quizás algunos humanos preferirían seguir viviendo en las cavernas, hasta a veces yo lo pienso viendo los derroteros cada vez más inhumanos que va tomando esta sociedad.

También es un hecho que ese ser vivo, ese animal al que ella pretendía otorgar un mayor reconocimiento social, es una rata. Una asquerosa rata para los más. Si hubiese sido un hámster, un conejo, una cobaya, un perro… - que de todo tiene o ha tenido- no habría tenido ningún sentido porque todos ellos están ya socialmente admitidos como mascotas y todos ellos despiertan muchas simpatías. Pero se trataba de una rata, un pobre animal que ella sentía que necesitaba ser defendido.

Y así empezó la aventura.

Sólo sabía que era un concurso en el que las mascotas mostraban sus habilidades; de hecho, según la producción del programa, los protagonistas eran ellos y no sus dueños, cuidadores, compañeros, educadores o como les queráis llamar.  También sabía, como no, que había un premio, pero ni por asomo esperaba ganar ni le importaba, como así quedó claro en su presentación, de la misma forma que quedó muy claro en la actuación y en su despedida quien era la que ponía las reglas. 

Así le dieron la coz, de cuya existencia no supo nada hasta el momento de rodar y que asumió a sabiendas de que se la podían dar, porque tampoco eso era lo que le preocupaba ni lo que le importaba.

Aun hoy sigue sin importarle. 

Ni que la gente haya pensado que ha hecho el ridículo; ni que piensen que es una friki; ni estupideces semejantes de las muchas que hay que oír. 

A día de hoy, tanto a ella como a mí misma, lo que nos duele es que se nos pretenda hacer cómplices del maltrato animal. Por ahí si que no podemos ni queremos pasar porque también yo, que me considero bastante poco amiga de la televisión y de los circos que en ella montan en general no solo con animales sino también con personas, decidí acompañarla y en mi caso, sí que fue sólo por amor a ella. 

Desconocíamos total y absolutamente el resto de animales que iban a participar, sólo que era un concurso de mascotas. De hecho, pensábamos que la mayoría era gente como nosotras, gente normal. Y en la mayor parte de los casos, seguimos creyendo que así es, tanto por algunos de los pocos con los que tuvimos ocasión de coincidir como porque no entendemos que una relación dueño-mascota pueda ser de otra forma que como nosotras la entendemos, por muchas habilidades que les puedas enseñar. Pero también es cierto que no sospechábamos que podía haber casos tan lamentables como el del oso -que desde luego no entendemos como mascota y de cuyo posible maltrato estamos casi seguras también- que, al fin y a la postre, junto con la intervención de Frank Cuesta, han sido los que a día de hoy han desatado el grueso de la polémica y de la movilización, por más que a todos los demás nos quieran meter en el mismo saco y convertirnos en parte de la misma fauna y por más que pueda haber algún que otro caso grotesco más, si no han conseguido ya que lo sean -seamos- todos para la mayoría o como los hay miles o millones en este país y en este mundo. Tal vez estaba todo orquestado  para que las estrellas fueran los animales así, eso no lo podemos saber.

Podemos pasar por gilipollas a vuestra vista, eso nos da igual, pero desde luego que, en nuestro caso y seguro que en el de muchos otros, por colaborar con el maltrato animal, NO!!!. POR AHÍ NO PODEMOS PASAR!!!

Respecto al jurado, me reservo la opinión, aunque sí he de decir que creo que merecen el mismo respeto, al menos como personas, que el que merecen los concursantes, los televidentes que disfrutan admirando las habilidades de algunas especies y los que defienden que el programa se retire de la parrilla porque parecen tener claro que incita al maltrato animal, no en concreto sino en general. Lo cierto es que para aquellos es trabajo y, muy claramente, aunque sean las cadenas de televisión quienes les pagan, sois todos y cada uno de los que les seguís en sus respectivas actividades (porque en este caso, no es mi caso) o los que seguís o seguimos a otros en otros casos, los que les damos de comer aunque no sean los mismos ni todos del gusto de todos ni algunos del gusto de muchos.

Y eso lo hacemos aun a sabiendas (¿o eso no lo sabemos?) de que en las televisiones, como en el fútbol, en el cine, en la moda, en el mundo de la canción y en otras muchas prácticas o ámbitos, colaboramos a que entre unos pocos, ganen, en unos cuantas horas o en unos cuantos contratos, cantidades desorbitadas de dinero que para muchos de los miles o millones de niños que en algunos países del tercer mundo mueren de hambre o diarreas, significaría su supervivencia. Y es posible que todo eso sin que la mayoría de los que defienden incondicionalmente los derechos de los animales y piden la retirada de un programa concreto de televisión pero que es muy probable que al mismo tiempo participen de otros circos, vean en ello colaboración con el maltrato a los seres humanos. Allá cada cuál con su consciencia, con sus valores, con su coherencia y con su conciencia. Lo cierto es que lo que sí que lamento de verdad es haber contribuido a ello, aunque sea una mínimísima contribución, y sí que es posible que ahora que soy consciente, reconozca que cometí un error y que por ello, sí quiero pedir humildemente disculpas.

Por lo que respecta a Christian Gálvez, al que no conozco ni puedo imaginar como se sentirá con todo esto, vaya por delante mi agradecimiento por su comportamiento con nosotras incluida Remi. Me cuesta creer que, conscientemente, haya querido ponerse al frente de ninguna apología del maltrato animal y también dudo de que sea libre para poder ahora mismo opinar. Aunque con esto, como con tantas y tantas cosas de las que pienso, digo y hago, también me pueda equivocar.

Desde luego que no me están gustando muchas de las cosas que he visto en “Vaya Fauna” como no me gustan muchas de las que veo en otros programas o cadenas de televisión; como no me gusta que exhiban a los niños y mercadeen con ellos también, que por cierto, tampoco tienen derecho a decidir ni capacidad para saber lo que les conviene sino que son sus padres, cual dueños de mascotas, los que deciden por ellos sin que en este país nadie, o casi nadie, diga esta boca es mía ni pida retirar determinados programas de televisión; como no me gusta ver como nos enseñan que hay gente que se come un menú de 1700 euros en Masterchef mientras el salario mínimo interprofesional en España no llega ni a la mitad para pagar los gastos de todo un mes para una familia en cuyo seno haya uno de sus miembros que tenga la suerte de trabajar y menos cuando esa televisión la dirigen los mismos que deciden cual tiene que ser para nosotros, para la plebe, esa salario mínimo de dignidad. Y desde luego que no me gusta ver como se ponen verdes unas personas a otras en una casa, en una playa o en una tertulia de televisión, ni como se inmiscuyen en las vidas privadas de los famosos o se ríen de los pobres ciudadanos de a pie cuando les preguntan o invitan a sus programas. Todo ello con ese mismo fin, ganar audiencia para su televisión y por ende, dinero y poder; como no me gusta que los tertulianos de los programas de política, políticos incluidos, se comporten como niños de patio de colegio, mucho menos que difamen o que mientan en beneficio de sus propias ideologías.  

Pero, normalmente, en estos casos, cuando hay algo que no soporto en televisión, suelo cambiar de canal y muchas veces apagarla porque en cuestión de televisión basura, no se salva ni el apuntador. Y sí, intento concienciar, según mi propia conciencia, claro está, que aquí no creo que nadie esté en posesión de la verdad absoluta.

Y dicho esto, a mi, personalmente, lo que más me duele a día de hoy después de ver el circo que ha montado Telecinco con “Vaya Fauna” y el circo que se ha montado alrededor de él, es ver a tantas y tantas personas que para defender los derechos de los animales, y soy de las primeras que me pongo al frente contra el maltrato animal (eso sí, sin sacar las cosas del tiesto), se comportan como auténticos animales. pasando incluso por encima del derecho de las personas humanas y de sus sentimientos. 

Desde luego que si una asociación de defensa de los derechos de los animales entiende que hay algo que denunciar, veo lógico y justo que lo denuncie, al igual que todos y cada uno de nosotros somos libres para firmar para que retiren el programa o para dejarlo de ver. 

Pero, para los casos en los que además de los derechos de los animales está en juego la dignidad de los seres humanos, a los que lo hacéis realmente por educar os aconsejaría, casi os rogaría, que ya que es para educar, en palabras de Frank Cuesta, para lo que exigís la retirada del programa -eso a mí me da igual- que al menos, lo hagáis con educación, con coherencia, con conocimiento de causa, por convencimiento propio si de verdad creéis que le hace un gran mal a la sociedad. Porque algunos, no digo todos, pero sí muchos de vosotros, os estáis comportando como auténticas fieras a la caza de una presa. Y en ese sentido he de reconocer que no lo siento como algo personal sino más bien solidario.

También he de decir que la polémica, en plena semana de los “sanfermines” y en un país que tiene por bandera una montera y en el que todas las televisiones privadas y públicas (pagadas con el dinero de todos y de todas) emiten a diario los encierros de esos pobres animales a los que sí, ciertamente y a la cara del público -que ni siquiera por detrás de lo que la gente corriente puede apreciar- van a torturar y luego matar, el éxito de la iniciativa contra “Vaya Fauna” ha superado todas mis expectativas. Ojalá fuera de verdad una ventana a la esperanza de la dignidad humana, que lo dudo, para que os voy a engañar.

Lo que sí tengo claro es que la mayoría de los que pedís que retiren el programa de “Vaya Fauna” mediante mensajes en tweeter, ni os vais a molestar en leer este post. A estas alturas, empiezo a dudar de que lo que os mueve a la mayoría, sea mucho más que un movimiento viral en el que a veces, los árboles no dejan ver el bosque.

Claro que yo, no soy FranK Cuesta.


A los que sufrieron porque la pobre rata tuviera que pasar por tan traumática experiencia, decirles que sigue siendo una ratita presumida y feliz

A los que dudaron de las habilidades de Remi o simplemente les hubiera gustado verlas, les dejo este video.




sábado, 7 de febrero de 2015

A PROPOSITO DE IZQUIERDA UNIDA...

He leído una noticia que el periódico "El Plural" titula así: "Garzón ve "indignante" que se obligue a Tania Sánchez a irse de Iquierda Unida". Me gustaría poneos el enlace pero lo vais a tener que buscar porque estoy sin ordenador y hasta que no publique, ni siquiera sé si podré publicar desde aquí.

De cualquier manera, lo que hoy quería decir es que lo que yo había entendido, es que se había ido, voluntariamente, para crear un partido a su medida y a la de Podemos, porque en Izquierda Unida no había conseguido ensamblar las piezas (entre otras cosas porque la mayoría tiene claro por qué lucha, equivocada o no, creo yo) y porque no está en una situación en la que a Podemos le interese ficharla,

De cualquier manera, el culebrón de Izquierda Unida no ha terminado, me juego el pescuezo.

Y también a que Podemos sale beneficiado (que no me parece ni bien ni mal sino todo lo contrario) y de rebote, el PP.

Del PSOE no digo nada porque él solito se echa la tierra sobre los ojos y se le ve demasiado el plumero.

Lo que ya me jodería más seria que en este país todo cambiase para que no cambiase nada. Y el espectáculo preelectoral, de todos y cada uno de los partidos en el tablero, cada día me mosquea mas.

Para mí que no hay ni uno solo de ellos que tenga intención de decir la verdad sobre cuáles son sus verdaderas intenciones si llega a gobernar.

Y tampoco hace falta porque el PP ya ha institucionalizado la mentira electoral y la sociedad española se lo ha tolerado. Y encima, ha tenido los santos cojones, en parte con la connivencia del PSOE, de legislar para que la próxima vez se tenga que tolerar (ley Mordaza, Cadena Perpetua, revisable, eso sí, que si no suena a franquista) y nos han atado de pies y manos para mostrar nuestra disconformidad con el Gobierno de turno.

Porque por encima de gobernar para el beneficio de la mayoría y por encima de lo que es ético o no, están dejando claro que está la necesidad de ganar. Y eso me huele a que nos están utilizando.

Es mi opinión, claro está.

Luego están los hinchas, que como en el fútbol, les da todo igual con tal de que ganen los suyos.

Yo soy de las que quiero un cambio, pero un cambio de verdad, y para eso habría que empezar por jugar limpio y, lo siento, pero no lo veo.

Me huele todo a pactos de Estado, esos que no aparecen en la Constitución y desde luego que prefiero que no haya mayorías absolutas porque han demostrado ser todavía peor.

Lo que sí que veo, para variar, es emoción en la contienda, espectáculo, vaya!!!! Eso a la mayoría sí que le mola, a que sí?

Y a los medios de manipulación, ni te cuento. Esos ya ganan antes de las eleciones y, gane quien gane después, ya están haciendo su agosto.

Lo que tengo claro es que al final, siempre ganan los mismos, los que poseen el capital (los q se anuncian en la TV y que cada día muestran menos nuestra realidad, esos anuncios que no se ruedan en España ni los hacen los españoles -salvo algún/alguna famoso/a y los crack- no sé si lo habéis observado) y los medios que caminan de su mano.

Y eso no cambiará mientras la sociedad no tome conciencia de que nos gobierna el dinero y no los valores.

Así está muy difícil que ganen la justicia y la paz.

Ya sé que la mayoría no me leéis, pero me da igual porque yo me quedo con la conciencia tranquila de haberlo intentado,

domingo, 16 de noviembre de 2014

OBSERVANDO...


Hacía tiempo que no me sentaba a escribir. Observaba...
Lo cierto es que sigo observando y que no hay un sólo día en el que, mentalmente, no escriba un post lleno de vergüenza y de indignación, porque lo cierto es que a estas alturas, casi nada me sorprende.
De una u otra forma, ya he denunciado casi todo lo que me parecía intolerable y también he de decir que la única novedad, en estos últimos y largos años desde que la crisis arreció, es la irrupción de Podemos en el espectro social; ahora también en clave política al conformarse definitivamente como un partido más; un partido diferente por teóricamente horizontal y directamente emanado de una parte de la ciudadanía, pero a la postre, un partido político también.
Soy de las personas que aun confían en la democracia como sistema político y he de reconocer que también de las que pienso que la única forma de transformar el sistema -de forma pacífica porque de otra forma no habría transformación- es, desde dentro del mismo y con amplio consenso, cambiando las leyes en beneficio de la mayoría social.
Hay que reconocer que le han echado mucho valor y que ya están ahí, como opción, como alternativa, como esperanza, como ilusión y, como su propio nombre indica, como posibilidad.
Me gustaría poder echarme abiertamente en sus brazos, esa es la verdad. Sobre todo porque la mayoría de las cosas que dicen que quieren y que dicen defender, son también las que quiero y defiendo yo. 
Sin embargo, tengo miedo.
Sí, eso sí lo reconozco abiertamente porque siempre me ha gustado tener los pies en la tierra por más que nunca haya renunciado ni renuncie a la “presunta” utopía y a soñar.
Podríais pensar que ha hecho mella en mí el “argumentario” de la caverna, más no creo que eso sea exactamente así.
A decir verdad, creo que, tanto esa caverna como quienes han medrado a la sombra del bipartidismo, repiten como papagayos una serie de consignas que saben que recuerdan a la guerra civil, al hambre, a los años del “franquismo” y su miedo -terrorismo incluido, que nunca dejó de ser una consecuencia de su perversión- y que no dejan de ser las mismas o muy parecidas a las que han utilizado, siempre, para conseguir los votos. Toda vez que han sido, todos ellos - seguro que con nuestra connivencia electoral- los que han conseguido que, a día de hoy, un partido, sistemáticamente corrupto, pueda decidir con una mayoría absoluta -y sin asomo de consenso ni tan siquiera de diálogo con el resto de las fuerzas políticas de nuestro Parlamento- la forma de afrontar la crisis, o mejor dicho, la estafa -de la que han sido cómplices- y de que hemos sido objeto los ciudadanos de este país, por no decir de este mundo en el que ya casi todo es global.
Y no hace falta a estas alturas decir quienes están ganando y quienes perdiendo.
Personalmente, me da más miedo la globalidad, el sistema en sí y, porque no decirlo, nosotros mismos.
Me da miedo que tengamos que canalizar el voto hacia una determinada opción y no me gusta que la única posibilidad -para cambiar y poder vencer a quienes llevan treinta años alternándose en el poder- sea confiando en quienes hasta ahora sólo han podido demostrar que aun no han demostrado nada más que haber sido capaces de obtener un gran apoyo popular. Les diferencia del resto, por encima de todo, que no tienen antecedentes de fracaso ni de corrupción porque si he de ser sincera, en muchos de sus planteamientos coinciden con esa otra lucha social, que sí viene en llamarse izquierda y que desde hace mucho tiempo, y desde todos nuestros Parlamentos, a muchos ya nos representaba, al menos electoralmente, antes de la irrupción de Podemos. Esos que llevan años, muchos años, defendiendo y reclamando lo que ahora Podemos, si consigue una amplia mayoría, dice poder conseguir.
También es cierto que no sólo desde la izquierda, sino también desde una parte de los que se consideran de derechas -una no sabe muy bien cómo o qué marca a veces la diferencia- se tiene mucha conciencia de injusticia social.
La verdad es que desde que empecé a sentir que vivíamos una dictadura encubierta, intuí que la única posibilidad de que la democracia volviera a triunfar habría de ser por la vía de la unión y del consenso y no merced a la división. Pero si algo parece necesitar Podemos para intentar ganar, es que se les vea como absolutamente independientes de todo lo que viene de atrás, de forma que no se les pueda hacer cómplices de la situación actual. 
De alguna forma intuyo que esa independencia deriva en división y, por eso, a veces, me preocupa que todo pueda valer para conseguir el poder necesario para cambiar las cosas.
Y me preocupa, sobre todo, porque no tengo nada claro qué es lo que mucha de la gente que hoy dice ser y apoyar a Podemos, espera de ellos en realidad. 
Me preocupa que esos que les apoyan, no sean conscientes de que para poder dar la vuelta a esta tortilla, no sólo los ricos habrán de perder; no sólo habrán de perder los que hasta ahora han estado acaparando el capital y el poder, sino que tal vez, para lograr el objetivo de la justicia social -que desearía fuese el santo y seña de Podemos- todos tendremos mucho a lo que renunciar; a todo menos a la democracia, o eso espero.
Porque, lo que a estas alturas tengo más que claro es que, si a éstos que ahora lo acaparan todo les quitamos el poder, ellos retirarán todo el capital acaparado que puedan, al menos temporalmente, a esta pequeña porción del mundo que es España,. 
Y bien sabemos que pueden hacerlo y cómo lo hacen. Porque esos capitales no tienen patria; ya no son españoles sino globales y desde ese poder global, a quienes queremos el cambio, no nos lo van a hacer pasar nada bien. O al menos, esto es lo que parece que siempre ha pasado y está pasando en los países que se han enfrentado al capitalismo, que, ni que decir tiene, no tiene ideología ni conciencia pero menos aun conciencia social.
Eso o nos seguimos vendiendo a él, al poder del capital. Y, personalmente, no sé que es peor. Por no decir que todo “podría” cambiar para que nada cambiase.
Porque el sistema no lo va a cambiar ni Podemos ni nadie, de la noche a la mañana.
Y me preocupa que si Podemos llegase a gobernar y esto sucediera, los que hoy apoyan esta nueva esperanza, no sean conscientes de que para poder ganar en justicia social y en una más justa distribución de la riqueza, tal vez haya que empezar sacrificando, todavía más, parte de nuestro actual bienestar. Me preocupa que el tiempo les de la razón a quienes creen que la economía funciona porque todos queremos tener más. Me preocupa eso porque no me parece descabellado que para muchos de los que hoy votarían Podemos, en un futuro no muy lejano, Podemos pasase a convertirse en otro régimen al que derrocar como muchos creen hoy del partido en el Gobierno al que mas de 10 millones otorgaron su confianza y del que muchos de ellos, también a día de hoy, se sienten absolutamente decepcionados, cuando no víctimas.
Porque si algo nos ha enseñado este sistema, o en algo nos ha engañado, es en que, a día de hoy, todos podemos creernos con derecho a mayor bienestar y que todos creemos tener derechos y si cabe, que algunos se crean con mayor y mejor derecho que los demás.
Y por eso me preocupa que lo que mueva al cambio, no sea el sentimiento de una verdadera conciencia de justicia social sino el voto de castigo a la corrupción; el voto de reproche a los que, en su propio beneficio, nos han llevado a la situación actual; el propio interés de nuestra situación personal; las supuestas injusticias de las que individualmente nos sentimos víctimas o la envidia de ver que quienes tienen más, viven mejor y que por eso, todos queramos tener más.
Y me preocupa, por ejemplo, y ya sé que la mayoría no me entendéis, ¿qué pasaría en este país si, para empezar a cambiar, hubiese que rebajar al deporte de élite (fútbol, tenis, motociclismo, automovilismo, etc.), a simples prácticas deportivas cuyo principal motor no fuese el desproporcionado ánimo de lucro?. Porque, aunque ya sé que la mayoría no lo veis, es éste uno de los mejores ejemplos de cómo funciona este sistema basado en el capital, en la injusticia y en la manipulación.
¿Se llenarían las calles de indignación?
Sólo os pediría que fueseis sinceros con vosotros mismos como yo lo intentaré ser.
Y por eso, seguiré observando, por no decir vigilando, muy de cerca y más si cabe, a aquellos que ¡ojalá! un día lleguen al poder representando los valores y para hacer las políticas que se corresponden con mi deseo de una sociedad más justa y mejor.
Y seguiré animando y apoyando para que así sea pero no dejaré de observar para intentar ser coherente el día que tenga que acudir a votar, porque poder, se puede pero hay que querer.
Y me gustaría que Podemos confeccionase un gran y posible programa electoral porque, a buen seguro gente capacitada les sobra. 
Pero también espero que lo hagan para cumplirlo y que este último, el que presentó el PP para las elecciones del 2011, sea el último que no se haya cumplido y el último que nos haya dejado a la mayoría con cara de idiotas.



domingo, 21 de septiembre de 2014

IMPASSE ELECTORAL


Me siento a escribir más por compromiso conmigo misma que porque sepa o tenga algo nuevo que contar.
No sé si es porque he estado desconectada este verano o porque mi TL está tan pasivo como yo pero tengo la impresión de que ya hemos entrado en un “impasse” electoral.
No parece ser el momento de la acción sino más bien el de la promoción; el de la propaganda; el de la mentira; el de la manipulación de los datos y de las estadísticas; el de guardar leyes en el cajón, el de todo vale por un voto. Y todo ello porque, no en vano, la suma de todos los que consigan les dará, a unos o a otros, no sólo el gobierno y la gestión de lo público -eso equivaldría a una labor social que la mayoría no parece dispuesta a ejercer- sino el poder: el poder de decidir quienes ganan y quienes pierden posiciones en esta lucha sin cuartel por el dinero, por el estatus o por el puesto que más les facilite el acceso a ambos.
Recuerdo que hace unos meses, en un post, rememoraba como eran las campañas electorales durante y después de los primeros logros de la transición: largas, ruidosas y sucias; sucias de octavillas sepultando el suelo y de grandes carteles empapelando las paredes sin discriminación.
Superada esa primera fase de ilusión democrática, nuestros políticos entendieron que era necesario regular esa práctica y aprobaron leyes que las reducían en el tiempo y que limitaban la propaganda a sitios determinados y espacios televisados en los que durante el tiempo que duraban aquellas campañas, la televisión pública hacía las veces de árbitro que velaba por una representación plural y teóricamente proporcional a la presencia de cada partido político en el espectro nacional. Así mismo, daba también la impresión de que la aprobación de leyes que regulaban la financiación de los partidos así como la aportación desde las arcas del Estado a ella, suponía ascender un escalafón más en la escalada hacia una plena democracia y hacia la igualdad de oportunidades en el derecho de representación parlamentaria y en el acceso de cualquier ciudadano -a través de un partido político, eso sí- a los puestos de decisión.
Y todo ello con el fin de que la soberanía fuese ejercida directamente por el pueblo español y de que estuvieran representados todos los intereses y todas las ideologías, si bien habrían de ejercer las labores de gobierno y en base al programa electoral propuesto, aquellos que obtuviesen la mayoría de votos o aquellos que consiguiesen los apoyos necesarios para obtener esa mayoría que les permitiera gobernar. Más o menos ese mismo sistema se trasladó a todas y cada una de aquellas administraciones locales y autonómicas que esbozó la Constitución.
Lejos parecía quedar ya la sombra de aquellos tiempos del franquismo en los que el Jefe del Estado concentraba todo el poder y en que ocupar puestos de supuesta representación -en unas Cámaras que simulaban una democracia- o puestos políticos de gobierno o de poder, era un privilegio al alcance tan sólo de los que estaban del lado del dictador y de quienes ostentaban, por la misma regla de tres, una alta posición económica y, por tanto, social.
Hoy en día, la verdad, es que no lo veo tan lejano.
Sin embargo -sobres, anotaciones falsas y corrupción aparte, que demostrado queda que lo ha habido y lo hay- ¡qué lejos ya también aquellos tiempos en los que las campañas electorales eran el escaparate de las propuestas para gobernar!. Ya ni siquiera tiene importancia dar a conocer cual va a ser el programa electoral porque demostrado ha quedado también, por activa y por pasiva, que poco o nada en él es obligado cumplir ni respetar y que pocos son los que votan a un programa y millones los que se decantan por un determinado partido cuya ideología dan por supuesto que les ha representado, les representa o les representará.
A día de hoy, esa forma de campaña se limita a ser única y exclusivamente una escenificación; una especie de tradición; una especie de espectáculo semejante a los mercados medievales que se celebran actualmente a lo largo y ancho de nuestro territorio; representaciones teatrales como la del Tenorio el día de los Todos los Santos; de eventos históricos, como en Soria la hazaña de Numancia; fantásticos o milagrosos, como en Elche el famoso misterio; incluso casi neardentales, como en Tordesillas el brutal asesinato del toro en la vega.
Reminiscencias de un pasado que, mejor o peor, es tan sólo historia, pues tan lejos de la realidad que vivimos están esas representaciones hoy en día, como los tiempos y los espacios actuales pre-electorales, los mítines o las grandes imágenes con fotosop en las carteleras de las principales avenidas de las ciudades, lo están de ser lo que, llegados los momentos previos a acudir a las urnas, decidirá el voto de la ciudadanía.
Cada día queda más patente que ahora los “modus vivendi” los deciden las cadenas de televisión, especialmente las privadas, en base a su propio diseño de la realidad y de las necesidades de las personas que son, justamente, aquellas que a ellos, y a quienes los financian y controlan, les hacen ganar dinero. Y es por eso que, de la misma forma, son esos medios de comunicación en manos de grandes capitales -capitalistas cuya ideología y proyecto son el fiel reflejo de los ideales y los valores de la derecha en este sistema- los verdaderos artífices de la propaganda, el populismo y la demagogia de la que, sin embargo, acusan a quienes intentan cambiar este por otro sistema mejor o al menos mejorar este para que sea, no ya más justo, sino menos injusto para la gran mayoría.
Y es por eso por lo que también pretenden, cada día con más descaro, manipular la intención de voto que se traducirá en la alternativa que se haga con el poder cuando se produzca el evento electoral, al menos durante los siguientes cuatro años. Y es por eso por lo que creo que se se han convertido, actualmente, en los auténticos protagonistas y gestores de las campañas electorales.
Y claro, así tiene que andar Pedro Sánchez de plató en plató. Porque tanto se ha comido el capital de la derecha a la izquierda y a la ideología socialista, que carecen de medios propios de comunicación desde los que lanzar su propaganda electoral de cara a conseguir los votos y de cara a que la gente reconozca a su guapísimo y simpatiquísimo candidato y escuche lo que desde el PSOE creen que sus potenciales votantes quieren escuchar. Y es así como creo que el PSOE se ha convertido en servidor de la derecha. Y así tiene que andar Pablo Iglesias lanzándole un guante en un programa de La Sexta para poder demostrar, o al menos intentar, que lo que su partido propone tiene su base en la necesidad de una verdadera democracia y una justicia que funcione de forma independiente así como en una economía más justa y real, sin que tengan necesariamente que venir respaldados ni financiados por ningún terrorismo ni por ningún absolutismo o gobierno similar.
Y todo ello, supongo, con el afán de intentar contrarrestar el poder del resto de horario de televisión en los que a los que tienen el poder y el control, les sale gratis especular. Y todo ello porque parece que en las redes sociales no es tan claro el control, y aun parece funcionar algo la libertad, y ven peligrar esa supremacía que durante casi 40 años de democracia, a unos y a otros les ha funcionado tan bien. Y todo ello porque parece que lo que sí es verdad es que es eso lo que esta sociedad empieza a demandar.
Porque lo que sí queda claro es que la derecha, y cuando hablo de esta derecha me refiero al Partido Popular, los medios los tiene todos, incluidos los de la Iglesia Católica, siempre tan con los pobres que, al menos en este país, nunca se movió de la derecha de aquellos que ostentaran el poder, cuando no fue ella la que sometió a los gobiernos a su poder con el principal objetivo de obtener riqueza, por más que, en otros tiempos, lo disfrazasen de fe e hiciesen creer que su poder les venía directamente del que un supuesto Dios les otorgó.
Y merced al poder otorgado en las urnas, cuentan también con las televisiones públicas que, hace ya mucho tiempo que nadie pone en duda, están al servicio de quienes gobiernan por mucho que la legislación diga velar por un servicio público objetivo y sin manipulación. Todos sabemos que esto es sólo una gran mentira; que quien gobierna, sobre todo si es con mayoría absoluta, hace y deshace de la misma forma que controla y maneja la justicia y el Parlamento. Eso, como la división de poderes, es a día de hoy una pura falacia.
Cierto es también que para que este país y para que esta democracia parezca real, es importante mantener el teatro y que, de cuando en cuando, asomen a algunos de los programas que también dependen de su capital, aquellos otros partidos u opciones políticas o sociales que aspiran a llevar a cabo otra forma de economía en la que cada persona que nace tenga derecho a unos mínimos de dignidad y en la que el reparto de la riqueza se haga de forma más justa y racional, opciones que están, desgraciadamente, no sólo a años luz de los planes de los que cada día controlan más el capital y controlan más capital, sino también de aquellos otros que, como el PSOE o los sindicatos más representativos, a lo largo de nuestra historia más reciente, han ido arrimándose al sol que más calienta y a los que no les interesa ya la justicia social porque a aquellos que en sus élites ostentan su cota de poder, también este nuevo sistema les quitaría alguna de sus muchas vacas para poder dar leche a muchos otros que de lo contrario, no podrían ni comer.
Así el neo-comunismo -como ahora le llaman, porque decir el “socialismo” comprometería su supuesta identidad- ya no tiene cabida en este maravilloso sistema global y allá donde quiera florecer, los campos serán segados, de una forma o de otra, por este sistema y por quienes manejan los hilos en él.
Así, tal vez -y digo sólo tal vez porque hace tiempo que en Valencia nos cerraron la puerta a ver la TV3 e incluso el derecho a nuestra propia televisión autonómica (ejemplo manifiesto del uso que se hizo del dinero público en lo referente a la televisión)-, por eso están ahora en Cataluña pidiendo la independencia y por eso el partido que se encuentra ahora al frente del Gobierno catalán, el único con capacidad para ello, la promueve un día sí y otro también a pesar de que semejante propuesta no formase parte de su programa electoral, como hubiera sido lo razonable.
Porque, por unos motivos u otros, está claro que ahora a CIU – y tal vez también al partido en el Gobierno español- le interesa tener a la gente agitando la bandera del independentismo, quizá para no tener que explicar el fracaso de sus políticas económicas y asumir su responsabilidad; quizá porque es mucho más útil echar las culpas a otros de nuestro propio fracaso; quizá sólo para distraer; quizá sólo para crear miedo y división; quizá porque en toda la nueva historia democrática de este país tras la Constitución y el régimen autonómico que proyectó, a nadie se le había ocurrido otro momento mejor.
Y la mayoría de la ciudadanía de Cataluña, entre los “santos cojones” del Gobierno del PP -que ayudan y no poco- y los “santos cojones” del Sr. Mas, cada día se inclina más al sí a la independencia. Y en poco tiempo hemos pasado de hablar del derecho a opinar, del derecho a un referéndum para poder manifestar el sentir de la sociedad catalana con el que siempre estuve de acuerdo, a la posibilidad de llevar a efecto una declaración de independencia, pues, o mucho están engañando a la ciudadanía o imagino que esto no tiene otro camino u otra meta. En el camino que pueda tomar el Estado español, con estos “demócratas” a la cabeza, no quiero ni pensar.
Ahí andan jugando con fuego, o al menos haciéndonoslo sentir así. Y lo peor de todo es que al final, podremos quemarnos todos y que no serán los ricos ni los políticos los que se quemarán. Como siempre, lo pagaremos los de abajo. españoles, catalanes, europeos o como coño quieran que nos queramos sentir y bajo la bandera que a unos u a otros, en cada momento, les interese que nos debemos cobijar.
Mientras, muchos de nosotros, hace tiempo ya que sabemos que son unos poderes económicos globales los que nos gobiernan y que el resto -políticos incluidos- funciona porque sirve para escenificar, engañar y manipular a la mayoría de la gente de a pie, a los que, como tu y como yo, tan sólo somos personas, ciudadanos y seres humanos con pretensión de vivir con dignidad y poco más. Y eso, me imagino que es igual aquí, en África, Venezuela, México, Siria, Ucrania, Irak, Israel, China, Rusia, Palestina o Fernando Pó.
Y sin embargo, así va evolucionando la civilización humana bajo la amenaza de las guerras, del terrorismo, del terror o simplemente del miedo.
Y sin embargo, las pruebas nos remiten a que de lo único que se ha demostrado capaz este sistema es de aumentar vertiginosamente las ya de por sí históricas y tradicionales grandes brechas entre los países más ricos y poderosos y los países más pobres -de los que los primeros no han hecho sino aprovecharse a lo largo de la historia, desde convertirse en sus conquistadores y someterles, hasta convertirse en sus benefactores, financiar sus ejércitos contra quienes pretendiesen otro tipo de economía o de libertad o prestarles capitales que jamás podrán devolver a cambio de explotar y obtener el beneficio de sus propios recursos naturales y que por derecho, sólo a ellos correspondería- así como dentro cada país, la brecha entre las personas más ricas -que cada día son más ricas en base a un sistema inversor y especulador- y las personas más necesitadas -a quienes se les van cerrando las vías para subsistir sino es vendiendo su fuerza de trabajo cada día a más barato precio y en condiciones más precarias y siempre con la espada de Damocles sobre sus cabezas porque este sistema tan fantástico genera crisis de tan enorme calado, que lo primero que hace desaparecer o lo primero que dicen poder crear, ¡qué casualidad!, son los puestos de trabajo de la gente más pobre y por tanto mas indenfensa-.
La verdad es que no quería hablar de nada en concreto y tampoco de nada en profundidad porque lo cierto es que no me gusta hablar mucho de lo que no entiendo y he de confesar que cada día entiendo menos por lo que a menudo, me planteo que lo mejor sería callar.
Lo que sí tengo claro es que todos aquellos que como única bandera queremos que ondee el respeto, la paz y la justicia social, por mucho que las alternativas parezcan darnos la razón, me temo que a la vista de la realidad, a corto plazo, no podremos hacer mucho más que concienciar y que por mucho tiempo, tendremos que seguir soñándolo.
Al menos mientras la mayoría no entienda dónde está nuestro poder y nuestra única opción de sobrevivir con dignidad: en la unión y en la solidaridad.
Y al menos mientras no empecemos a llamar a las cosas por su propio nombre y veamos la realidad de que los medios de comunicación, solo son, a día de hoy, medios de manipulación.
Desde luego que a veces, al menos en lo económico, preferiría volver al trueque y pasarme tanta legislación por el forro de las entretelas.



sábado, 26 de julio de 2014

DERECHO DE PERNADA


Cada día estoy más decepcionada con la Justicia. A decir verdad, no es que esté decepcionada con la Justicia sino con la sociedad que, con tantos medios a su alcance y tras tantos siglos creando normas y leyes para organizar la convivencia social, cada día parece alejarse más del verdadero significado de tan hermosa palabra.
Cuando empiezas a estudiar Derecho, de los primeros conceptos que debes entender es que: “no es lo mismo lo justo que lo legal”.
Esto viene a significar, en pocas palabras, que pueden ser legales enormes injusticias. Basta con que hayan sido promulgadas determinadas leyes que regulen determinados comportamientos, para que lo que dichas leyes dictaminen, sea lo legal. Sin embargo, cómo, quién, por qué o para qué, se hayan promulgado dichas leyes, no tiene la menor importancia; tanto da si han sido promulgadas por un dictador, como que lo hayan sido por un Parlamento elegido mediante un determinado procedimiento electoral.
Así, por poner tan sólo un ejemplo, un señor feudal, en un determinado momento de la Historia y en un determinado territorio, tenía derecho a pasar la noche de boda con la recién desposada por uno de sus súbditos y era perfectamente legal. Por absurdo que hoy en día parezca, seguro que muchos de aquellos súbditos, en aquel momento histórico, hasta lo considerarían ¡un honor!, por más que -imagino- algunos de ellos no pudiesen por menos que “morderse los huevos” mientras el señor feudal consumaba la barbarie, soñando, quizá, con que algún día aquello habría de terminar. Otros, probablemente la mayoría, educados en esa legalidad, lo aceptarían con la misma resignación con que se acepta que la muerte, más tarde o más temprano, tiene que llegar; o cómo se acepta hoy en día que el trabajo, lo crea el capital.
No voy a entrar en conceptos jurídicos ni económicos ¡vade retro Satanás!. La mayoría, tengo la sensación de que se crean, se estudian y se interpretan precisamente para que por encima de la Justicia, que es el fin, prevalezca el Derecho, que es la ciencia o la herramienta que debería conducirnos a ella. Y creo también que hay quienes han descubierto que, cuanto menos entendamos el Derecho, más fácil es para los que pretenden acaparar el poder, cometer injusticias, máxime cuando el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento y cuando ellos tienen todo el dinero a su alcance para pagar a quien les pueda defender o a quien lo sepa o pueda interpretar o manipular de la forma que más conviene a sus intereses.
Lo que sí tengo claro es que, por más que intentes entender una ley, nunca dice lo que textual o literalmente dice ni lo que, en buena lógica y por sentido común, deberíamos entender. Lo que realmente dice es lo que durante un tiempo, una serie de estudiosos y de prácticos del derecho han decidido que es lo que, a día de hoy, hay que interpretar; tanto da si a base de jurisprudencia o de disciplina académica.
Así, muchas veces, algunos artículos de aquella Constitución con la que tanto se llenan la boca y a la que tanta legitimidad le confiere que la mayoría la votó, -y la debieron votar desde el sentido común, claro está-, en el momento actual, no son ya ni sombra de lo que entonces pretendieron ser o de lo que, los que la votaron, pudieron entender.
O al menos, eso es lo que creo yo a la vista de lo que parece quedar del espíritu de la Constitución. Y así lo siento, cada vez que alguno de nuestros parlamentarios o incluso nuestro Presidente del Gobierno, se llena la boca de legalidad.
Porque, a día de la fecha, las auténticas preguntas son: ¿Qué ha quedado del derecho a la igualdad, cuando desde el nacimiento unos nacen desprotegidos de todo y otros nacen rodeados de todo tipo de parabienes, si el Estado supedita los derechos a la capacidad económica de las personas y no a sus necesidades?; ¿qué ha quedado del derecho al trabajo en condiciones dignas en un país donde hay un 25 % de paro y las condiciones laborales se fijan para que, para comer, no haya otra opción que tragar las condiciones laborales que exigen los empresarios y que el Gobierno viste de una nueva legalidad?; ¿dónde la libertad de expresión, de manifestación y de reunión pacífica y sin armas?; ¿dónde el derecho a la información veraz cuando los gobiernos tienen la supremacía y el control de las televisiones públicas -y hacen de su capa un sayo- y las televisiones privadas se mueven por índices de audiencia y por los intereses de quienes las financian, haciendo caso omiso de la verdad?; ¿dónde el derecho a una vivienda digna, si cuando no tienes trabajo -porque no lo hay al menos de forma legal- te pueden echar a la calle, sin importarle al Estado si tu familia tiene que irse a vivir debajo de un puente o de la caridad, siempre que la Banca gane o gane el interés particular frente al general?; ¿dónde el derecho a la asistencia sanitaria, cuando hay enfermos que no tienen ni para las medicinas que ahora deben pagar para vivir con un poco de dignidad?; ¿dónde el derecho a recibir una educación pública y gratuita de calidad si se desvía el dinero público a empresas privadas porque dicen que son las que elige la mayoría? y no me extraña viendo lo que están dejando de nuestros orgullosos colegios públicos; ¿dónde los servicios sociales?; ¿qué pasa con nuestros ancianos o con nuestros dependientes?; ¿qué queda de la protección social si cada vez que quieren dar gusto a las exigencias de Europa, es lo primero que gustan en recortar y son incontables -y hasta inhumanos a veces- los millones de euros y los derechos que han recortado ya?; etc. etc.
En resumen, que se promulgó una Constitución que definía a España como un Estado social y democrático de Derecho y a día de hoy, el Estado se resquebraja bajo la sombra de la corrupción sin que ninguno de los responsables, se considere responsable de nada ni tenga la decencia de dimitir en tanto no haya sido condenado por sentencia, ni siquiera aun cuando las incontables evidencias, cuando menos de connivencia, harían dimitir al Presidente del Gobierno más indigno de cualquier país que se considere democrático; la democracia hace aguas bajo la sombra de un supuesto pluralismo político en el que los dos partidos principales se aliarían, aunque tuvieran que vender su alma al diablo, para no perder sus cotas de poder y donde las leyes parecen permitir -que yo no lo creo- que se gobierne por Real Decreto, sin diálogo, sin consenso y con la única legitimidad de una mayoría absoluta que lejos de ser democrática, se usa para imponer leyes, injustas o no, al más puro estilo dictatorial; Y ¿social? ¿Alguien a estas alturas cree que este país en que vivimos es un Estado social?. No puede ser social un Estado en el que hay que pagar hasta por respirar y dónde hay muchos millones de personas que no tienen para vivir, por lo que mucho menos van a tener para pagar.
En un Estado social, quienes se postulan para acceder a ser ejecutores y gestores del dinero público, no se llenan la boca diciendo que la mejor gestión es la gestión privada; no al menos sin que se les caiga la cara de vergüenza al suelo por reconocer que se han presentado y han sido elegidos para eso pero que los otros, los que no se han presentado ni han sido elegidos porque no representan al Estado sino a sus propios intereses, lo harán mejor que ellos porque ellos son unos inútiles e incapaces de gestionar en beneficio de la sociedad.
Eso sí, ¡cobrar del erario público, eso sí que saben! Y agarrarse a los asientos cuál garrapatas a chuparle la sangre a la sociedad para entregárselo a esos maravillosos bancos que, ¡tan bien han sabido gestionar las manos privadas!, que algunos de ellos han tenido que ser rescatados con dinero público después de que sus altos cargos hayan cobrado sueldos de escándalo y se hayan asegurado pensiones de escándalo también; a esas maravillosas empresas privadas a las que luego se van y que les pagan desorbitados sueldos de consejeros, no por ser buenos gestores, -que a la vista está que si no saben gestionar lo público, no lo son- sino, no se sabe muy bien si por los consejos que pueden facilitar desde su conocimiento de informaciones privilegiadas o en pago por los favores recibidos mientras tenían la potestad de legislar; a esas solidarias empresas que lejos de repercutir sus beneficios en su propio país, lo invierten en países donde haya todavía otros más necesitados que trabajen por menos y les hagan enriquecerse aun más.
Y -además de en esas maravillosas empresas privadas que los contratan por ser vos quien sois y en pago a los favores recibidos- saben también colocar a sus familiares y amigos -muchos de ellos, seguro que incapaces de aprobar una oposición- en importantes puestos de responsabilidad -con sueldos de escándalo también- como asesores, o como asesores de asesores que necesitan más asesores, porque es lo que tiene no saber hacer la “o” con un canuto.
Pues no, señores, yo no veo un Estado social. Yo lo que cada día veo más, es un chiringuito en venta. Y a la ciudadanía, cada vez más empobrecida, indefensa y ninguneada en favor de unos poderes económicos, que, por otra parte, ni siquiera están escritos en nuestra Constitución. Más bien creo que en lo que están convirtiendo este Estado social, es en un mercadillo. Y lo peor de todo es que la mercancía, son las necesidades y la miseria de la mayoría de la sociedad.
Claro que, de lo que cada día me convenzo más, es de que el Derecho, y con él la Justicia, se ha convertido en patrimonio de los que viven y se enriquecen de él. Y tanto me da si son abogados, jueces, funcionarios, empresarios, banqueros, parlamentarios, alcaldes o concejales. Porque en esta sociedad, cada día hay más leyes y cada día más injusticias. El derecho de pernada es hoy en día, el derecho que tienen los que detentan el poder, básicamente económico, de someter a sus súbditos mediante las leyes -que promulga a su dictado una clase política con la que comparte no pocos intereses- y que legaliza el abuso y la injusticia de forma que ni unos ni otros tengan nunca que responder por ello.
Como soy muy simple, si me preguntaseis cuál es el motivo, os diría que la vocación.
Me explico.
¡Qué pocos son hoy en día los que eligen una carrera o un trabajo por vocación! ¡Qué pocos los que aunque quisieran, podrían hacerlo!
Porque vivimos en una sociedad en la que se nos ha enseñado que lo importante es la competitividad; que cuanto más tienes, más vales; que nadie regala nada; que todo tiene un precio; que el que es bueno, es tonto; que si no robas tu, otro lo hará; que lo importante es cuánto puedas comprar o pagar; que lo importante es producir y vender más barato que otros, a costa de lo que sea, incluso de la dignidad; y tantas y tantas máximas que están conduciendo a este mundo a una espiral sin fin; o que no augura un buen final, que aun es peor.
Por eso es por lo que quedan pocos políticos con vocación de servicio público. Por eso es por lo que hay pocos jueces, pocos fiscales y pocos abogados con vocación de Justicia. Por eso es por lo que hay pocos empresarios con vocación de conformarse con vivir, más que dignamente, lujosamente, y crear al mismo tiempo empleos dignos. Por eso es por lo que los parlamentarios, sometidos a disciplina, votan las leyes que votan y creo que por eso también, es por lo que los ciudadanos votan a los partidos políticos que votan.
Y por eso hay quienes ganando cientos de miles de euros, algunos incluso millones, creerían que es justo que otros no percibieran ni un sólo euro de esta sociedad.
Porque en este mundo se está olvidando lo que significa vivir en sociedad. Sólo nos importa lo que yo puedo ganar y que cuanto más gane y más tenga, mayor éxito habré tenido en esta vida y más orgulloso me habré de sentir. Porque los que no consiguen el mismo éxito que yo, no es porque hayan tenido más dificultades o peor suerte a la hora de nacer, sino porque son más tontos, más vagos o más inútiles que yo. Y por eso, los que se han criado en buenas familias, los que han tenido más fácil acceder a los puestos en los que ahora tienen la capacidad de decisión, son incapaces de entender lo que se siente cuando no se tiene un plato caliente que llevar a tu mesa. 
Y por eso, muy pocos entienden ya lo necesaria que es la solidaridad.
Y me vais a perdonar pero creo que para llegar a esos puestos de decisión, en muchos casos, han tenido que esconder la conciencia debajo de la alfombra, pues los méritos, no han sido por la capacidad de servicio, sino por la capacidad de trepar por encima de valores o de ideales, con tal de llegar a lo más alto en esta sociedad. Y una vez olvidada debajo de la alfombra la conciencia, tanto da legislar en beneficio propio y de los de nuestra misma condición, que robar, estafar, malversar, evadir, mentir o manipular.
Es así como funciona: “si no lo hiciera yo, lo haría otro y yo sólo soy uno más y sin duda, los hay peores que yo, así que yo, hasta soy de los buenos”. Esa parece ser nuestra forma política de pensar y, lo que es peor, cada día también parece más nuestra forma social de actuar.
Pero no quería hoy hacer un llamado a los políticos que tienen en este momento el poder de decisión, sino a la gente del Derecho y a su vocación, si es que todavía hay a quienes les queda, que me consta que sí.
Volved a leer la Constitución con la mente limpia de manipulación por sentencias, interpretaciones y malversaciones de las recientes recetas económicas y políticas sobre la crisis y la austeridad y, con la mano en el corazón, pensad si algún día quisisteis estudiar Derecho para poder ganar mucho dinero o porque creíais en que la Justicia era importante y necesaria en esta sociedad; porque creíais en que la Justicia tenía que ser justa -valga la redundancia- y en sí, en algún momento, pensasteis si podíais o teníais algo que aportar.
La división de poderes, ni en la Constitución ni en su origen, fue pensada para que el Poder Judicial certificase los abusos del Poder Legislativo y del Poder Ejecutivo, que merced a las leyes que promulgan a su conveniencia, bastante confundidos están ya. Fue pensada para que la Justicia controlase a los otros poderes y estuviese, incluso, por encima de ellos y eso, no está pasando.
Muchos jueces y tribunales están justificando sus tropelías en que se limitan a aplicar las leyes pero los que hemos estudiado Derecho, sabemos que eso, no es exactamente verdad. La potestad jurisdiccional lleva implícita una capacidad de fuerza y no sólo el poder, sino también el derecho y el deber de que la justicia prevalezca por encima de la legalidad, de forma que las leyes, manifiestamente injustas e inconstitucionales, no se puedan ni se deban aplicar. Y si no es así, deberíamos empezar a pensar que tal vez fuese así como debiera ser para ponerle coto a este Poder Legislativo. que cada día es menos representante de nuestra soberanía nacional, y más de unos intereses a los que ésta, poco o nada interesa si no la pueden dirigir y manipular.
Esta política que legisla y gobierna, va ahora a por la justicia gratuita pero esto sólo es un ataque más que a los más desprotegidos, les desprotege todavía un poco más.
Los abogados han salido a la calle y no quisiera pensar en que es porque les han tocado el bolsillo y su supervivencia laboral. Quiero pensar que es porque están entendiendo cuál es el objetivo que persigue el sistema actual que cada día se aleja más de la Justicia, especialmente de la Justicia Social, y al que sólo interesa que una élite privilegiada pueda apoderarse de la supervivencia del resto de la sociedad.
Muchos juristas forman parte de esa élite pero el resto, los juristas por vocación, ha llegado el momento de que ejerzan su responsabilidad y decidan si están de parte del Derecho, injusto o no, o de parte de la Justicia.
Muchos jueces, en su potestad de interpretar, pueden condenar a las víctimas o a los verdugos y a día de hoy, es claro que los verdugos se sirven de la ley para salir impunes y también para condenar a las víctimas.
La mayoría de la humanidad, os necesitamos de nuestro lado.
Una vez más, entre todos, tenemos que luchar unidos para poder terminar, de una vez por todas, con todos los derechos de pernada.