Cada
vez que enfrento una publicación en este Blog, lo hago desde la más
absoluta humildad. Al contrario que mucho otros seres humanos,
conozco mi falta de formación y asumo mi ignorancia, por lo que todo
lo que intento compartir tiene más relación con mi instinto que con
mi sabiduría.
Dicho esto, intentaré haceros
participes de lo que mi intuición me dice y mi corazón rubrica.
Durante muchos años he oído decir
que la democracia no es un buen sistema pero que al menos es el menos
malo de todos.
Hoy es el día en que estoy
empezando a dudar de que todos los seres humanos estemos hablando de
la misma “democracia”.
Que los ciudadanos puedan elegir a
sus representantes y a sus gestores mediante las urnas, es bueno. Al
contrario de lo que ocurre, por ejemplo, con nuestra monarquía, en
la que el Jefe del Estado ha debido recibir una especie de
designación divina para erigirse en la persona cuyos genes portarán,
por los siglos de los siglos el derecho de representarnos, eso sí
respaldados por no sé qué dignidad y en base a no sé qué
capacidad; máxime cuando, por el momento, por supuesto, el hombre
tiene prevalencia sobre la mujer, por más que ahora pretendan
vendernos a Leonor como heredera y futura reina de España. Pero
bueno, eso es otro cantar y no es hoy mi único propósito
reivindicar de una vez por todas el derecho a que nuestra nación sea
una república, como la justicia mandaría.
Hoy mi intención de concienciación,
o de llamada a la reflexión, tiene más que ver con la idea que yo
tengo de democracia y que poco o nada tiene que ver con la situación
que nos está tocando vivir.
Elegimos a nuestros representantes
en las urnas pero ¿quienes son ellos? Yo quisiera que fueran
personas como tu o como yo, comprometidos con la propia democracia y
comprometidos con la justicia y con la defensa de los derechos y
libertades de la mayoría de los ciudadanos. Eso sí, no todos
tenemos la misma forma de entender lo que es justicia ni entendemos
igual la diferencia entre libertad y abuso ni la forma de llevar a
cabo nuestros ideales para que todo funcione mejor.
Ahora bien, ¿quienes son las
personas a las que damos nuestra confianza? Son personas a las que
conocemos por sus actos, por sus trayectorias políticas o
profesionales, por su humanidad, por sus méritos? Mi impresión es
que no. Son las personas a quienes unos cuantos colocan en los
primeros puestos de las listas electorales y cuyo, creo, mayor mérito
consiste en demostrar a quienes tienen la potestad de ponerles ahí,
que están dispuestos a obedecer la disciplina del partido político
de turno y …. “santas pascuas plin”. No hay nada más. Bueno
sí.... Una recompensa económica, una sustanciosa remuneración a
sus servicios que, para colmo de males, pagamos nosotros, los sumisos
votantes y los sumisos ciudadanos, y que hoy en día, más que una
compensación por su dedicación a la contribución para una mejor
organización social, se convierte en auténticos privilegios que
cada día les alejan más y más de la realidad social de la gente
normal y les convierte en auténticos egoístas sin escrúpulos.
Dicho todo ello con el respeto que me merecen muchos otros que no
responden a este esquema general, voy a la segunda parte.
Esto es así. Así es como este
sistema está montado y el motivo por el que, por más que a esto se
le llame democracia, yo sólo veo lucha de poderes entre unos
partidos políticos y otros por conseguir el mayor número de votos
posibles para luego hacer lo que les interesa sobre todo a ellos y a
los que creen representar. Pero sí me asaltan las dudas de si esta
forma de democracia es la que representa a los ciudadanos.
En los últimos meses, estoy
asistiendo a la que considero la mayor estafa democrática que ha
tenido lugar en España, al menos desde que yo tengo conciencia.
Vale que los Partidos Políticos
presenten sus programas y sus candidatos y que la gente, mucha de
ella incluso menos formada y preparada que yo, elija en las urnas
quienes vayan a ser durante los próximos cuatro años los que
dirijan sus destinos. Vale que aceptemos que todos pretendan llevarse
el ascua a su sardina para tener el poder de decisión. Vale que nos
engañen y manipulen para conseguir sus objetivos. Pero, ¿esto que
es?. Esto es la gota que colma mi vaso. ¿Cómo admitir que el
Gobierno actual, en cuatro meses, esté haciendo prácticamente todo
lo contrario de lo que prometió en campaña electoral? ¿Cómo
admitir que derribaran un Gobierno desprestigiándolo por pretender
iniciativas que nada más llegar al poder son las primeras que han
llevado a la práctica? ¿Cómo admitir que es democracia la mentira,
la manipulación y la prepotencia de una mayoría absoluta lograda
mediante la amenaza de nubarrones y que ahora, tras conseguir la
victoria, estén consiguiendo que nos caiga una tormenta?
Mi respeto a los valores
democráticos me haría callar si no observase cada día quienes
están siendo las víctimas de esta tormenta. Si viese que todos
estamos padeciendo, en condiciones de igualdad, las consecuencias de
una crisis, que no se muy bien de donde proviene ni cual es su
objetivo pero que atenaza a una gran parte de las personas que
habitan este planeta Tierra.
Pero esto no es así. ¡Abrir los
ojos!. Ninguno de los que ocupan los asientos parlamentarios de las
CCAA, del Estado, de las Diputaciones, de los Ayuntamientos, del
Parlamento Europeo, de las Organizaciones Internacionales, de muchas
ONG, de muchos Sindicatos, de grandes empresas, de la Banca Mundial,
incluso de asociaciones ecologistas, etc. etc. tienen ni “puta
idea” de lo que es la supervivencia. Y perdonar la vulgaridad de la
expresión.
Sin embargo, yo, no quiero cargar
las tintas contra quienes votaron a tal o a cual sigla o partido
político, ni siquiera contra quienes, bajo el yugo de una patria,
son engañados por los poderes reales: el dinero y el egoísmo.
Hoy quiero hacer una llamada, a
todas esas personas que ocupan esos asientos, a la reflexión. De
nada nos sirve votar al PSOE para que todo siga igual. De nada nos
serviría que se repitieran unas elecciones donde el tablero de juego
siguiera siendo el mismo. De nada nos servirá salir a la calle a
gritar nuestra indignación, aunque debamos hacerlo porque poco más
nos dejan hacer de momento, si ninguna de las personas que nos
representan toma conciencia de cual es su misión en esta vida.
Me llamaréis utópica, idiota,
inocente y no se cuantas cosas más, pero hoy quiero apelar a todas
aquellas personas que han recibido la confianza de los ciudadanos a
que recapaciten y se revelen contra las organizaciones que los
utilizan para hacer cada día un mundo más injusto y más desigual.
Podemos hacerlo los ciudadanos, y
que no duden que lo haremos, pero si alguno de ellos ha creído
alguna vez en la democracia, es el momento de que se revelen contra
su propia podredumbre porque para eso, el pueblo, titular de la
soberanía, les ha elegido. Si a alguna de esas personas le queda
dignidad, qué diga que la democracia no es eso.
No obstante, como yo no creo en
ellos aunque cierto es que a algunos otorgué mi confianza, os animo
a todas las personas a las que les importe la democracia a qué
luchéis contra esta barbarie, a qué no esperéis cuatro años
cuando ellos no han esperado ni cuatro meses y encima el resto les
siga el juego. Cualquier forma de lucha, para mí, es legítima,
excepto la violencia. Sé que hay montones de asociaciones, de
grupos, de ideas. Hoy he leído un tweet que decía que hay quién
está montando una Asamblea constituyente para cambiar esta
Constitución y esta democracia por otra más justa y más social.
Os animo a todos y me uno a todos
los que trabajen por una alternativa, porque es en nosotros en
quienes reside la soberanía y nos pretenden encadenar para
permitirles defender una injusticia en la que los más humildes
somos las víctimas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario