Hoy,
me siento atrevida. Y como atrevida es la ignorancia, voy a plantear
mi punto de vista sobre el tema de la renta básica, algo que para
algunos sería una barbaridad, para otros una posibilidad de generar
riqueza, para otros un chollo y para muchos otros, por desgracia hoy
en día en nuestro país, una tabla de salvación.
Y
claro está que lo voy a hacer desde la teoría y desde el corazón
más que desde la realidad de las cifras porque, a decir verdad, a
partir de determinados ceros, las números, a mi humilde persona, no
le caben en el cerebro. No obstante, afortunadamente a estos efectos,
habría otros más capacitados para echar las cuentas y seguramente
que también para crear las condiciones más justas.
Lo
primero que se me viene a la cabeza es imaginar un hipotético caso
en que una determinada sociedad, decide votar a un determinado partido político que lleva en su programa hacer efectivo si logra el apoyo de la mayoría, que todas y cada una de las personas que nacen en un determinado país
-en concreto en nuestro país- tengan derecho, por el solo hecho de
haber nacido en él, a que el Estado contribuya a su desarrollo y supervivencia
con, digamos, 300 euros al mes, por poner una cifra.
Tampoco
es el único ejemplo de renta básica, pues decidme si no es verdad
que una renta es lo que obtienen, por ejemplo, los miembros de la Familia Real por el mero hecho de serlo. Bueno,
lo de básica, es un decir.
Yo
lo imagino como cuando un individuo nace, sea deseado o no -a decir
verdad, incluso antes-, y por el sólo el hecho de nacer adquiere
determinados derechos y deberes en relación a sus progenitores;
derechos y deberes mutuos que son además irrenunciables. Y no lo
digo yo, lo dice el Código Civil cuando regula el nacimiento y las
relaciones familiares. Y no sólo los adquiere frente a sus
progenitores, sino también ante la sociedad y por lo tanto ante el
Estado, supuesto garante de los mismos.
La
imaginaria relación que podría establecerse entre el Estado y sus
ciudadanos, vendría a tener un espectro similar. ¡Y no penséis que
esto es tan marciano! No en vano, entre unos y otro existen
relaciones parecidas, reguladas y regladas, por las que, según la
Constitución, los ciudadanos, por el mero hecho de serlo, tienen
determinados derechos y deberes respecto al Estado y éste a su vez
respecto a sus ciudadanos, igualmente irrenunciables, al menos, en teoría.
Lo
vengo a decir, porque está claro que la idea de una renta básica
“per cápita”, no está concebida como un chollo para que la
gente pueda vivir de ella sin tener que trabajar, sino como un
derecho de los ciudadanos, de todos y cada uno de ellos, a recibir de
los poderes públicos la mínima y debida protección económica, de
la misma forma que desde su nacimiento reciben protección jurídica,
al margen de las obligaciones de sus progenitores y les parezca bien
a estos o no. Porque es el Estado, a través de las legislaciones, el
que en definitiva establece las reglas del juego, por encima de las
relaciones familiares y por encima incluso de la persona como ser
individual. Y esto es así, nos guste o no.
En
una sociedad medianamente normal, al menos en nuestro “supuesto”
estado de civilización, a nadie se le ocurriría pensar que los
individuos optan por concebir por el mero hecho del beneficio que un
hijo les podría reportar, sino que más bien lo hacen, o sin pensar
o sin querer, o desde la responsabilidad de las obligaciones que
traer un hijo al mundo les habrá de acarrear. En todo caso, si
esperasen obtener algún beneficio o alguna satisfacción, desde
luego que estos serían más a nivel afectivo y emocional que desde
un punto de vista económico. Y ello sin perder de vista que, de
forma natural y desde el origen de los tiempos -al menos conocido- la
reproducción es tan consustancial a los seres vivos, como lo es la
propia esencia de la vida.
También
es posible que tal vez algunos pensasen en tener hijos por el derecho
a percibir esa renta pero, dado que el derecho sería de la persona,
el máximo tiempo por el que los progenitores se podrían
“beneficiar”, sería hasta su mayoría de edad y habida cuenta de
lo que económicamente cuesta criar un hijo con tan solo lo básico
para su supervivencia y habida cuenta también de la debida tutela
que el Estado ejerce y debe ejercer sobre los menores de edad,
sinceramente, ni creo que compense ni creo que, en su caso, debería
compensar.
Y
lo que no es menos cierto es que tal vez sea peor para una sociedad
ir envejeciendo por el miedo a no poder acceder a los recursos
necesarios para que los nacidos se desarrollen con unas mínimas
condiciones de dignidad o que estos nazcan -y nacen y viven o mueren-
sin ellos. O, ya puestos, que otros ni lleguen a nacer porque algunas
madres (y padres, no lo vamos a ignorar) ante hechos consumados,
consideren una responsabilidad optar por abortar, visto lo que se les
viene encima y el futuro que a sus hijos les espera.
A
veces se me viene a la cabeza que, de seguir por estos derroteros,
sólo los hijos de los ricos tendrían derecho a nacer. ¡Que cosas se
me ocurren!.
Lo
que sí tengo claro es que, en una sociedad en la que el 60% de
los jóvenes no tiene acceso a un puesto de trabajo; en la que el 26%
de las personas en edad laboral, tampoco lo puede encontrar; en la
que muchas familias ni trabajando consiguen llegar a fin de mes; en
la que miles de niños la única comida decente que hacen al día es
en los comedores escolares; en el que miles de pensionistas no pueden
acceder a la necesaria medicación; en el que en miles de hogares no
encuentra trabajo ninguno de sus miembros; en el que tantas personas
han pasado a engrosar las listas de los marginados sociales: sin
trabajo, sin dinero, sin techo y sin comida; en el que las
diferencias sociales cada día aumentan más y más; algo hay que
hacer para revertir esta pirámide mortal. Y hablo de miles por no
sumar, porque entre unos y otros, en realidad, son millones.
Es
cierto que tal vez mucha gente podría sobrevivir con esta renta y no
se molestaría en tener que trabajar pero también es cierto que ese
es su problema y no el del resto de la sociedad. Y también que el
Estado podría quedar exento de esta obligación desde el momento en
que el ciudadano dejase de residir en el país, así como durante el
tiempo en que pasasen a residir, a cargo del Estado, en alguna de las
muchas celdas en las que alojamos a los que optan por formas no
legales de obtener sus rentas o desahogar sus peores instintos. Y
cierto también que habría otras muchas cosas, como por ejemplo el
fenómeno de la inmigración, que sería imprescindible considerar
para no faltar a la justicia ni traicionar la cordura.
Luego
viene la segunda parte. Supongamos que es cierto que una parte de la
sociedad se conformase con esa renta básica. ¿Que se habría
logrado? Por una parte, que todos los ciudadanos, por el mero hecho
de serlo, pudieran sobrevivir -que no es poco- sin tener que
delinquir, sin tener que mendigar. ¿Y cómo sobrevivirían?
Consumiendo. Consumiendo lo básico, pero consumiendo. ¿Y que supone
ese consumo? Pues supone dinero en circulación, demanda, empleos,
ahorro, impuestos, de tal forma que, de alguna manera, ese mismo
dinero invertido en la sociedad, redundaría en las inversiones
privadas y en las arcas públicas si los beneficios y la contribución
al bien social se distribuyese de forma justa y equitativa,
proporcionando así el capital que el Estado necesita para proveer a
sus ciudadanos de, al menos, los derechos básicos que les otorga la
Constitución, en realidad de los tan cacareados y ninguneados
derechos humanos. Pues para eso debe existir el Estado, o eso creo
yo.
Porque,
y esta es la tercera cuestión, ¿de verdad pensáis que la mayoría
de los ciudadanos se iban a conformar con esa renta básica de
supervivencia y no iban a querer trabajar para procurarse un mejor
nivel de vida? ¿De verdad creéis que una familia media de, por
ejemplo, cuatro miembros, se limitaría a intentar subsistir con 1200
euros al mes?
Yo
creo que no aunque lo que de verdad desearía es que lo de menos
fuese la cantidad.
Creo
que la mayoría de la sociedad seguiría demandando esos trabajos con
los que realizarse como personas y con los que mejorar su calidad de
vida en general.
Creo
que las personas tendrían más oportunidades de estudiar y de
trabajar por vocación y de poner sus capacidades al servicio de la
sociedad que en definitiva somos todos y también que sus
conocimientos y su crecimiento científico e intelectual, lo
aportarían con gusto a esta nueva familia social de forma que todos
nos beneficiaríamos de los frutos del esfuerzo y el dinero dedicado
a su formación.
Creo
que nuestros jóvenes podrían ser independientes y empezar a
desarrollar sus vidas y a crear nuevas familias, si es su deseo,
cuando es lo natural y no cuando se lo puedan permitir, si es que no
llega el día en que ni se lo puedan permitir.
Creo
que nuestros mayores, después de toda una vida trabajando, podrían
esperar el fin de sus días con dignidad.
Creo
que, en todo caso, puntualmente, alguno de los miembros podría
permitirse el lujo de quedarse en casa ocupándose de sus hijos, de
sus dependientes o de sus mayores y procurarles los cuidados, la
atención y el amor que necesitan en determinadas etapas de su vida.
Creo
que la mayoría optaría por apretarse un poco más el cinturón en
el caso de no tener acceso, por la circunstancias que fuesen, al
mercado laboral y creo que sus vecinos dispondrían también de
medios para, en casos extremos, poderles ayudar porque la solidaridad, también sería un importante valor social.
Y
creo que la mayoría querría disponer, además, de pequeños
capitales para acceder a los mejores cuidados para sus enfermos,
dependientes, mayores, y sobre todo para procurar a sus hijos durante
el tiempo en que ambos progenitores se pudieran dedicar a trabajar,
una mayor y mejor formación afectiva, emocional e intelectual, amen
de para disfrutar todos ellos también, de su no menos merecido
tiempo de ocio, sin tener que sentarse obligatoriamente frente a un
televisor, un videojuego o salir únicamente a pasear.
Y
esto visto desde un punto de vista puramente individual y no social,
que es como en realidad se debería concebir.
También
es cierto que habría muchas -sino todas o la mayoría de las demás-
subvenciones que suprimir para que hubiese dinero para todos, de la
misma forma que habría que poner ciertos límites a los deseos de
acaparar riqueza o de aprovecharse de este derecho social para socavar otros pero también es cierto que creo que todo esto, sólo
podría redundar en un mayor y mejor reparto del trabajo y en una
mayor y más justa distribución de las rentas y con ello de la
justicia social y que este sería un mejor camino para la verdadera
evolución de la humanidad.
Es
cierto que tal vez todo esto lo digo desde una conciencia de
honestidad, sin querer pensar en que nadie quisiese aprovecharse ni
estafar al sistema -lo cual sería más difícil, todo hay que
decirlo- y desde la óptica de quien cree que la felicidad no
consiste en poseer más y más. Y tal vez, también sea
lamentablemente cierto que esa conciencia es lo que aun nos falta a
los que conformamos esta sociedad, para que esta “utopía”, sea
una realidad.
Empezando
porque carecen de conciencia los intereses que ahora nos gobiernan y
también los Estados que, lejos de velar por nosotros, velan por
ellos.
Porque
lo que también veo claro es que a determinados capitales de este
mundo -que sólo buscan su propio beneficio y no el de la sociedad
(ni en los casos particulares ni en la economía global)-, no les
gustaría nada este otro sistema que les restaría el poder que
necesitan y que ahora tienen para ser ellos los que marcan las reglas
del juego, las verdaderas -y al mismo tiempo falsas- leyes de “la
oferta y la demanda”, de la “democracia”, de la comunicación
(manipulación) y de la opresión y esclavitud de la mayoría social.
Y
porque no decirlo, tal vez también de que en este mundo no haya paz
porque, que la hubiera, probablemente tampoco sería beneficioso para
sus putos intereses económicos.
Salvo
esos -no nimios- detalles, en lo básico y en lo que demanda el
conjunto de la sociedad, no sé si habría otras muchas cosas que
cambiar porque creo que con un poco de conciencia y sentido común,
muchas cosas irían cambiando con la propia forma en que las personas
deberían empezar a entender lo que significa vivir en sociedad. Y me
pregunto si esto no nos conduciría a volver a tener la economía a
nuestro servicio y no al servicio del capital y también si sería el
mayor de nuestros problemas, no encontrar mano de obra para trabajar
o para colaborar.
Y
también creo que la mayoría de las personas en todo el planeta
desearían creer que esto es algo más que el sueño de unos cuantos
y trabajarían por hacerlo realidad de forma que el ejemplo se
extendiera, poco a poco, a todos los rincones de la tierra.
Tal
vez al final los Estados, al igual que la sociedad, sencilla y
llanamente, seríamos todos.
Yo, de verdad tendría a esta maravillosa persona co mopresidente de este Gobierno de España
ResponderEliminarJajajajajajaja Eres un cielo!!! Besitos y abrazos <8>
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