viernes, 10 de julio de 2015

YO NO SOY FRANK DE LA JUNGLA

Estoy dolida. Me supera la realidad. 

Ya sé que la mayoría no haría esto pero yo soy así, sincera, transparente y alguien que no gusta de esconderse ni de callar, o al menos eso intento.

Necesito desahogarme, expresarme, explicarlo o excusarme tal vez. No lo sé pero me quema por dentro y algo tengo que hacer.

Un buen día, mi hija, que es muy respetuosa con casi todo, esperó a que despertase de mi letargo vespertino y, con una cara muy seria, me espetó:: mamá, tengo novedades, me han llamado de Telecinco. 

La escuché. Qué menos se puede hacer que escuchar cuando alguien tiene algo que decir. 

Por aquellos días, Iria andaba inmersa en un caos de actividad. Hacía un año que había terminado su carrera, absolutamente vocacional, y desde entonces, había pasado a formar parte de una lista; no se sabe muy bien de qué lista de todas aquellas en las que se clasifica a los millones de jóvenes que, con su título de graduado bajo el brazo, poco o nada pueden hacer para sobrevivir si no es bajo el amparo familiar. En su caso, optó por opositar. Sabía que le costaría un gran esfuerzo pero, formando parte de la clase trabajadora, sin enchufe ni recomendación ni dinero para invertir, era lo único que tenía a su alcance para dedicar su vida a lo que había elegido sin vacilación y, en aquellas fechas, se acercaba el momento de hacer que todo el esfuerzo de la preparación, pudiera dar algún fruto por pequeño que fuera. 

Por si esto fuera poco, y dado que las posibilidades de éxito y de aprobar la oposición con tan pocas plazas como había convocadas, no eran muy halagüeñas, había decidido, junto a su pareja y otra pareja más en similar situación, hacerse cargo de un pequeño negocio q les reportara, aunque solo fuera durante el verano, los ingresos mínimos para poder sobrevivir sin tener que depender de que nadie les hubiera de llenar la nevera.

No sé, de todo lo que me estaba contando, qué fue lo que más me sorprendió, si que hubiesen dado con ella o que ella estuviera dispuesta a someterse a más estrés y a más presión cuando ya, por el momento en el que llegaba esta oportunidad, estaba casi al límite de la presión que podía soportar.

Pero ella, desde el primer momento, lo tuvo claro. 

Se le presentaba la oportunidad de mostrar a toda España que en este planeta en qué vivimos, entre toda la fauna que lo habita,  existe un animal rechazado y repudiado por la sociedad y sin embargo utilizado y sacrificado por la investigación y por la medicina en nuestro beneficio; un animal que, a día de hoy, pocos o ningún agradecimiento o reconocimiento ha recibido por ello y a pesar de ello; un animal que, como Remi, su mascota, su compañera de habitación, ella sabía que, además de un aliado de la medicina era un perfecto animal de compañía y un amigo con el que compartir tantos y tantos ratos de ocio y soledad.

Tenía por tanto que participar para mostrar que la rata, su rata, era capaz de desarrollar alguna habilidad. Y no se dedicó días -apenas una semana tuvo entre la llamada y la grabación- ni siquiera muchas horas, tan sólo los pocos ratos que entre estudio y trabajo, podía descansar. Y sí, tal vez Remi hacía lo que hacía a cambio de una pipa, pero ¿qué ser vivo de este mundo, incluido el hombre, no es víctima de una forma u otra de este chantaje vital?. Al fin y a la postre, tanto una rata como un humano, como cualquier animal, no deja de ser un ser vivo más que nace, que tiene que alimentarse, que duerme, que crece, que envejece y que muere, a veces incluso en sacrificio por los demás. Un animal que tal vez, de poderlo hacer al igual que los humanos, quizá vendería también un poco de su libertad por una vida de mayor confort y que, de decidirlo así, se vería también sometido a las nomas que la mayoría tiene a bien dictar y el resto acatar, llámese trabajar para todos aquellos que sólo a través de un contrato pueden conseguir su sustento, llámese no poder denunciar pacíficamente las injusticias sociales salvo dónde y como quienes gobiernan decidan que lo puedes hacer o llámese ponerse un casco para circular con una moto aun a pesar de que la única cabeza que esté en juego, sea la tuya propia.

Claro que quizás algunos humanos preferirían seguir viviendo en las cavernas, hasta a veces yo lo pienso viendo los derroteros cada vez más inhumanos que va tomando esta sociedad.

También es un hecho que ese ser vivo, ese animal al que ella pretendía otorgar un mayor reconocimiento social, es una rata. Una asquerosa rata para los más. Si hubiese sido un hámster, un conejo, una cobaya, un perro… - que de todo tiene o ha tenido- no habría tenido ningún sentido porque todos ellos están ya socialmente admitidos como mascotas y todos ellos despiertan muchas simpatías. Pero se trataba de una rata, un pobre animal que ella sentía que necesitaba ser defendido.

Y así empezó la aventura.

Sólo sabía que era un concurso en el que las mascotas mostraban sus habilidades; de hecho, según la producción del programa, los protagonistas eran ellos y no sus dueños, cuidadores, compañeros, educadores o como les queráis llamar.  También sabía, como no, que había un premio, pero ni por asomo esperaba ganar ni le importaba, como así quedó claro en su presentación, de la misma forma que quedó muy claro en la actuación y en su despedida quien era la que ponía las reglas. 

Así le dieron la coz, de cuya existencia no supo nada hasta el momento de rodar y que asumió a sabiendas de que se la podían dar, porque tampoco eso era lo que le preocupaba ni lo que le importaba.

Aun hoy sigue sin importarle. 

Ni que la gente haya pensado que ha hecho el ridículo; ni que piensen que es una friki; ni estupideces semejantes de las muchas que hay que oír. 

A día de hoy, tanto a ella como a mí misma, lo que nos duele es que se nos pretenda hacer cómplices del maltrato animal. Por ahí si que no podemos ni queremos pasar porque también yo, que me considero bastante poco amiga de la televisión y de los circos que en ella montan en general no solo con animales sino también con personas, decidí acompañarla y en mi caso, sí que fue sólo por amor a ella. 

Desconocíamos total y absolutamente el resto de animales que iban a participar, sólo que era un concurso de mascotas. De hecho, pensábamos que la mayoría era gente como nosotras, gente normal. Y en la mayor parte de los casos, seguimos creyendo que así es, tanto por algunos de los pocos con los que tuvimos ocasión de coincidir como porque no entendemos que una relación dueño-mascota pueda ser de otra forma que como nosotras la entendemos, por muchas habilidades que les puedas enseñar. Pero también es cierto que no sospechábamos que podía haber casos tan lamentables como el del oso -que desde luego no entendemos como mascota y de cuyo posible maltrato estamos casi seguras también- que, al fin y a la postre, junto con la intervención de Frank Cuesta, han sido los que a día de hoy han desatado el grueso de la polémica y de la movilización, por más que a todos los demás nos quieran meter en el mismo saco y convertirnos en parte de la misma fauna y por más que pueda haber algún que otro caso grotesco más, si no han conseguido ya que lo sean -seamos- todos para la mayoría o como los hay miles o millones en este país y en este mundo. Tal vez estaba todo orquestado  para que las estrellas fueran los animales así, eso no lo podemos saber.

Podemos pasar por gilipollas a vuestra vista, eso nos da igual, pero desde luego que, en nuestro caso y seguro que en el de muchos otros, por colaborar con el maltrato animal, NO!!!. POR AHÍ NO PODEMOS PASAR!!!

Respecto al jurado, me reservo la opinión, aunque sí he de decir que creo que merecen el mismo respeto, al menos como personas, que el que merecen los concursantes, los televidentes que disfrutan admirando las habilidades de algunas especies y los que defienden que el programa se retire de la parrilla porque parecen tener claro que incita al maltrato animal, no en concreto sino en general. Lo cierto es que para aquellos es trabajo y, muy claramente, aunque sean las cadenas de televisión quienes les pagan, sois todos y cada uno de los que les seguís en sus respectivas actividades (porque en este caso, no es mi caso) o los que seguís o seguimos a otros en otros casos, los que les damos de comer aunque no sean los mismos ni todos del gusto de todos ni algunos del gusto de muchos.

Y eso lo hacemos aun a sabiendas (¿o eso no lo sabemos?) de que en las televisiones, como en el fútbol, en el cine, en la moda, en el mundo de la canción y en otras muchas prácticas o ámbitos, colaboramos a que entre unos pocos, ganen, en unos cuantas horas o en unos cuantos contratos, cantidades desorbitadas de dinero que para muchos de los miles o millones de niños que en algunos países del tercer mundo mueren de hambre o diarreas, significaría su supervivencia. Y es posible que todo eso sin que la mayoría de los que defienden incondicionalmente los derechos de los animales y piden la retirada de un programa concreto de televisión pero que es muy probable que al mismo tiempo participen de otros circos, vean en ello colaboración con el maltrato a los seres humanos. Allá cada cuál con su consciencia, con sus valores, con su coherencia y con su conciencia. Lo cierto es que lo que sí que lamento de verdad es haber contribuido a ello, aunque sea una mínimísima contribución, y sí que es posible que ahora que soy consciente, reconozca que cometí un error y que por ello, sí quiero pedir humildemente disculpas.

Por lo que respecta a Christian Gálvez, al que no conozco ni puedo imaginar como se sentirá con todo esto, vaya por delante mi agradecimiento por su comportamiento con nosotras incluida Remi. Me cuesta creer que, conscientemente, haya querido ponerse al frente de ninguna apología del maltrato animal y también dudo de que sea libre para poder ahora mismo opinar. Aunque con esto, como con tantas y tantas cosas de las que pienso, digo y hago, también me pueda equivocar.

Desde luego que no me están gustando muchas de las cosas que he visto en “Vaya Fauna” como no me gustan muchas de las que veo en otros programas o cadenas de televisión; como no me gusta que exhiban a los niños y mercadeen con ellos también, que por cierto, tampoco tienen derecho a decidir ni capacidad para saber lo que les conviene sino que son sus padres, cual dueños de mascotas, los que deciden por ellos sin que en este país nadie, o casi nadie, diga esta boca es mía ni pida retirar determinados programas de televisión; como no me gusta ver como nos enseñan que hay gente que se come un menú de 1700 euros en Masterchef mientras el salario mínimo interprofesional en España no llega ni a la mitad para pagar los gastos de todo un mes para una familia en cuyo seno haya uno de sus miembros que tenga la suerte de trabajar y menos cuando esa televisión la dirigen los mismos que deciden cual tiene que ser para nosotros, para la plebe, esa salario mínimo de dignidad. Y desde luego que no me gusta ver como se ponen verdes unas personas a otras en una casa, en una playa o en una tertulia de televisión, ni como se inmiscuyen en las vidas privadas de los famosos o se ríen de los pobres ciudadanos de a pie cuando les preguntan o invitan a sus programas. Todo ello con ese mismo fin, ganar audiencia para su televisión y por ende, dinero y poder; como no me gusta que los tertulianos de los programas de política, políticos incluidos, se comporten como niños de patio de colegio, mucho menos que difamen o que mientan en beneficio de sus propias ideologías.  

Pero, normalmente, en estos casos, cuando hay algo que no soporto en televisión, suelo cambiar de canal y muchas veces apagarla porque en cuestión de televisión basura, no se salva ni el apuntador. Y sí, intento concienciar, según mi propia conciencia, claro está, que aquí no creo que nadie esté en posesión de la verdad absoluta.

Y dicho esto, a mi, personalmente, lo que más me duele a día de hoy después de ver el circo que ha montado Telecinco con “Vaya Fauna” y el circo que se ha montado alrededor de él, es ver a tantas y tantas personas que para defender los derechos de los animales, y soy de las primeras que me pongo al frente contra el maltrato animal (eso sí, sin sacar las cosas del tiesto), se comportan como auténticos animales. pasando incluso por encima del derecho de las personas humanas y de sus sentimientos. 

Desde luego que si una asociación de defensa de los derechos de los animales entiende que hay algo que denunciar, veo lógico y justo que lo denuncie, al igual que todos y cada uno de nosotros somos libres para firmar para que retiren el programa o para dejarlo de ver. 

Pero, para los casos en los que además de los derechos de los animales está en juego la dignidad de los seres humanos, a los que lo hacéis realmente por educar os aconsejaría, casi os rogaría, que ya que es para educar, en palabras de Frank Cuesta, para lo que exigís la retirada del programa -eso a mí me da igual- que al menos, lo hagáis con educación, con coherencia, con conocimiento de causa, por convencimiento propio si de verdad creéis que le hace un gran mal a la sociedad. Porque algunos, no digo todos, pero sí muchos de vosotros, os estáis comportando como auténticas fieras a la caza de una presa. Y en ese sentido he de reconocer que no lo siento como algo personal sino más bien solidario.

También he de decir que la polémica, en plena semana de los “sanfermines” y en un país que tiene por bandera una montera y en el que todas las televisiones privadas y públicas (pagadas con el dinero de todos y de todas) emiten a diario los encierros de esos pobres animales a los que sí, ciertamente y a la cara del público -que ni siquiera por detrás de lo que la gente corriente puede apreciar- van a torturar y luego matar, el éxito de la iniciativa contra “Vaya Fauna” ha superado todas mis expectativas. Ojalá fuera de verdad una ventana a la esperanza de la dignidad humana, que lo dudo, para que os voy a engañar.

Lo que sí tengo claro es que la mayoría de los que pedís que retiren el programa de “Vaya Fauna” mediante mensajes en tweeter, ni os vais a molestar en leer este post. A estas alturas, empiezo a dudar de que lo que os mueve a la mayoría, sea mucho más que un movimiento viral en el que a veces, los árboles no dejan ver el bosque.

Claro que yo, no soy FranK Cuesta.


A los que sufrieron porque la pobre rata tuviera que pasar por tan traumática experiencia, decirles que sigue siendo una ratita presumida y feliz

A los que dudaron de las habilidades de Remi o simplemente les hubiera gustado verlas, les dejo este video.




2 comentarios:

  1. Hola Anita,
    Un post muy valiente. Como verás en mi perfil, soy animalista hasta la médula aunque no hasta la locura. Cuanto entendí lo que era un animal, hace unos cuantos años, cambié mi dieta, no ingiriendo nada que tuviera movimiento propio. Los animales cambiaron mi vida, y fue mi perro quien me explicó cómo hacerlo.
    Yo educo a mi perro y me comunico con él, y ver a tu hija hacer actividades y estimular la inteligencia de su mascota, otro ser vivo, es positivo. Te digo esto asumiendo completamente que el objetivo de esas actividades son el cariño y la interacción con un ser vivo más que un entrenamiento intensivo para su exhibición posterior.
    También, por tu escrito, pienso que la decisión de ir a ese programa de Telecinco, fue más una concesión a la ilusión de tu hija y de que pudiese compartir esa sensación tan extraña y grande de orgullo que te transmiten las mascotas. Por ese motivo, no tengo nada que criticar, creo que con toda la inocencia del mundo, cometísteis un error porque no sabíais dónde os metíais. No tiene mayor importancia, y me parece muy mal que os insulten y os presionen por ese hecho. Todos nos equivocamos, aunque solamente nos perdonamos a nosotros mismos.
    Dicho esto con todo el cariño a una persona que, por los escritos que te he seguido, tienes una sensibilidad y responsabilidad ejemplar, a veces un poco explosiva :), y siempre proyectas los pensamientos y no dejas que se te oxiden dentro; querría asimismo explicar con un ejemplo lo que representan de forma genérica los espectáculos de humanos con animales.
    Si cogemos el animal más simpático y próximo, el que más respetaríamos, es el chimpancé: ¿cuántas veces hemos reído en TV, en el cine y en el circo con su risa contagiosa cuando nos muestra todos los dientes? ¿Muchas, verdad? Pues bien, no es risa, esa es la expresión de pánico del chimpancé. Recomiendo visitar la web de "Fundació Mona", una magnífica asociación con pocos recursos para la protección de chimpancés maltratados, donde si se leen las historias de sus vidas, se nos acaba cayendo la cara de vergüenza. Esta fundación se preocupa de simular un entorno natural para que estos maltratados simios acaben sus días, en la medida de lo posible, como si ya estuviesen en libertad.
    Querer a los animales es hacerlos vivir con mucho cariño, pero como ellos lo harían, no como a nosotros nos gusta que lo hagan. Cuidar animales es empatía, es amor, es comprensión.
    Y "Fundació Mona" es el mejor ejemplo de que lo que muestra TeleCinco no tiene nada que ver con el cariño a las mascotas. Ojalá lo fuera. Si un día pasas cerca de Girona, no dudes en visitarla (las visitas son limitadas y concertadas para molestar el mínimo posible a los chimpancés).
    http://www.fundacionmona.org/es/
    Un abrazo. Luis

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  2. Sin duda el mono es mi animal
    preferido, cuando le miró, no puedo dejar d ver un hombre, salvando las distancias físicas e intelectuales a día d hoy, claro está.
    Mi otra hija es vegetariana, en la familia, cada uno tenemos nuestra propio sentimiento hacia la vida animal, algunos como yo, tal vez hipócrita porque soy de las que pienso que si fuera yo quien tuviera que matar al animal para comérmelo, probablemente comería cardos, aunque tampoco lo podría jurar, esa es la verdad porque es muy fácil hablar y más difícil y comprometido hacer.
    Lo que si está claro es que mi hija no fue al programa aprovecharse, a maltratar ni a explotar a ningún animal, sino más bien lo contrario, su intención fue defender la vida digna para un animal que en la mayoría de los casos, es carne de cañón, por unos u otros motivos, para ser asesinado, seguramente que muchas veces, sin ninguna piedad.
    Yo siempre digo que lo importante es la intención y por si no había quedado bastante claro en el programa, sentía que lo tenía que dejar mas que manifiesto, patente. Eso y que no se puede pedir respeto faltando al respeto, porque esa simple actitud te deja sin razón y sin autoridad. Y he visto mucho, lo puedes creer.
    Evidentemente, el programa nos ha sorprendido en general aunque no dejaré por ello de defender a la gente, que como yo o mi hija, nada tenemos q ver con el maltrato animal ni creemos justo que nos consideren y acusen de maltratadores.
    No obstante, es una experiencia mas que enseña, a palos, no físicos pero si emocionales, que en este mundo, las cosas no suelen ser lo que parecen y que hay que estar muy atento para no salir herido.
    Respeto profundamente a los animalistas, lo que no me gusta es que algunos animalistas se comporten como animales, aunque seguro q los que se comportan así, también pertenecen a otra fauna fácil de distinguir.
    Muchas gracias y muchos besitos 😘

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