miércoles, 25 de julio de 2012

#REFERENDUMCONFIANZA


Llevo días con ganas de escribir en el blog pero sin decidirme por un tema concreto. Y es que hay tantos flancos abiertos que es difícil decantarse por uno u otro de los graves problemas que atenazan nuestra sociedad.
Sin embargo, los que vais siguiendo un poco mi trayectoria, sabéis bien que hay uno que me preocupa especialmente porque atañe a la base de la posibilidad de que todos los ciudadanos tengan los mismos derechos. Es la democracia y el ideal de la libertad, la justicia y la igualdad.
En una sociedad en la que los ciudadanos no tienen democracia, es decir, no tienen la posibilidad de elegir a quienes representen sus necesidades o sus problemas y a quienes dirijan su vida en sociedad, es ciertamente difícil que se pueda hablar de derechos ni de libertad. Si los ciudadanos no pueden exigir responsabilidad a quienes les gobiernan, son personas sometidas al imperio de un poder. Y están claramente en manos de ese poder que es quien decide lo que está mal y lo que está bien, lo que se puede o no se puede hacer y quien tiene derecho y quien no y a qué.
Eso es sinceramente lo que más me preocupa actualmente; y me preocupa incluso más que la marcha económica del país -que ya es decir, porque francamente, parece que la cosa se pone cada día más fea- porque, usando el simil neoliberal de la “familia” que se ha usado para explicar que no se puede gastar mas de lo que se gana porque eso es vivir por encima de las posibilidades, se puede igualmente utilizar para analizar la forma de afrontar la salida a esta crisis desde otros parámetros.
En una sociedad democrática, como en una familia, lo importante no es hacer lo que unos creen que está bien; lo importante es trabajar todos en conjunto para que toda la sociedad esté bien, aportando cada uno aquello en lo que pueda ser útil y llegando a acuerdos para lograr el bienestar para todos o al menos para la gran mayoría; respetando las diferencias de gustos y de opinión de forma que cada miembro pueda tener cubiertas sus necesidades básicas y pueda además vivir en libertad.
Si la familia está pasando un bache económico pero está unida, con el trabajo de todos conseguirá salir adelante. Si hay que renunciar a determinados caprichos o incluso a determinadas comodidades, esa familia lo hará de buen grado con la mirada puesta en un futuro mejor para todos y probablemente saldrá adelante todavía más reforzada.
Pero si el padre cree que sólo él sabe lo que hay que hacer, no escucha al resto de sus miembros y les trata desigualmente a la hora de trabajar o de sacrificarse para que la familia salga adelante y además les impone ese criterio basándose en que es el cabeza de familia, puede ser que también su economía salga adelante pero sus miembros habrán perdido su libertad, la igualdad en sus derechos, la justicia y probablemente permanecerán juntos pero difícilmente habrá fraternidad.
Hacia ese modelo de familia es hacia el que veo que caminamos actualmente. Y sin embargo, el símil creo que todavía se queda corto.
Nuestro Presidente, Rajoy, creía que era el instrumento adecuado para sacar a España de la crisis (por no decir simple y llanamente que quería a toda costa acceder al poder) y consiguió convencer a un número suficiente de votantes de que era capaz de hacerlo, tantos que obtuvo la mayoría absoluta en el Congreso. Para ello utilizó un programa y una campaña electoral en la que planteaba en qué forma iba a hacerlo.
Sin embargo, apenas llegó al poder, empezó a desdecirse de todo lo que había dicho en campaña y no sólo se desdijo, sino que empezó a tomar prácticamente todas las medidas contrarias a las que dijo que iba a tomar.
Y todo ello con una torpeza tan manifiesta y rodeado de un equipo tan torpe (por no decir impresentable en su mayoría) que España, Europa y el mundo, empezaron a desconfiar de él. Unos aluden a esa torpeza pero muchos otros, como yo, estamos convencidos de que se coge antes al mentiroso que al cojo.
Tengo la sensación de que mucha de aquella gente que depositó en él su confianza, también la ha perdido pero muchos más que creyeron sus mentiras, se sienten estafados.
Siempre he pensado que en democracia, cuando un Partido Político presenta un programa electoral y el Gobierno que ha formado se da cuenta de que no va a poder cumplirlo -por los motivos que sea- debería dimitir, elaborar un nuevo programa adaptado a las circunstancias sobrevenidas y obtener de nuevo el respaldo de los ciudadanos. Pero, hoy en día, parece que la única que vive en los mundos de yupi soy yo, porque la gran mayoría de los representantes de los ciudadanos parece acatar y hacerse cómplice de este vergonzoso robo de nuestra soberanía. Creo que ese peligro es aun más grave que el perjuicio económico que esta crisis nos puede provocar.
Está claro que hoy en día España es una patata caliente que pocos se atreven a coger y por eso creo, sinceramente, que la democracia que estamos viviendo es una farsa.
Pero, como eso es poco, entre recorte y recorte y de política injusta a política más injusta -todas dirigidas a que la crisis la pague el grueso de los ciudadanos más desfavorecidos- además tenemos que asistir a ver como nos cuelan el ideario del Partido Popular y si pueden desmantelar lo público y vender España al mejor postor (amiguetes del alma) mejor que mejor. Todo ello aprovechándose de esa misma mayoría absoluta que consiguieron con mentiras cuando, probablemente, la gran mayoría de los ciudadanos q votó al Partido Popular, lo hizo con la esperanza puesta en que, como su antecesor Aznar (vendiendo, por cierto, una ilusión) en cuanto llegase al Gobierno, sacaría a España de la crisis y crearía los puestos de trabajo que cada día más gente demanda en este país. Y sin embargo, vamos de mal en peor.
Por eso creo que los sindicatos no deberían pedir un referéndum sobre los recortes sino que deberían pedir que se convoque un referéndum para ratificar o no la confianza en este Gobierno. Porque algunos entendemos que la democracia es el gobierno de la mayoría pero no creemos que la mayoría que actualmente detenta el Partido Popular haya sido conseguida de forma legítima sino mintiendo y traicionando la confianza del electorado.
Si el Gobierno consigue que la ciudadanía le ratifique la confianza. Aquí paz y después gloria, la mayoría habría decidido su futuro. Si no la ratifica, no queda otra que la dimisión, la convocatoria de nuevas elecciones y luchar unidos para salir de la crisis como una familia democrática.
Podemos seguir como hasta ahora y que salga el sol por antequera pero muchos deberíais preguntaros cual es el modelo de familia que concuerda más con el ideario del Partido Popular y asumir las consecuencias de no hacer nada por evitar que triunfe.

1 comentario:

  1. Yo solo quiero recordar después de esta magnífica vuelta por tu blog, que en Japón, por subir el IVA sin haberlo anunciado en el programa , ha dimitido el gobierno y se convocan elecciones anticipadas.Pero es en Japón.

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