España,
es diferente. Eso se suele decir y, por otra parte, es lógico. Pocos
territorios en el mundo han recibido tantas y tan diferentes visitas
de culturas diversas y sería poco inteligente no reconocer que
muchas de dichas culturas, no sólo han dejado sus huellas, sino que
durante siglos han llegado a ser y a formar parte de nosotros y son
nuestra herencia genética, histórica y política. Es lo que yo
pienso.
Como
mis conocimientos históricos no son muy amplios y como,
fundamentalmente, este blog sólo pretende ser un espacio de opinión,
de reflexión y de comunicación con el resto de mis hermanos en este
mundo, me voy a referir a la última etapa que nos ha tocado vivir y
de la que sólo con observar y con formar parte de ella, me vale para
sacar alguna que otra conclusión personal.
En
este territorio del mundo que es España, en la que hoy en día están
las cosas bastante revueltas, he observado una importante huella que
el pasado nos ha dejado.
LA
RESIGNACIÓN. Me pregunto de dónde procede esta resignación que hoy
en día parece dominar el carácter del pueblo español y que está
permitiendo cosas que yo, ni en la peor de mis pesadillas, hubiera
pensado que llegásemos a permitir. Quizá es que aun soy muy joven.
Cómo
soy Numantina, ni que decir tiene que a la época en que los Romanos
pretendían conquistar nuestra tierra, no me puedo remitir, así que
intento encontrar las respuestas en un pasado más cercano.
Se
me ocurren dos tipos de resignación:
La
resignación cristiana:
Indudablemente
hay mucha gente católica en este país y el catolicismo, cómo todas
las religiones, para perpetuarse en el poder utiliza la sumisión y
la resignación de sus fieles que aprenden a aceptar los designios
del señor ante cualquier adversidad y confían en que Dios proveerá.
Cómo además Dios aprieta, pero no ahoga, pues ahí están hoy en
día esperando la salvación divina. Es difícil separar lo que es
del César y lo que es de Dios y ya se ha encargado la Iglesia y el
Estado durante los últimos siglos de qué ambas cosas vayan de la
mano y de qué los fieles confundan hasta los principios más básicos
de sus creencias con los intereses -que representan todo lo
contrario- de ambas instituciones. En fin, este tipo de resignación
no tengo más remedio que aceptarlo e intentar poner mi granito de
arena, como siempre, para que los buenos creyentes encuentren dentro
de su corazón la salida de este bucle en el que dichas Instituciones
les han metido. Está claro que Jesús, no se resignó más bien se
dejó crucificar defendiendo sus ideales.
La
resignación franquista: Cuarenta años de dictadura dejan mucha
huella en un territorio y en las mentes de sus habitantes. Esta es la
resignación de la impotencia y el terror ante un gobierno que
utilizó la violencia y el miedo para conseguir que nadie que tuviese
otra forma de entender la realidad, pudiera defenderla sin saber
cuáles podían ser las consecuencias: la represión; desde la
prisión, las palizas en los cuarteles policiales del régimen, hasta
la pena de muerte o incluso hasta la muerte sin juicio, que de todo
hubo. Hoy en día hay muy poca gente que todavía pueda pensar que
esto no es cierto por más que intenten justificar que se hacía por
el bien de los españoles. La gran mayoría en su fuero interno lo
condena y me imagino que tan sólo algún tarado y por supuesto
pensando en que pudiera formar parte del poder, podría querer hoy en
día volver a esos tiempos de dolor, de falta de libertad, de miedo y
de resignación.
Pero
todo aquello, a tantos años vista de aquel horror, debería ya
formar parte de la historia, que no caer en el olvido, que no es lo
mismo.
Tampoco
resulta extraño que hoy en día tengamos una monarquía
parlamentaria que se utilizó para templar gaitas entre el miedo al
pasado y la esperanza del futuro. Pero bueno, eso hoy es otro cantar.
Desde
que en el año 75 el caudillo tuvo la bondad de dejarnos y marcharse
de de este país -dudo mucho que si existe Dios, lo tenga en su
gloria-, la mayoría de los españoles soñó con un país donde,
dotándose de una democracia en la que la soberanía residiese en el
pueblo, fuese gobernado desde la libertad. Donde, desde el derecho a
la dignidad individual y colectiva, desde el respeto a los derechos
humanos y a la diversidad, desde la igualdad, desde la búsqueda de
una justicia social, se lograse el bienestar para todos. Y con esa
intención, se dotó de una Constitución en la que la división de
poderes ejecutivo, legislativo y judicial, debía velar por su
protección y en la que los Derechos recogidos en el Título I, no
podían ser materia de Real Decreto. Una Constitución donde el
derecho al trabajo, a la educación, a la sanidad, a una vivienda
digna, etc. etc. por más que no tengan el mismo amparo del Tribunal
Constitucional del que disponen otros derechos, no dejaban de ser
derechos básicos y fundamentales de todos los Ciudadanos.
CÓMO
VEO LA SITUACIÓN ACTUAL.
Los
derechos fundamentales del Título I están siendo regulados mediante
Reales Decretos merced al Ejecutivo que ostenta el poder y a la
connivencia del resto de los que ocupan los asientos de los otros
poderes: el Legislativo y el Judicial.
Nuestra
soberanía, nuestra democracia, se está convirtiendo en una farsa.
Cada
día es más palpable que el Partido Político que nos asfixia
aprovechándose de su mayoría absoluta, la consiguió engañando a
los ciudadanos, presentando un programa electoral oscuro que escondía
unas políticas encaminadas a defenestrar y vender un Estado de
Bienestar al que tenemos derecho y culpando a diestro y siniestro a
quien sea, incluidos los propios ciudadanos a los que acusan de haber
vivido por encima de sus posibilidades, mientras cada día vamos
descubriendo que, de la ruina que hoy sufre el país, incluso me
atrevería a decir el mundo, los responsables son los políticos,
ambiciosos o egoístas o incompetentes, que han utilizado nuestra
confianza en su propio beneficio y los banqueros y mercados que nos
gobiernan manejando a su antojo a esos mismos políticos que dicen
representarnos a nosotros, a los millones de ciudadanos cuya única
responsabilidad es introducir cada cuatro años un papel en una urna.
Eso sí, nosotros somos responsables por ello pero ellos ni son
responsables de nada, ni por supuesto tienen ni idea de lo que es
sufrir las consecuencias de esta crisis.
QUE
PODRÍAMOS HACER
DEJAR
DE RESIGNARNOS a que sólo nos permitan ejercer nuestra soberanía
cada cuatro años y hacer real y efectivo el espíritu que dibujó
nuestra Constitución.
Unirnos
todas las personas de bien y gritar a una sola voz que queremos que
este Gobierno dimita y que se convoquen unas nuevas elecciones en las
que volvamos a votar, ahora sí, con mayor consciencia y mayor
conciencia, y ratificar al Gobierno que ahora ocupa el poder, elegir
otras alternativas o al menos obligarles a llegar a acuerdos.
No
conseguiremos fácilmente que dejen de gobernarnos los mercados pero
sí les diremos alto y claro a todos aquellos que se consideran
nuestros representantes que somos nosotros los que ostentamos la
soberanía y que sólo si defienden nuestros intereses nos
representarán por más que puntualmente les otorguemos cierta
confianza en que lo hagan.
UNÁMONOS
TODOS PARA DEFENDER NUESTRA SOBERANÍA Y SALVAR NUESTRA DEMOCRACIA.
Y
que ningún político dude ni por un instante que, si cualquier otro
partido que pretenda conseguir el poder tiene intención de atentar
de la misma forma contra la democracia, nuestra postura será la
misma.
De
momento, mucho más allá no vamos a poder llegar pero al menos
habremos luchado, por y con dignidad, para conseguir verdadera
justicia y verdadera democracia para el pueblo español.
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