Hay
un colectivo muy importante de personas en nuestro país que, nos
guste o no, se denomina católico.
Supongo
que también habrá un grupo importante de católicos que la Iglesia
tendrá censados y que se corresponderá con todos aquellos que en un
momento histórico fuimos bautizados y que por desidia o por no
considerarlo importante, al no haber practicado la “apostasía”
-que creo que viene a ser algo así como decirle a la Iglesia que no
perteneces a su organización- seremos uno más en su recuento.
Lo
cierto es que ni el número de unos ni de otros debería preocuparme
en exceso si no fuera porque intuyo que muchos de ellos, por fe, dan
su voto y apoyan incondicionalmente a la derecha política y eso, quieras que no,
nos afecta a todos.
Supongo
que deben hacerlo porque algún que otro partido político en este
país, o alguna que otra ideología, con la connivencia de la Iglesia
Católica, ha conseguido erigirse en el representante político de
Dios en la tierra y por eso, últimamente, no dejo de preguntarme,
entre otras muchas cosas, ¡dónde quedaría aquello q dijo Jesús de
“al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”!.
Intento
ser muy respetuosa con las creencias de todos los seres humanos,
tanto sean católicos, judíos, mahometanos, budistas o como quieran
denominarse o definirse los grupos humanos que defienden unos
determinados modelos de pensamiento y conducta y se unen para darse
fuerza y compartir sus ideales. Igualmente intento respetar sus
prácticas -siempre que no sean contrarias a los derechos
fundamentales de las personas-.
Sin
embargo no tengo el mismo sentimiento hacia las estructuras y
jerarquías que pretenden gobernar muchas de esas creencias porque
veo en la mayoría de ellas un interés y un objetivo fundamental:
utilizar y manipular a sus miembros en su propio beneficio.
Ni
que decir tiene que nada voy a opinar respecto de todas aquellas
creencias de las que conozco su existencia pero ni su esencia ni sus
mandamientos; pero sí de la religión católica de la que he sido
miembro o soy miembro (estoy bautizada y no he hecho apostasía) aunque en la
actualidad, ni que decir tiene, no me siento parte.
Dentro
de todos los grupos que existen dentro de la Iglesia Católica (que,
manda huevos -con perdón- los hay a montones), mientras conseguí
pensar, valorar y decidir por mi misma, fui -y quizá en el fondo
de alguna manera lo siga siendo- cristiana. Y como decía mi madre
que de bien nacidos es ser agradecidos, no puedo dejar de reconocer
que a esa etapa de mi vida le debo el haber conocido, al menos
mínimamente, a la persona que parece estar probado que existió y
que se llamaba Jesús.
Desde
luego en mi mente no existe el Cristo, como tampoco puede existir el
Dios en el que en mis tiernos años la Iglesia Católica pretendía
hacerme creer bajo el único argumento de la fe, pero sí una persona
o un personaje que incluso hoy en día, considero digno de
admiración.
Por
eso es que me sorprende tanto que en este país (y en una parte
importante de este planeta) exista tanta gente que teniendo
conocimiento del valor de Jesús en la Tierra -al margen de su
muerte, ascenso a los cielos y resurrección, en lo cual, sí dejo
libertad a la fe de cada uno- haya sido capaz de ignorar los
verdaderos valores que él defendió.
No
voy a hacer un estudio pormenorizado de todos ellos, porque no creo
que merezca la pena ni me siento capacitada, pero sí puedo recordar
muchas de aquellas cosas que se me quedaron grabadas a fuego en el
corazón y que quizás hoy en día hayan colaborado para que sea
mejor persona o al menos intente serlo; eso sí, ni sorda, ni ciega,
ni muda.
Frases
como: “Dad de comer al hambriento y dad de beber al sediento”;
“el que esté libre de pecado, que tiré la primera piedra”;
“amaos los unos a los otros como yo os he amado”; bienaventurados
los misericordiosos, los pacíficos, los limpios de corazón, los que
sufren persecución por la justicia; “para eso he venido al mundo,
para dar testimonio acerca de la verdad. Todo el que está de parte
de la verdad escucha mi voz”; “para qué te fijas en la paja del
ojo ajeno y no en la viga que está en el tuyo”.
Reconozco
que al final he tenido que recurrir a sus citas en internet porque,
más que sus testimonios concretos, conocer a esta persona dejo una
huella de lo que es el amor y la justicia social en mi corazón.
Por
eso, en este momento en que estoy perdiendo toda la confianza en las
Instituciones porque la falta de la verdad y la manipulación de los
poderosos está en la mayor parte de los aspectos que en esta vida me
rodean, no quiero dejar de confiar en las buenas personas que habitan
en este mundo y que confunden la fe con la política y el dinero con
los valores.
Quisiera
hacer una llamada a sus conciencias y animarles a que intenten
liberarse de la manipulación y a que busquen dentro de su corazón
cuales son los verdaderos sentimientos que merece la pena que triunfen en
este mundo de egoísmo.
Y
para terminar de animarles a despertar y a aportar un granito de
arena en esta lucha conjunta de todo el universo por una justicia
social para todos, me gustaría concluir con esta frase célebre de
Jesús que no fue dicha en vano sino con un objetivo muy claro:
“PORQUE
SE ASEMEJAN A SEPULCROS BLANQUEADOS, QUE POR FUERA REALMENTE PARECEN
HERMOSOS, PERO POR DENTRO ESTÁN LLENOS DE HUESOS DE MUERTOS Y DE
TODA SUERTE DE INMUNDICIA. ASÍ USTEDES, TAMBIÉN, POR FUERA
REALMENTE PARECEN JUSTOS A LOS HOMBRES, PERO POR DENTRO ESTÁN LLENOS
DE HIPOCRESÍA Y DE DESAFUERO”.
No
se si la cita es exacta porque la he copiado de internet pero en
términos generales sí responde a lo que yo recordaba que Jesús
entendía que había venido a hacer a este mundo, entre otras muchas
cosas buenas e igual de hermosas e importantes.
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