Hasta
hace poco estudiaba Derecho. A la vejez, viruelas. Las cosas como
son.
Cuando
mis padres no tenían otra ilusión en la vida que tener una hija con
una carrera, yo tenía otras preocupaciones, otros intereses u otra
forma de entender la vida. Eso fue así.
Algún
día podría contaros mis “ires y venires” en el mundo
estudiantil y adolescente, y quizá lo haga, pero hoy, no va a ser.
Podría
contar un millón y medio de escusas o de sentimientos de por qué, a
día de hoy, sigo sin obtener un título universitario que me valide
para algo -a día de hoy, he vuelto a abandonar mis estudios- pero
tampoco lo voy a hacer porque en definitiva, lo único que cuenta es
el presente. Ni el pasado ni el futuro existen. El pasado porqué
pasó y el futuro, sencillamente, porque ni siquiera está ahí.
Mañana puedes no amanecer y haber acabado tu paso por esta vida, con
lo cuál, ¿qué es el futuro? Me atrevería a decir que tan sólo
una ilusión.
Estoy
matriculada en este curso académico y sin embargo, no tengo, en
principio, ninguna intención de continuar.
Os
preguntareis por qué, al igual que me lo pregunto yo, pero tampoco
es fácil que encontréis respuesta porque aunque yo tengo mil y una
forma de razonarlo y excusarlo, la verdadera respuesta la remito
únicamente a mi intuición.
No
obstante, he de reconocer que en este momento que estoy viviendo es
lo que menos importancia me merece.
Al
fin y al cabo, muchas horas de insomnio, de clavar codos, de intentar
por mi cuenta entender todo aquello que los libros decían, me han
servido única y exclusivamente para conseguir entender la mentira
tan grande que estudiaba y la mentira tan grande que es en el fondo
el Derecho. Por supuesto, como todo lo que intento transmitir en este
blog, es fruto de una vivencia y de una reflexión personal que
quiero compartir.
Aquellos
que seguís habitualmente mi blog -una minoría por devoción y otros
casi por obligación por lo pesada que me pongo- más o menos
conocéis mi opinión y mi forma de entender esta realidad que a mi,
como a vosotros, me ha tocado vivir; por lo que en esta entrada, voy
a intentar sólo hacer alguna matización.
Veo
España descontenta. En general, -tal vez me equivoque-. Veo miles de
voces reclamando justicia social en muchos campos: educación,
sanidad, libertad, solidaridad; y también justicia, contra la
corrupción política, contra la manipulación política, contra la
élite política, contra la Banca. Muchos, la mayoría, estamos de
acuerdo.
Sin
embargo, no veo una verdadera unión.
Más
bien, veo todo lo contrario. Veo el divide y vencerás. Veo a cada
uno defendiendo su parcela (menos mal) y lanzando miles de gritos de
angustia y de desesperación ante un poder, que nos guste o no, cada
día es más absoluto.
El
15M; los sindicatos; los que pertenecen a la educación defendiendo
la educación que es de todos; los que pertenecen a la sanidad
defendiendo la sanidad que también es de todos, los que pertenecen a
las pequeñas y medianas empresas; los que están en el paro; los que
nunca han estado en el paro y tienen difícil llegar a estar porque
ni siquiera tienen opción a un puesto de trabajo; los que compraron
preferentes; los que añoran la vuelta de la república robada y sus
símbolos enterrados; los que no aceptan una monarquía impuesta por
las circunstancias; incluso los que creen que pueden acceder a los
puestos de responsabilidad con buenas intenciones y buenos
sentimientos y que ven sus posibilidades cortadas, prácticamente de
raíz, por un sistema electoral que les asfixia y ningunea por más
que representen a un alto tanto por ciento de la población.
Veo
un tanto por ciento mayoritario de ciudadanos que no eligió al PP, y
que me perdonen sus fieles pero esta es la realidad, sometidos al
Gobierno a su mayoría absoluta, con resignación o con cobardía;
esto ya no lo tengo tan claro.
Veo
muchos hadstags de esos que se lanzan cada día pidiendo la dimisión
del ministro de cultura, de la de Sanidad, de la de “desempleo”,
del de ¿justicia?. Pidiendo la dimisión de la Delegada del Gobierno
en la Comunidad Valenciana que todavía sigo sin entender como puede
seguir ahí después de la barbarie cometida contra nuestros hijos.
Veo
a la Alcaldesa de Valencia desvariando, porque no puede entenderse de
otra manera que contra una manifestación (supuestamente de radicales
“antisistema”) no se le ocurriese mejor idea que plantar una
mascletá en la plaza del Ayuntamiento (para mi, plaza del 15M),
donde tenía fin una manifestación autorizada por la Delegación de
Gobierno; por supuesto, sin medir las consecuencias que podía tener
dejar pólvora al alcance de la violencia. Menos mal que somos buenas
personas ¡que no idiotas!.
Veo
a Esperanza Aguirre destarifando por los cuatro costados; ¡que si
pitos, que si flautas!: Si en la Copa del Rey le silba al Rey esta
plebe, se hace el partido a puerta cerrada y todos a aplaudir, a
corear y a tararear el himno de España (que no tiene letra porque
mientras el himno no sea de un pueblo unido, cualquier cosa que se
cante será una hipocresía más).
De
la Cospedal y su Búnker-Mansión de ¿cuantos millones?. Mejor ni
hablamos.
De
los Bancos y sus directivos (que fíjate que algunos de ellos dimiten
pero que ninguno se va con las manos vacías). Tampoco hablamos, ni
tampoco vamos a mirar la ideología política de la mayoría de
ellos, de los que han hecho que este país se vaya a la mierda.
De
la Comunidad Valenciana, de la Gürtel y de las piezas separadas
(Madrid, por ejemplo y el PP Nacional) tampoco diremos nada. ¡Cómo
se están encargando los Jueces!
No
me voy a meter con los políticos del PSOE porque de eso, primero: ya
se encarga el PP; y segundo: ¿Alguien duda a estas alturas de que
son prácticamente los mismos perros con distinto collar por más
que, aunque me tachen de roja o de socialista, aun no han llegado a
conseguir el mismo nivel de indecencia?
Bueno,
resumiendo, yendo al grano e insistiendo. Estamos luchando
parcialmente contra cada una de las medidas que el Gobierno
absolutista popular toma, apoyado en una mayoría absoluta (que no
creo que ningún verdadero Juez Justo con las pruebas existentes al
respecto, pudiera negar que se ha conseguido con mentiras y falsas
promesas) y en una confianza que dudo mucho que posean, cuando yo
creo que lo que deberíamos hacer es unirnos en una sola lucha contra
ese atentado contra nuestra soberanía y nuestra democracia.
Si
queréis que os justifique más mi opinión, leerla la anterior
entrada, que ya me canso de ser pesada.
Mi
última reflexión es: Divide y vencerás. Les está funcionando a la
perfección.
Y
por supuesto, me reitero #Gobiernodimisión. Por nuestra soberanía y
por nuestra democracia.
Y
lo que tenga que venir, vendrá.
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