Cada
vez que manifiesto mi opinión, lo hago desde la humildad que me
aconseja mi ignorancia y mi desconocimiento de las grandes Ciencias:
económicas, sociales, políticas...
Y
muchas veces pienso que tal vez debería morderme la lengua porque es
muy probable que tenga más posibilidades de equivocarme en mis
diagnósticos, que de acertar.
Sin
embargo, cuando observo a la casta política que nos gobierna, no
puedo callarme y, aun con miedo a equivocarme, tengo que opinar.
Porque lo que sí considero que es una realidad -y en esto tengo
menos miedo a errar porque lo sufro a diario- es que, como mínimo,
deciden sobre nuestro presente y sobre nuestro futuro; con sus actos
y con sus leyes.
Y
opino. Aunque sólo sea para lanzarme a mi misma preguntas al aire
por ver si me puedo contestar. Porque hay tantas cosas que me
confunden que, “Dinio”, a mi lado, es un niño en pañales; a él
le confundía la noche; a mi me confunde la noche, el día, la
política, la sociedad... En definitiva... que no sé por dónde
agarrar esta cruda realidad que nos está tocando vivir.
Debe
ser por esa misma ignorancia pero a menudo me preguntó quienes están
en la derecha y quienes están en la izquierda.
Y
me lo preguntó porque nos venden que la izquierda es el PSOE y la
derecha el PP -el resto son radicales o nacionalistas-. Al menos eso
es lo que yo percibo y lo que creo que la mayoría de los ciudadanos
-algunos más entendidos, pero muchos otros igual de ignorantes o
incluso alguno puede que más que yo- perciben también.
Sin
embargo, nada parece estar claro. No está claro ni qué es la
honradez, ni qué es la democracia, ni qué es la responsabilidad, ni
qué es la libertad, ni qué es la solidaridad, ni qué es la
vergüenza, ni qué son tantos y tantos conceptos que supongo que
muchos científicos en la materia se habrán dedicado a definir para
que al final, alguien tan ignorante como lo soy yo -y supongo que
muchos naides como yo- no tengamos ni puñetera idea, en este
contexto histórico, de qué demonios son.
Tal
vez hoy me conformaría con entender cómo un partido socialista,
supuestamente de izquierdas -y principal partido de la oposición-,
puede ponerse de acuerdo con un partido, supuestamente de derechas,
que gobierna con mayoría absoluta -con el mayor engaño electoral
que ha sufrido nunca este país- para ir de la mano a Europa a decir
que los españoles -que si sumamos los votos de ambos partidos sería
con toda seguridad una mayoría aplastante de sus ciudadanos-
apoyamos las políticas neoliberales.
Políticas
de austeridad y recortes. Políticas de uso del dinero público para
salvar a una banca vergonzosa -que al fin y al cabo son ellos mismos-
que ha especulado con nuestro dinero (por no decir delinquido).
Políticas que tan sólo pretenden agradar a los mercados -que al
fin y al cabo son ellos mismos- a costa de lo que sea; de nuestros
derechos: de nuestro derecho a la sanidad, a la educación, a un
trabajo y a una vivienda digna, etc. etc.
Y
lo más curioso de todo, y lo que más me gustaría entender, es que
primero nos recortasen todos esos derechos -y algunos más- porque no
había dinero para servicios públicos para los ciudadanos y que
después de haber establecido esas políticas de restricción de
nuestros derechos, de repente hayan aparecido otros miles de millones
de euros para inyectar en una entidad financiera que, en un futuro
-que muchos ni llegaremos a ver- nos reportará grandes beneficios a
todos (los votantes del PP lo deben tener claro porque esto es otro
acto de fe).
Reconozco
que soy ignorante, pero me costaría reconocer mi estupidez si
creyera que todos estos movimientos económicos están pensados para
favorecer a la clase trabajadora -en el más amplio sentido de la
palabra- y no para seguir enriqueciendo a las élites económicas y
políticas que rigen los designios de este país y, por añadidura,
de este planeta.
Ahora
cada uno puede elegir. O tragar, o luchar para terminar con esta
injusticia social. Porque pretenden hacernos creer que los culpables
y los únicos responsables de esta situación de crisis actual, somos
precisamente las clases trabajadoras que vivíamos por encima de
nuestras posibilidades, disfrutando de un estado de bienestar -al que
parece ser que los pobres no tenemos derecho- mientras ellos llevan
años forrándose a nuestra costa.
Yo
lo tengo claro. Las calles nos esperan, y mientras no las llenemos de
indignación y de lucha por una justicia a la que tenemos derecho,
ninguno de nosotros seremos “naide”.
Aquí estamos ciudadanos, comprometidos con acabar con este sistema corrupto, en el que la separación e independencia del ejecutivo, legislativo y judicial se ha convertido en una bacanal romana. Ya no hay izquierdas ni derechas a nuestra altura, solo ciudadanos conscientes de que este sistema hay que terminarlo.
ResponderEliminarSolo necesitamos un poco más de consciencia y mucha, mucha más unión. Gracias por tu comentario
EliminarTe sigo.
ResponderEliminarGracias. Espero estar a la altura de tus expectativas. Un abrazo
Eliminar«Panem et circenses»
ResponderEliminarEl mejor entretenimiento para el pueblo y la mejor arma para manejarle a su antojo
EliminarEstoy contigo compañera...y lejos de considerarte una ignorante, pienso que eres una una mente privilegiada y tu exposición de la situación política española actual, no puede ser mas clara y concisa. Recibe mi apoyo incondicional y recibe un cordial saludo.
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